San Juan Bosco tuvo, en la tarde del 26 de mayo de 1862, una
visión Eucarística que la reproducimos aunque resumidamente: " Me vi
sobre una pequeña isla rocosa en el medio del mar, mientras la tempestad rugía
furiosa. Entonces surgió una nave grande y potente, que las olas gigantescas
combatían, lanzándola de derecha a izquierda. El Papa estaba erguido sobre esa
embarcación y a su lado, divisé cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y
mucha gente. Comprendí que esa visión debía significar la Iglesia Católica.
Muchas otras naves poderosas y enemigas la circundaban y arremetieron contra
ella, causándole daños, para que naufragara. Durante un violento asalto, vi que
el Papa quedó mortalmente herido y desangrándose murió. Los cardenales que
estaban en la nave de la Iglesia, eligieron inmediatamente, de entre ellos, al
nuevo Papa. Al mismo tiempo se conoció en el mundo la doble noticia, de la
muerte del Papa y la elección de su Sucesor. Difícil, sobre toda ponderación,
fue el deber que asumió en nuevo Pontífice; su nave, con grandes averías,
parecía perdida al empuje de los furiosos ataques de sus enemigos, que se
creían dueños de la victoria. Entonces vi surgir, entre las tinieblas y la
tormenta, DOS MAGNÍFICAS COLUMNAS
LUMINOSAS.

Sobre la una estaba suspendida una Hostia inmaculada, maravillosa y grande y la
columna ostentaba esta inscripción: Salus credentium: Salvación de los
creyentes. Sobre la otra columna luminosa, algo más pequeña, vi entronizada la
efigie de María, la Madre Inmaculada de Dios y esta leyenda: Auxilium
Christianorum: Auxilio de los cristianos. Cuando en la hora de mayor peligro,
aparecieron las dos columnas esplendorosas, renació la esperanza y se
fortalecieron los ánimos entre la gente que estaba en la nave de la Iglesia. El
nuevo Papa dio orden de enrumbar hacia las dos columnas y cumplido esto, hizo
que la nave anclara allí fijamente. Enseguida apaciguó la tempestad, la
oscuridad se disipó dando paso a un día resplandeciente. Entonces observé la
desbandada de los barcos enemigos que en tremenda confusión se chocaban entre
sí y se aniquilaban mutuamente. Algunos pudieron escapar del desastre y
desaparecieron de mis miradas. Numerosos náufragos de las embarcaciones
destruidas, nadaban y remaban sobre los restos flotantes, hacia la gran nave de
la Iglesia, que los acogió con misericordia y los puso a salvo. La paz fue
restituida y el Barco entró a puerto en una forma tan espléndida que no hay
palabras para describirlo. Juan Bosco pensó que era el cielo. La Santísima
Madre le dijo que era la tierra, renovada y transformada por el reino
Eucarístico de su Hijo".
ORACIÓN POR LA RENOVACIÓN DE TODOS NOSOTROS
¡Oh Señor Jesucristo! Que por medio de tu representante en la tierra, has
llamado a todas las almas a la renovación verdadera, te pedimos que nos escuches!
Tu Vicario nos ha dicho, que, la "renovación del y la reconciliación con
Dios, son un suceso que se verifica en lo más íntimo del Santuario
interior", por eso te suplicamos. Que por medio de María, Rosa Mística, tu
Madre Santísima, nos envíes el fuego del Espíritu Santo, para que nos
purifique, renueve, cure y santifique y nos haga apóstoles en el reino de tu
amor.
Amén.
NOVENA
Jesús, mi amigo en la Eucaristía, acepta esta novena de la
Santa Comunión que estoy haciendo para acercarme más a tu Sagrado Corazón con
el amor más sincero. Si es así tu voluntad, concédeme la gracia particular por
la que ahora estoy haciendo esta novena (Mencione el favor que
desea). Jesús, Tú has dicho: "Pedid y se os dará; buscad y hallaréis;
llamad y se os abrirá". (Mt. 7,7). Por intercesión de tu Santísima Madre,
yo pido, yo busco, yo llamo; por favor concede mi plegaria.
Jesús, Tú has dicho: "Lo que pidáis al Padre os lo dará en mi
nombre." (Jn.16,23). Por intercesión de tu Santísima Madre, nuestra Señora
del Santísimo Sacramento, pido al Padre en tu nombre que me conceda lo que
deseo.
Jesús, Tú has dicho: " Si permanecéis en Mí, y mis palabras permanecen en
vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. (Jn 15,7). Por intercesión de
tu Santa Madre, nuestra Señora del Santísimo Sacramento, concédeme lo que te
pido pues quiero vivir en Ti por la Comunión frecuente.
Señor yo creo que para conseguir lo que deseo no puedo hacer nada mejor que
asistir a la Santa Misa y unirme a Ti por la Santa Comunión, que eres Tú,
fuente de toda gracia. Cuando estas real y verdaderamente presente en mi alma,
como Dios y Hombre, tengo la mayor confianza, pues Tú quieres ayudarme, porque
eres la misma Bondad. Tú sabes cómo ayudarme, porque eres la misma sabiduría.
Tú puedes ayudarme, porque eres todopoderoso. Sacratísimo Corazón de Jesús, yo
creo en el amor que me tienes. Jesús, como prueba de mi más sincera gratitud
prometo recibirte en la Santa Comunión con la mayor frecuencia que pueda
asistiendo a la Misa. Que yo te amé en la Sagrada Eucaristía como mi mayor
tesoro en la tierra. Los efectos de la comunión frecuente me ayuden a servirte
con mayor fidelidad para salvar mi alma y estar contigo eternamente en el
cielo. Amén.
MARÍA, APÓSTOL DE LA EUCARISTÍA
En el cenáculo, María se entregaba toda entera a la gloria
Eucarística de Jesús. Sabía muy bien que era deseo del Padre que la Eucaristía
fuera conocida, amada y servida de todos, que el corazón de Jesús sentía
necesidad de comunicar a los hombres todos sus dones de gracia y de gloria . .
. Por eso el único deseo de María es glorificar a Jesús en el Santísimo
Sacramento, hacerlo conocer, amar y servir por toda la humanidad . . . Por otra
parte, los hombres se hicieron hijos suyos en el Calvario y ella los amaba con
ternura de madre . . . queriendo el bien de ellos tanto como el suyo propio. Es
por esto que María ardía en deseos de dar a conocer a Jesús en el Santísimo
Sacramento, de abrazar los corazones en su Amor, de ver a todos unidos y
encadenados a su amable servicio, de formar para Él una GUARDIA DE HONOR
EUCARÍSTICA, una corte de fieles y abnegados adoradores. Para lograr esta
gracia, María cumplía una misión perpetua de oración y penitencia a los pies de
la adorable Eucaristía, rogando por la salvación del mundo rescatado por la
Sangre Divina y con su celo inmenso abarcaba las necesidades de los fieles de
todos los tiempos y lugares, que recibirían la herencia de la divina Eucaristía
. . . Y como quiera que toda gracia de conversión es fruto de oración y la
petición de María no puede ser desestimada, en esta Madre de bondad tienen los
adoradores su mejor auxiliadora .
. .
Los adoradores participan de la vida y de la misión de María de rezar a los
pies del Santísimo Sacramento, que es ciertamente la misión más linda . . .
Hoy más que nunca se necesitan hombres, que, con su propia abnegación, reparen
ante Dios, la tristeza e ingratitud, y el incremento constante de crímenes de
las naciones; hacen falta almas fervorosas que con sus oraciones vuelvan a
abrir los tesoros de gracia cerrados por la indiferencia general; hacen falta
verdaderos adoradores, esto es, hombres de fuego y de sacrificio. Cuando su número
se multiplique cerca de su divino Líder, Dios será glorificado y Jesús amado,
las sociedades volverán a ser cristianas, serán conquistadas para Jesucristo
por el apostolado de la oración Eucarística.
San Pedro Julían Eymard
ENSEÑAME
OH! MARÍA AUXILIADORA, enséñame a
ser dulce y bueno en todos los acontecimientos de mi vida; en los desengaños,
en el descuido de otros, en las faltas de sinceridad de aquellos en quienes
creí, en la deslealtad de aquellos en quienes confié.
Ayúdame a olvidarme de mi mismo para pensar en la felicidad de otros; a ocultar
mis pequeños sufrimientos de tal modo que sea yo el único que los padezca.
Enséñame a sacar provecho de ellos, a usarlos de tal modo que me suavicen, no
me endurezcan ni me amarguen; que me hagan paciente y no irritable; que me
hagan amplio en mi clemencia y no estrecho y despótico.
Que nadie sea menos bueno, menos sincero, menos amable, menos noble, menos
santo por haber sido mi compañero de viaje, en el camino hacia la vida eterna.
SEÑOR, DÉJAME ALABARTE
Jesús mío, ayúdame a esparcir tu fragancia dondequiera que yo vaya:
inunda mi alma con tu espíritu y tu vida; penetra todo mi ser y toma de él
posesión, de tal manera que mi vida no sea en adelante sino una irradiación de
la tuya.
Quédate en mi corazón con una unión tan íntima, que las almas que tengan contacto
con la mía puedan sentir en mí tu presencia y que, al mirarme, olviden que yo
existo y no piensen sino en Ti.
Quédate conmigo. Así podré convertirme en luz para los otros.... Esa luz, oh!
Jesús, vendrá toda de Ti: ni uno sólo de sus rayos será mío: yo te serviré
apenas de instrumento para que Tú ilumines a las almas a través de mí.
Déjame alabarte en la forma que te es más agradable, llevando mi lámpara
encendida para disipar las sombras en el camino de otras almas.
Déjame predicar tu Nombre con palabras o sin ellas...con mi ejemplo, con las
fuerza de tu atracción, con la sobrenatural influencia de mis obras, con la
fuerza evidente del amor que mi corazón siente por Ti.
Excmo. Cardenal Newman
EL SANTÍSIMO
SACRAMENTO Y MARÍA SANTÍSIMA
María, Rosa Mística ha indicado claramente estos dos medios de salvación. Ella
ofreció para cada 8 de diciembre una hora de gracia, mediante una hora de
oración ante Jesús Sacramentado. Y pidió la COMUNIÓN REPARADORA para el 13 DE
OCTUBRE de cada año. La Madre de Dios no quiere solamente la oración y
reparación a favor de otros, sino ante todo, una verdadera confesión personal,
que purifique la propia alma, mediante la humilde y sincera confesión
sacramental, la recepción de la sagrada Comunión y la gratitud por éste, el más
grande milagro del amor misericordioso del Señor.
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