Hola amigos, bienvenidos a este sitio que solo busca compartir todo aquello que llega a mi buzón, y nos ayuda a crecer en nuestra fe católica..
(casi todo es sacado de la red)

Si alguien comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia o que se retire, por favor, que me lo comunique y lo hago inmediatamente. Gracias.

Espero que os sirva de ayuda y comenteis si os parece bien...


Gracias


Maria Beatriz.



SI AL CRUCIFIJO Tu quita un Crucifijo y nosotros pondremos mil

En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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NOTICIAS SOBRE S.S.FRANCISCO

Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

3 de octubre de 2014

Viernes, 3 de Octubre de 2014. Comentarios de las Lecturas

Job. 38, 1. 12-21; 40, 3-5. Y por fin se presenta Dios ante los ojos de Job; y le habla para decirle que hay muchas cosas incomprensibles; pero aún en medio de los grandes desórdenes, como si se trataran del caos inicial, Él sabrá poner orden para que todo contribuya a la salvación de los que le aman y le permanecen fieles.

¿Sabemos a fondo el por qué de los diversos acontecimientos? Queremos investigar por qué suceden las cosas y poco disfrutamos de ellas y de la vida. Es bueno el investigar y el tratar de dar solución a los diversos males que aquejan a la humanidad, aun cuando nunca terminemos de llegar al hombre perfecto. No podemos detenernos; pero no podemos vivir llenos de angustia, sino llenos de paz cuando sabemos que hemos hecho lo que debíamos de hacer, y que no pasamos por la vida como unos flojos e inútiles.

Sepamos que, aun en medio de grandes desgracias, Dios jamás se ha alejado de nosotros, pues si Él se preocupa por todas las cosas, ¿cómo no va a preocuparse más por nosotros, que somos sus hijos? Por eso hemos de acudir a Dios no sólo para orarle conforme a nuestros planes, sino para conocer su planes y esforzarnos por llevarlos adelante, de tal forma que logremos llegar a la plenitud del hombre que alcanza su madurez en Cristo.

Por eso, conforme vamos avanzando en nuestra perfección interior, a pesar de los momentos de dolor que tengamos que padecer, cada día nos hemos de manifestar como quienes en verdad van siendo más rectos y más capaces de esforzarse por la paz, y por verse libres de aquellas esclavitudes que impiden a muchos caminar en la luz por haber quedado atrapados en las tinieblas del pecado y de su propio egoísmo.

Sal. 139 (138). El Señor siempre está junto a nosotros; no hay algún lugar en el cual pudiésemos escondernos de su mirada. Y Él nos contempla con todo su amor y su ternura, pues no es enemigo a la puerta, sino nuestro Padre, que vela por sus hijos. Si acudimos a Él para que no nos deje caer en la tentación que nos haga destruirnos o destruir a los demás, Él se convierte en nuestro poderoso protector y en el que guía nuestros pasos por el camino del bien.

El Señor nos invita en este día a ser conscientes de su mirada amorosa sobre nosotros, no para que vivamos como forzados a hacer el bien, sino para que, llenos de paz y de un modo consciente, optemos por la Vida en nosotros y en los demás y para que hagamos el bien y no el mal, para que amemos a nuestro prójimo, a pesar de que muchas veces veamos el mal que haga externamente, y que, a partir de ese amor fraterno, le ayudemos a dejar los caminos de maldad y de muerte y a retomar el camino que le conduzca a la Vida.

Pero no hagamos esta obra como una iniciativa nuestra, meramente humana; dejemos, más bien, que el Espíritu de Dios conduzca a su Iglesia para que realice no una obra de salvación conforme a líderes humanos, sino la obra de salvación que, venida de Dios, nos hermane en Cristo y nos haga caminar hacia la Patria eterna mediante el servicio amoroso a los demás.

Entonces, así como nosotros seremos un prodigio, también todo lo que la Iglesia haga a favor del bien de los demás serán las obras prodigiosas del mismo Dios.

Lc. 10, 13-16. Los prodigios, los milagros no pueden ser ocasión de una curiosidad malsana acerca de Jesús. No puede uno acercarse a Él únicamente para recibir sus favores. Si no hay un auténtico compromiso de fe en Él lo demás sale sobrando, pues de nada nos aprovecha en orden a nuestra salvación eterna.

El Hijo de Dios vino no como un milagrero, sino como Salvador nuestro para conducirnos al Padre. Por eso nos invita a la conversión y a la penitencia para que, unidos a Él lleguemos a ser elevados a la participación de la Gloria que le corresponde como a Hijo unigénito del Padre. Y ahora, en nuestros días, esta Misión el Señor se la ha confiado a su Iglesia, de tal forma que por medio de ella el mundo lo siga escuchando y experimentando el amor y la misericordia de Dios.

El Señor no quiere de nosotros sólo el culto que le tributamos de un modo personal o junto con los demás hermanos; no quiere que lo busquemos sólo para recibir sus favores y después olvidarnos de Él; Él quiere que tengamos la apertura suficiente para recibir su Vida y su Espíritu en nosotros y convertirnos en testigos suyos en el mundo; esa es la vocación que tiene su Iglesia para llegar a la participación de la vida divina de su Señor y no a su precipitación en el abismo.

Mientras caminamos por este mundo como testigos de Cristo y de su Obra salvadora, y sabiendo que somos frágiles e inclinados al pecado, roguémosle al Señor que sea Él quien abra nuestros corazones y nos conceda un sincero arrepentimiento para que, dejando nuestra antigua situación de pecado, en adelante vivamos como hijos suyos. Así, transformados en Cristo Jesús y hechos en Él hijos de Dios, esforcémonos en dar a conocer al mundo entero el amor que Dios nos tiene, sabiendo que vamos no con nuestro poder, ni apoyados sólo en lo erudito de nuestros estudios, sino como testigos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Ojalá y vengamos a esta celebración con un verdadero silencio interior para encontrarnos a solas con Dios; pues, aun cuando realizamos esta celebración en comunidad, nuestro encuentro con el Señor no puede dejar de ser un encuentro personal, pues es cada uno de nosotros quien se dirige al Señor; y es cada uno de nosotros quien acepta o rechaza su compromiso con Él teniendo como testigos a nuestros hermanos y contando con la oración de unos por otros ante nuestro Dios y Padre.

La Eucaristía es el lugar privilegiado que tenemos los cristianos para encontrarnos con el Señor. Él es el creador de todo y el que conoce todo lo que hay en el mundo y hasta lo más íntimo de nuestros pensamientos. Su amor hacia nosotros le ha llevado a entregar su vida para perdonarnos, para hacernos una digna morada suya y para fortalecernos en nuestro camino por este mundo, hasta que nos encontremos definitivamente con Él y participemos de su Gloria eterna.

Por eso no podemos venir a esta celebración con la sola intención de pedirle su ayuda ante nuestros problemas, o a que cure nuestras enfermedades, o nos socorra en nuestras pobrezas. Lo más importante que hemos de buscar no son sus dones, sino a Él para que nos hagamos uno mediante una auténtica comunión de Vida, que nos haga ser un signo de su amor en el mundo para que, por medio de su Iglesia, Él continúe realizando su obra salvadora entre nosotros, transformándonos, día a día, en hijos de Dios que caminen hacia su perfección en Cristo hasta alcanzar la meta que el mismo Señor nos marcó: Ser santos, como Dios es Santo.

Cuando uno piensa que Dios se alejó de nosotros podemos hablar de más. Podemos revelarnos en contra del mismo Dios y convertirnos en unos destructores como venganza de sentirnos abandonados a nuestra suerte.

Pero el Señor siempre estará no sólo junto a nosotros sino de nuestra parte, pues Él es nuestro Creador y nuestro Padre. Él continúa realizando grandes obras entre nosotros, pues se ha comprometido a que por medio de su Iglesia el mundo lo siga escuchando, lo siga contemplando, siga experimentando las pruebas de su amor. Por eso los que creemos en Cristo Jesús somos, en nuestro tiempo, los responsables de la presencia del Señor Jesús en el mundo. No podemos, por tanto, vivir al margen de las angustias, tristezas, dolores y enfermedades de las gentes de nuestro tiempo. No podemos quedarnos en predicar a Cristo; debemos hacerlo presente ante los demás con un abajarnos hasta aquellos que sufren para salvarlos, para darles voz ante las injusticias de que son víctimas, para remediar sus males, para ayudarles a salir de las esclavitudes en que fueron atrapados por el pecado, por la maldad, por el vicio.

Si no vivimos con lealtad esta Misión salvadora que Cristo confió a su Iglesia, no el mundo, sino nosotros seremos dignos de ser precipitados en el abismo por nuestra incongruencia entre fe anunciada y fe vivida.

Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir con lealtad nuestra unión con Cristo para que no sólo nos llamemos hijos de Dios, sino que lo seamos en verdad para que el mundo crea. Amén.

Homiliacatolica.com

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