Meditación: Lucas 9,11-17
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
Relatando el milagro en que Jesús dio de comer a cinco mil personas, Lucas dice que el Señor quería retirarse a descansar con sus apóstoles, pero que terminó atendiendo al gentío que lo seguía. Como “pastor” compasivo y bondadoso del rebaño, curó a los enfermos, les enseñó acerca del reino de Dios y les dio milagrosamente de comer hasta que todos quedaron satisfechos (Lucas 9,17).
Más tarde, San Pablo escribía a la atribulada iglesia de Corinto explicando que Jesús sigue siendo capaz de alimentar y cuidar a su pueblo: “Cuantas veces coman este pan y beban esta copa, proclaman la muerte del Señor, hasta que Él venga” (1 Corintios 11,26). En efecto, el sacrificio de Cristo, que actualizamos en cada Misa, sigue teniendo poder para limpiarnos de todo pecado y llenarnos de la vida divina. Cada vez que leemos la Sagrada Escritura, nos renovamos, y cada vez que hacemos oración, podemos ser llenos del Espíritu Santo.
Este domingo de Corpus Christi está dedicado a exaltar la bondad de Jesús, que nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre en la Sagrada Eucaristía. El pan y el vino transformados en su Cuerpo y su Sangre pueden realmente ser nuestro sustento cuando nos acercamos al altar con humildad y corazón contrito. Al mismo tiempo, cada vez que comemos y bebemos, también esperamos el día glorioso del regreso del Señor. Luego, cuando Cristo se manifieste por completo, Él mismo satisfará todas nuestras necesidades: “Secará todas las lágrimas de ellos, y ya no habrá muerte ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque todo lo que antes existía ha dejado de existir” (Apocalipsis 21,4).
Comamos hoy el cuerpo de Cristo y bebamos su sangre con gratitud de corazón. Él es quien nos alimenta; Él es quien puede satisfacer todas nuestras necesidades físicas y espirituales. Esperemos con ansias el día en que venga en gloria a quedarse con nosotros. ¡Esta es la esencia de toda nuestra esperanza! Y mientras esperamos, no dejemos de comulgar asiduamente, con amor, fe y devoción, su Cuerpo y su Sangre, aquella comida verdadera y bebida verdadera que guardan nuestra alma para la vida eterna.
“Oh, Señor, en tus palabras encontramos la verdad; en tus heridas encontramos la vida; en tu sangre preciosa encontramos el poder para entregarnos a Ti; en tu muerte encontramos la vida; en tu resurrección encontramos la esperanza de la vida eterna. ¡Ven, Señor Jesús!”
Génesis 14,18-20
Salmo 110,1-4
1 Corintios 11,23-26
Tomado de: la-palabra.com
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