Meditación: Juan 1,45-51
San Bartolomé Apóstol
El Evangelio de San Juan es el único que menciona a un apóstol llamado Natanael, pero muchos estudiosos de las Escrituras creen que es el mismo Bartolomé que aparece en los evangelios sinópticos, es decir, uno de los Doce Apóstoles originales. La experiencia que tuvo Natanael con Jesús es un testimonio importante de lo que significa tener un encuentro con el Señor, y nos enseña mucho acerca de cómo debe ser nuestra relación con Cristo.
San Juan dice que Jesús vio por primera vez a Natanael cuando éste estaba sentado bajo una higuera, figura conocida por los rabinos del siglo I como característica de una persona que oraba y meditaba en la ley de Yahvé. Jesús miró al corazón de Natanael y vio que éste era hombre de oración; por consiguiente, le prometió darle el premio de un hombre de oración: ver los cielos abiertos.
Los evangelios sinópticos lo presentan como el hijo de Tolmai, lo que significa el nombre Bar-Tolomé, y lo colocan siempre junto a su amigo Felipe. No se sabe qué fue lo que sucedió bajo aquella higuera, pero con la sola mención de Jesús, Natanael Bar-Tolomé reconoció inmediatamente a Jesús como el Mesías, el rey de Israel. Así, pues, ante este destello de sabiduría creyó y se entregó por entero, integrándose a los demás elegidos para seguir al Maestro por el camino de su transformación hasta llegar a ser un verdadero apóstol.
A todos nos conviene, pues, tener el corazón bien dispuesto para recibir la revelación de Jesús, tal como la tuvo Bartolomé, y así, se encenderá en nuestro corazón un amor ardiente por nuestro Salvador. Poco a poco este deseo de conocer a Cristo crecerá cada vez más en nosotros hasta consumir toda nuestra vida. Si buscamos humildemente a Dios, Él cambiará nuestro corazón y lo purificará cada vez más. Dejemos tiempo para considerar las palabras de la Escritura y orar fervientemente para entender bien su significado. Si nos acercamos más a Jesús, experimentaremos una gran transformación y el cielo se abrirá para nosotros.
“Padre celestial, enséñame a orar y estudiar la Palabra de Dios. Prepara mi corazón, Señor, para entender tu voluntad; purifica mi ser mientras procuro seguir tus pasos. Muéstrame a Jesús y abre los ojos de mi alma para verte en toda tu gloriosa majestad.”
Apocalipsis 21,9-14
Salmo 145,10-13.17-18
Tomado de: La_Palabra.com
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