Santos: Adelina de Mortain, abadesa; Artemio de Egipto, mártir. Beato Jaime de Strepa, obispo. Feria (Verde)
DIOS RICO EN
MISERICORDIA
Ef 2,1-10: Lc 12,13-21
El autor de la carta a
los Efesios caracteriza a Dios con la imagen de la riqueza. Dios abunda y
sobreabunda, es rico sin duda, pero no en inversiones monetarias sino en
misericordia y compasión. Su misericordia es inagotable. No conoce la
mezquindad que caracteriza a nosotros los humanos. En cambio, el personaje que
nos presenta el Evangelio con el epíteto de insensato es un pobre rico. Además
de sus graneros y sus costales de monedas, no tenía otra riqueza. Su afán por
asegurarse y acumular describía de cuerpo entero su propia mezquindad. Quien
disfruta en soledad de sus bienes no conoce a Dios. El Dios que nos ha salido
al encuentro en la persona de Jesús se complace en regalarnos sus bendiciones.
La comunión amorosa, que forman el Padre, el Hijo y el Espíritu nos encamina a
vivir confiadamente en sus manos. La bondad de Dios es un manantial
inextinguible que se derrama sin límites sobre todos sus hijos.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Col
3, 14-15)
Sobre todas las virtudes
pongan la caridad, que es el vínculo de perfecta unión; y que en sus corazones
reine la paz de Cristo.
ORACIÓN COLECTA
Señor, que guías y
proteges a tu Iglesia, concede a tus hijos reunidos en el Sínodo, el espíritu
de sabiduría, de verdad y de paz, para que se esfuercen por conocer tu voluntad
y te sirvan con todo empeño. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Nos dio la vida en
Cristo y nos ha reservado un sitio en el cielo.
De la carta del apóstol
san Pablo a los efesios: 2, 1-10
Hermanos: Ustedes
estaban muertos por sus delitos y pecados, porque en otro tiempo vivían según
los criterios de este mundo, obedeciendo al que está al frente de las fuerzas
invisibles del mal, a ese espíritu que ejerce su acción ahora sobre los que
resisten al Evangelio. Entre ellos estuvimos también nosotros, pues en otro
tiempo vivíamos sujetos a los instintos, deseos y pensamientos de nuestro
desorden y egoísmo, y estábamos naturalmente destinados al terrible castigo de
Dios, como los demás.
Pero la misericordia y el amor de Dios son muy grandes; porque nosotros
estábamos muertos por nuestros pecados, y Él nos dio la vida con Cristo y en
Cristo. Por pura generosidad suya, hemos sido salvados. Con Cristo y en Cristo
nos ha resucitado, y con Él nos ha reservado un sitio en el cielo. Así, en
todos los tiempos, Dios muestra por medio de Cristo Jesús, la incomparable
riqueza de su gracia y de su bondad para con nosotros. En efecto, ustedes han
sido salvados por la gracia, mediante la fe; y esto no se debe a ustedes
mismos, sino que es un don de Dios. Tampoco se debe a las obras, para que nadie
pueda presumir, porque somos hechura de Dios, creados por medio de Cristo Jesús
para hacer el bien que Dios ha dispuesto que hagamos.
Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
Comentario:
No son nuestras obras,
sino la obra de Dios
A veces las cosas más
importantes se dicen con palabras breves. De fondo, nuestra fe no es algo
extremadamente complicado sino profundamente sencillo: Dios ha manifestado y
ofrece en Cristo el amor que no merecíamos pero que sí necesitábamos. Si
aceptamos ese amor, que es puro regalo, nuestra vida cambia completamente.
Acoger la propuesta de Dios es creer, o sea, ejercer fe. El cambio que esa fe
trae es que nos abre a un futuro que rebasa nuestros mejores sueños, y así
quedamos abiertos a la esperanza. Gozosos por haber sido amados somos también
capacitados para amar, y así llega la caridad. En apretada síntesis, esto que
hemos contado es el Evangelio; es lo mismo que Pablo recuerda a los Efesios.
Si todo es así claro y
sencillo, ¿por qué nos cuesta vivirlo? Una clave puede estar en lo que Pablo
recuerda a los Efesios: "No se debe a vosotros..." Es maravilloso
saberse amado pero hay algo en el orgullo humano que quiere siempre encontrar
un motivo para ese amor. La razón es que si Dios tenía un buen motivo en mí
para amarme, entonces bien se ve lo bueno que soy. Uno trata de ser bueno por
propia fuerza, por propio impulso; eso seduce nuestra vanidad y mima a nuestro
ego. Uno trata de convencerse de que es lo suficientemente sagaz, sabio,
virtuoso, inocente, bello o fuerte como para "merecer" que lo salven.
La Biblia no respalda esas aspiraciones. Dios me ha salvado por puro amor, por
puro regalo. Lo bueno que había en mí no alcanzaba su verdadera meta, pues
tanta inteligencia no me hizo descubrir al Dios que se esconde en los humildes,
y tantas riquezas no me sirvieron para ganarme a un Dios que se pone del lado
de los pobres.
Así que uno tiene
escoger: ¿quiero con mis obras convencer a Dios de que me ame o quiero ser la
obra de un Dios que me ha amado sin que yo en realidad lo mereciera?
Del salmo 99 R/. El
Señor es nuestro dueño.
Alabemos a Dios todos los hombres, sirvamos al Señor con alegría y con júbilo
entremos en su templo. R/.
Reconozcamos que el Señor es Dios, que Él fue quien nos hizo y somos suyos, que
somos su pueblo y su rebaño. R/
Entremos por sus puertas dando gracias, crucemos por sus atrios entre himnos,
alabando al Señor y bendiciéndolo. R/.
Porque el Señor es bueno, bendigámoslo, porque es eterna su misericordia y su
fidelidad nunca se acaba. R/.
ACLAMACIÓN (Mt 5, 3) R/.
Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. R/.
¿Para quién serán todos
tus bienes?
Del santo Evangelio según
san Lucas: 12, 13-21
En aquel tiempo,
hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: "Maestro,
dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia". Pero Jesús le
contestó: "Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de
herencias?".
Y dirigiéndose a la multitud, dijo: "Eviten toda clase de avaricia, porque
la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea".
Después les propuso esta parábola: "Un hombre rico obtuvo una gran cosecha
y se puso a pensar: ‘¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la
cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros
más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré
decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date
a la buena vida. Pero Dios le dijo: ‘;Insensato! Esta misma noche vas a morir.
¿Para quién serán todos tus bienes?'. Lo mismo le pasa al que amontona riquezas
para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios".
Palabra del Señor. Gloria
a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Cuando hablamos
demasiado solos...
El rico del evangelio de
hoy hablaba demasiado. Pero ese no es el problema; el problema es que hablaba
demasiado solo. Tenía ojos para su cosecha, oídos para sus anhelos y vientre
para su prosperidad. Vivía y giraba en torno a sí mismo. Eso lo mareó. Se
emborrachó y perdió la perspectiva.
Dios le interrumpió esa
conversación en solitario. Dios se entrometió y abrió un diálogo, cortando el
monólogo que este "pobre rico" llevaba antes. La primera palabra, con
la que Dios irrumpe, es dura: "¡insensato!". Es dura, pero es cierta,
porque es insensatez construirse el ser humano desde sí y para sí, sin ojos
para el cielo ni para el pobre.
Y nuestro mundo en
muchos aspectos sigue repitiendo la parábola de hoy. Pueblos, familias o
individuos siguen hablando sólo consigo mismos, y siguen o seguimos ciegos al
cielo y sordos al clamor del pobre. También a nosotros Dios nos reprocha por
insensatos.
Pero la parábola no está
ahí para regañarnos solamente. Está para salvarnos. Dios denuncia nuestra
insensatez para llamarnos a su sabiduría. Nos hace ver que no vemos para que
empecemos a ver. Nos corrige para salvarnos y nos llama a juicio ahora para no
juzgarnos al final de los tiempos.
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Mira con bondad, Padre
misericordioso, las ofrendas que te presentamos e ilumina con tu Espíritu a los
pastores de tu pueblo, a fin de que conozcan realmente tu voluntad y la lleven
a cabo con firmeza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
Donde hay caridad y amor
ahí está Dios. El amor de Cristo es el que nos ha congregado aquí.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Que el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo, que acabamos de recibir, confirmen, Señor, en la verdad, a
los ministros de tu Iglesia y los impulsen a buscar en todo la gloria de tu
nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
*Beato Juan Pablo II, Papa
(m1), blanco
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, rico en
misericordia, que has querido que el beato Juan Pablo II, Papa, guiara a toda
tu Iglesia, te pedimos que, instruidos por sus enseñanzas, nos concedas abrir
confiadamente nuestros corazones a la gracia salvadora de Cristo, único
redentor del hombre. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Te presentamos, Señor,
estas ofrendas en honor de tus santos, seguros de que su protección nos librará
de todos los males presentes y futuros. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor y Dios nuestro,
que la recepción de este sacramento avive en nosotros el mismo amor que impulsó
al beato Juan Pablo a entregarse por completo al servicio de tu Iglesia. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
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