Hola amigos, bienvenidos a este sitio que solo busca compartir todo aquello que llega a mi buzón, y nos ayuda a crecer en nuestra fe católica..
(casi todo es sacado de la red)

Si alguien comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia o que se retire, por favor, que me lo comunique y lo hago inmediatamente. Gracias.

Espero que os sirva de ayuda y comenteis si os parece bien...


Gracias


Maria Beatriz.



SI AL CRUCIFIJO Tu quita un Crucifijo y nosotros pondremos mil

En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados
En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO
NOTICIAS SOBRE S.S.FRANCISCO

Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

4 de enero de 2012

Miércoles, 4 de Enero de 2012. Comentario de las Lecturas


1Jn. 3, 7-10. El que ha nacido de Dios no puede pecar; y no tanto porque no estemos sujetos a una serie de tentaciones, que a veces nos hagan tropezar, sino porque al amar a Dios, en verdad y con las obras, jamás podremos levantarnos, de un modo consciente, en contra de Él.

Si decimos amar a Dios, pero ese amor lo reducimos sólo a practicar algunas costumbres de nuestra fe, para después dedicarnos al mal, con esas obras de pecado estaremos manifestando, y no tanto con las palabras, que no somos hijos de Dios, sino hijos del Diablo, el cual es pecador desde el principio.

Nuestra esperanza consiste en que al final entraremos en el Santuario eterno, no construido por manos de hombre, sino que Dios mismo ha preparado para nosotros, si le permanecemos fieles hasta el final.

Pero así como en tiempos de Cristo se tenía todo un ritual de purificación para poder presentarse de un modo digno a ofrecer el culto a Dios, así ahora nos invita el Señor a no negar nuestra propia realidad de pecado, y a vivir en una continua conversión y purificación, para poder entrar algún día en el Templo Santo y Eterno de Dios.

¿Realmente somos hijos de Dios? Si en verdad lo somos entonces practiquemos la justicia, haciendo el bien a todos; y hagámoslo conforme al mandato que el Señor nos dio: que nos amemos los unos a los otros como Él no ha amado a nosotros.

Sal. 98 (97). El Señor ha descubierto su Santo Brazo para enfrentarse a nuestros enemigos. Así, gracias a la muerte de Cristo en la cruz, hemos sido perdonados y reconciliados con Dios; y gracias a la resurrección del Señor hemos recibido nueva Vida. De esa forma el Señor se ha levantado victorioso sobre el autor del pecado y de la muerte.

Esto nos debe llevar a elevar un cántico nuevo al Señor no tanto con los labios cuanto con las obras y la vida misma; así manifestaremos que realmente hemos nacido de Dios, pues nuestras obras nacerán del amor que Dios ha infundido en nuestros corazones.

Por eso los que hemos depositado nuestra fe en el Señor no podemos permanecer indiferentes ante las diversas situaciones de pecado en las que viven muchos hermanos nuestros, sino que hemos de trabajar intensa y constantemente hasta lograr que se vaya formando en todos la imagen de Cristo con su amor, con su santidad y con su justicia. Sólo entonces podremos decir que realmente el Reino de Dios se abre paso entre nosotros.

Jn. 1, 35-42. Seamos los primeros en convertirnos en discípulos de Jesús. Hagamos nuestras sus palabras, meditándolas con amor en nuestro corazón, para ponerlas en práctica, y manifestar así que realmente creemos en Él y lo amamos. Hagamos nuestros su Vida y su Espíritu de tal forma que no nos quedemos en una manifestación meramente externa de nuestra fe, sino que lleguemos realmente a vivir nuestra comunión de vida y de amor con el Señor.

Y sólo al haber experimentado al Señor como el Cordero de Dios que ha venido a entregar su vida por nosotros podremos dar testimonio de Él a los demás, no sólo para que lo admiren, ni sólo para llenarles la cabeza con la ilustración acerca de las verdades de fe, sino para que, también ellos como discípulos, se echen a andar tras sus huellas.

El Señor habita en cada uno de nosotros como en un templo. Por eso debemos amarlo sirviéndolo en nuestro prójimo. Si en verdad creemos en esto y lo ponemos en práctica, nuestra fe estará firmemente afianzada sobre roca firme, con esa firmeza que a través de la historia, por voluntad del mismo Cristo, le da nuestra plena unión y comunión con Pedro y sus Sucesores.

El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, que se ha levantado victorioso sobre el autor del pecado y de la muerte, y que ha derramado en nosotros su Espíritu Santo para hacernos hijos de Dios unidos a Él, está en medio de nosotros, reunidos en su Nombre.

Él entrega hoy su Vida, y hoy resucita de entre los muertos en este Memorial de su Misterio Pascual que estamos celebrando.

Hoy el Señor se manifiesta con todo su amor y su misericordia, pues nos ha amado en verdad y con las obras. Él no ha pasado de largo ante nuestros pecados, antes nuestras miserias, ante nuestra hambre, ante nuestras injusticias, ante nuestras pobrezas. Él no ha retenido para sí mismo la Gloria que le corresponde como a Hijo unigénito del Padre, sino que, anonadándose a sí mismo se hizo uno de nosotros, para entregarnos su Vida, para enriquecernos con su pobreza.

Por eso en este día venimos a recibir, a participar de su misma Vida y de su dignidad de Hijo de Dios. Y venimos también como discípulos, pues es necesario que vayamos y demos testimonio de su Amor al mundo entero, convirtiéndonos así en misioneros de aquello que nosotros mismos hemos experimentado del amor de Dios.

¿En verdad somos hijos de Dios? ¿Vivimos unidos a Cristo, y en Él hemos nacido como hijos de Dios?

Es necesario examinar con lealtad nuestra vida de fe, pues si vivimos destruyendo a nuestro prójimo; si no somos capaces de perdonarlo; si nos levantamos en contra Él y le tratamos de un modo injusto; si a causa de nuestra voracidad, de nuestros desequilibrios, de nuestros egoísmos somos capaces incluso de asesinar a los demás con tal de apropiarnos de lo que les corresponde; si conducimos a muchos sectores sociales, especialmente niños y jóvenes, hacia los enervantes hasta embrutecerlos, sin importarnos su dignidad sino sólo el llenarnos de dinero a costa de su degradación; si hacemos de ellos personas envilecidas a causa de traficar con ellos en aspectos demasiado denigrantes, ¿Cómo podemos decir que en verdad tenemos por Padre a Dios? ¿Cómo podemos decir que vivimos unidos a Cristo y que en Él hemos nacido como hijos de Dios?

Por eso, al venir hoy a la Eucaristía, preguntémonos con lealtad: ¿qué buscamos en Cristo? ¿Sólo el consuelo ante nuestras necesidades? ¿o buscamos realmente un compromiso con Él para trabajar por su Reino entre nosotros?

Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de convertirnos en auténticos testigos de su amor para todos los pueblos. Amén.

Homiliacatolica.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario