Hola amigos, bienvenidos a este sitio que solo busca compartir todo aquello que llega a mi buzón, y nos ayuda a crecer en nuestra fe católica..
(casi todo es sacado de la red)

Si alguien comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia o que se retire, por favor, que me lo comunique y lo hago inmediatamente. Gracias.

Espero que os sirva de ayuda y comenteis si os parece bien...


Gracias


Maria Beatriz.



SI AL CRUCIFIJO Tu quita un Crucifijo y nosotros pondremos mil

En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

12 de octubre de 2014

LECTURAS DEL DÍA 12-10-2014


DOMINGO NUESTRA SEÑORA, DEL PILAR, Fiesta. 12 de Octubre del 2014 . 4º semana del Salterio. (Ciclo A) TIEMPO ORDINARIO. AÑO DE LA FE..SS. Felix IV pp, Serafín rl, Maximiliano ob. Santoral Latinoamericano. SS. Ntra Sra del Pilar, Serafín.

LITURGIA DE LA PALABRA.


Is 25,6-10a: El Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros

Salmo responsorial 22: Habitaré en la casa del Señor por años sin término
Flp 4,12-14.19-20:  Todo lo puedo en aquel que me fortalece 
Mt 22,1-14:  El salón se llenó de invitados

Isaías 25,6-10a


El Señor preparará un festín, y enjugará las lágrimas de todos los rostros 
Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país. -Lo ha dicho el Señor-.

Aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se posará sobre este monte."


Salmo responsorial: 22


Habitaré en la casa del Señor por años sin término. 
El Señor es mi pastor, nada me falta: / en verdes praderas me hace recostar; / me conduce hacia fuentes tranquilas / y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo, / por el honor de su nombre. / Aunque camine por cañadas oscuras, / nada temo, porque tú vas conmigo: / tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
Preparas una mesa ante mí, / enfrente de mis enemigos; / me unges la cabeza con perfume, / y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan / todos los días de mi vida, / y habitaré en la casa del Señor / por años sin término. R.


Filipenses 4,12-14.19-20


Todo lo puedo en aquel que me conforta 
Hermanos: Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Mateo 22,1-14


A todos los que encontréis, convidadlos a la boda 
En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. [Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos."]


Comentarios
1. Lógicamente, después de escuchar el salmo 129 con que hemos comenzado la celebración eucarística: "Si llevas cuenta de los delitos, Señor, quién podrá resistir" tu presencia, hemos  reconocido nuestros pecados, pues sólo ponemos la confianza en El, "porque de El procede el perdón".

2. Iluminado Isaías por la intuición profética, describe un cuadro fascinante, en que resplandece en toda su amplitud el universalismo mesiánico. Presenta Isaías a Dios como un gran Señor, que da un banquete a todas las naciones, en su palacio, en el Monte Sión, en Jerusalén: "Manjares suculentos, enjundiosos, vinos generosos" Isaías 25, 6. Se queda corto el profeta, porque no llegó a vislumbrar en toda su realidad espiritual y universal el banquete mesiánico, la Eucaristía, prenda del banquete de la bienaventuranza. 
         Dios inaugurará con este banquete una era de alegría sin fin. Quitará el velo, signo del luto que pesa sobre los pueblos, por la desgracia de su castigo. Dios enjugará las lágrimas y aniquilará la muerte. Los cananeos que celebraban cada año al comienzo de la primavera, la victoria de Baal, dios de las alturas, sobre Mot, dios de la muerte, entendían la inmortalidad, pero no podían entender el grito de la resurrección: "¿Dónde está, muerte, tu victoria?". "Muerte, yo seré tu muerte".        
3. A este festín están invitados todos los pueblos de la tierra. Aquí toma origen la parábola de hoy, que se basa en otra, procedente de la cultura religiosa judía. Jesús conoce la cultura de su pueblo y la utiliza. Del Cántico de la viña de Isaías, sacó la parábola del domingo anterior, y hoy, la de la boda del hijo del rey, que tiene este precedente: Un publicano rico murió y recibió honrosa sepultura. Se declaró luto en la ciudad y acudieron todos a su entierro. Murió también un escriba pobre, pero piadoso, y a su entierro no fue nadie. Y se preguntaban: ¿Dónde está la justicia de Dios que no vela por los suyos y permite que los impíos sean glorificados por todos? La explicación era la siguiente: el publicano rico había hecho una obra buena y, merecía ser recompensado por ella. ¿Cuál? Preparó un banquete e invitó a toda la gente representativa: fariseos, escribas, sacerdotes. Estos no quisieron acudir a la invitación del publicano, para no rebajarse comiendo con él. Ante su fracaso, el publicano rompió con la aristocracia religiosa y puritana, e invitó a los pobres al banquete para que no se estropease la comida. Con este trasfondo, Jesús crea su parábola, y para poner de relieve la bondad de Dios, compara al rey con este publicano que ofrece el banquete. Los oyentes, escuchaban complacidos la parábola porque ellos eran los puros que habían rehusado el banquete del publicano; los santos que habían respetado la pureza legal. Jesús, según Lucas, ha terminado de hablar, diciendo: "Os digo que ninguno de aquellos invitados gustará mi cena". ¿Qué ha querido decir Jesús? Mi invitación a entrar en el Reino, a aceptar mi persona y mi mensaje, es la invitación de Dios mismo. Ninguno de vosotros tendrá parte en el banquete del Reino de los cielos. Mateo 22, 1. 
4. La boda del Hijo del rey, nos sugiere las bodas del Hijo de Dios con la Iglesia, como camino de la humanidad, a la que se entrega por amor. Y esa boda prefigura y es camino de las bodas eternas del Cordero.
5. "Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta". El vestido de boda  significa la acción de Dios sobre el hombre: "me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo", el triunfo de la justicia y la santidad de Dios, participada por el hombre mediante la gracia santificante. El que no llevaba el traje, la gracia, ha sido excluído del banquete, "atadlo de pies y manos y arrojadlo a las tinieblas exteriores", lejos de Dios, a la gehena del fuego: "Allí será el llanto y el rechinar de dientes".         
6. Terminemos como hemos comenzado: "Si llevas cuenta de los pecados, Señor, ¿quién podrá resistir" tu juicio? Pensando esto, se cura nuestro orgullo, y participaremos con gratitud en el banquete Eucarístico, que "es la mesa que prepara para nosotros la bondad y la misericordia del Señor. Las verdes praderas en que nos hace recostar, y las fuentes tranquilas en las que repara nuestras fuerzas, para seguir caminando, si es preciso, por cañadas oscuras, hasta llegar a habitar en la casa del Señor, por años sin término" Salmo 22.  "Es la magnificencia con que el Padre nos provee, conforme a su riqueza en Cristo Jesús" Filipenses 4, 12.
P. JESUS MARTI BALLESTER

UNA REFLEXION PARA NUESTRO TIEMPO
.- La muerte es nuestra unica certidumbre. Ese limite no lo podremos superar ni con las dietas de expertas nutriologas, ni con los avances de la biotecnologia. Sin embargo, ese final podra convertirse en fin, es decir, en una meta que abrira las puertas a otra dimension. De esta existencia mortal, tan llena de ambigüedades, de gozos y carencias; pasaremos a una existencia plenificante. Esta, es una firme y profunda creencia, asentada en la experiencia de Cristo resucitado. Ahora que la muerte se nos ha convertido en una estadistica trágica en este pais, necesitamos afianzar nuestra confianza en la vida: en esta vida fragil y pasajera que gozamos en este mundo y en la vida plena que anhelamos alcanzar al final. No son dos realidades desintegradas: las primicias de la vida abundante se paladean en las circunstancias presentes.

REFLEXION Evangelio Mateo capitulo 22, versiculos 1 al 14

Dios nos ha invitado de muchas maneras a participar del Reino, de la vida en abundancia pensada por Dios para el hombre desde toda la eternidad, la cual habiamos perdido por el pecado. Sin embargo, aceptar o no, depende de cada uno de nosotros. ¿¿¿ Excusas??? ¡Muchas! Pero como vemos en este pasaje, ninguna cuenta, ni para no asistir ni para presentarnos indignamente a la mesa del Senor. Y digo para presentarnos dignamente a la fiesta, pues un detalle que no se conoce y que a veces hace que se juzgue duramente al Rey que exige a un pobre el llevar vestido de fiesta, es que el traje de fiesta en este tipo de eventos era proporcionado por el mismo que hacia la invitacion, por lo que no habia excusa para no tenerlo. Lo mismo pasa con nosotros. Dios nos ha hecho la invitacion sin pensar si somos buenos o malos, pobres o ricos… nos ama y nos ha invitado asi como somos. Ademas nos ha llenado de gracias, sobre todo de la gracia santificante, que es el vestido para la fiesta del Reino. Por ello, no hay excusa para no asistir, para no vivir en el reino del amor, la justicia y la paz en el Espiritu Santo.... en una palabra, no hay excusa para no ser santo. 


Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Abrele tu corazon. 
Como Maria, todo por Jesus y para Jesus. 

Pbro. Ernesto Maria Caro

 El método educativo paternal de Dios.
   Estimados hermanos y amigos:
   Hoy meditamos la parábola de las Bodas del Cordero con la humanidad redimida, que San Mateo expone en los primeros catorce versículos del capítulo veintidós de su Evangelio. Para interpretar correctamente este texto, debemos pensar que Dios, después de concluir la instauración de su Reino entre nosotros, recuerda la historia de las relaciones que, a lo largo de los milenios que le concedió a la humanidad para que optara por ser santificada, mantuvo con los hombres. El texto mateano es sobrecogedor, porque recuerda la salvación que los creyentes ansiamos -y de hecho ya experimentamos en nuestro interior-, y la condenación de quienes, teniendo la plena certeza de que Dios existe, se niegan a creer en El, con tal de no someterse a lo mejor que puede sucedernos, que es el cumplimiento de su voluntad en nuestra vida.
   Jesús nos dice en el Evangelio de hoy:
   ""El Reino de los cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo" (MT. 22, 2).
   El Rey mencionado por nuestro Señor en la parábola que estamos considerando, es nuestro Santo Padre celestial. La boda a que hace alusión nuestro Redentor, es la conclusión de la instauración del Reino mesiánico entre nosotros, es decir, nuestra santificación plena, y el total exterminio del mal del mundo.
   "Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir" (MT. 22, 3).
   Los invitados de quienes nos habla Jesús, son sus hermanos de raza, los cuales fueron los primeros que tuvieron la dicha de conocer a nuestro Padre común, y, los siervos de Dios, son los grandes personajes del Antiguo Testamento, que actuaron cumpliendo la voluntad de nuestro Padre común, según les permitieron hacerlo la superación de sus defectos y la grandeza de su fe.
   ¿Por qué muchos de los hermanos de raza de nuestro Salvador no quisieron someterse a Yahveh en tiempos del Antiguo Testamento, ni aceptar el Evangelio de su salvación, que les fue predicado por Jesús? Para responder esta pregunta, bástenos pensar en las dificultades que tanto nosotros como nuestros prójimos tenemos, para actuar como verdaderos cristianos.
   "Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: "Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda." Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron" (MT. 22, 4-6).
   Jesús nos recuerda cómo muchos de sus hermanos de raza cambiaron el cumplimiento de la voluntad de Dios por el cumplimiento de sus deseos, y cómo otros tantos asesinaron a los Profetas de Yahveh, incluyéndolo a El, según vimos en la parábola de los viñadores malvados, que reflexionamos el Domingo XXVII Ordinario (MT. 21, 33-43).
   ¿Cumplimos nosotros la voluntad de Dios, o nos hemos creado una divinidad a nuestra imagen y semejanza?
   ¿Aceptamos plenamente el cumplimiento de la voluntad de Dios en nuestra vida, o solo le prestamos atención a los aspectos de nuestra religión que nos interesan?
   ¿Somos conscientes de que nuestras acciones influirán en gran manera sobre el futuro que nos aguarda, tanto en esta vida, como después de nuestro fallecimiento, y de que Dios concluya la instauración de su Reino entre nosotros?
   "SE airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad" (MT. 22, 7).
   El versículo del Evangelio de San Mateo que estamos considerando, nos recuerda cómo el Judaísmo dejó de ser la religión oficial del pueblo de Dios, para darle paso al Cristianismo. Este texto no sólo nos recuerda el citado hecho, pues también nos trae a la memoria el incendio provocado en el Templo de Jerusalén por los soldados de Tito y Vespasiano el año setenta del siglo I, el cuál actuó debilitando el orgullo de los palestinos, para quienes el Templo era símbolo de su poder político y religioso. Admirable fue el valor de quienes murieron dentro de la Ciudad Santa sucumbiendo bajo el fuego, con tal de no vivir sometidos a sus dominadores. Flavio Josepho describió el angustioso relato de cómo muchos de sus hermanos de raza se organizaron en Masada para asesinarse unos a otros, para evitar vivir bajo el dominio de sus colonizadores romanos, unos años después de que aconteciera el incendio de Jerusalén.
   Sigamos meditando el Evangelio de hoy.
   Dado que los miembros del primer pueblo de Dios le fallaron a Yahveh, ¿se quedarían frustrados los planes del Todopoderoso de tener una familia santa?
   "Entonces dice a sus siervos: "La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda."" (MT. 22, 8-9).
   En los cruces de los caminos de la vida mencionados por el Rey de la parábola que estamos considerando, deberíamos estar los cristianos, predicando el Evangelio infatigablemente, para aumentar el número de nuestros hermanos de fe, renunciando a depositar esa gran responsabilidad exclusivamente en los religiosos, a pesar de que muchos de los tales no desean que los laicos prediquemos la Palabra de Dios.
   Estos últimos invitados de quienes se nos habla en el Evangelio de hoy, son paganos, aunque sabemos que entre ellos, también habrá muchos hermanos de raza de nuestro Salvador. El poder en el Reino de Dios no le fue quitado al pueblo de nuestro Redentor, sino a los líderes religiosos que intentaban crear un dios conforme a sus intereses materiales.
   "Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales" (MT. 22, 10).
   Muchas veces, cuando algunos cristianos nos vemos tan solos en el mundo de tal manera que no tenemos a nadie con quien hablar de Dios que comprenda nuestros sentimientos, acabamos agobiados, pensando que el poder del demonio y del pecado parece imparable, y, mientras perdemos el tiempo meditando sobre las ideas resultantes de nuestra escasez de fe y esperanza vivas, Jesús, en la parábola que estamos meditando, nos dice que muchos de los invitados a las Bodas del Cordero habían sido malos, y, además, la sala de bodas, estaba llena de invitados. Nosotros creemos que estamos solos, que no tenemos hermanos de fe en este mundo, mientras que Dios tiene todo un ejército de almas orantes que viven para alabarlo y pedirle que salve a toda la humanidad. ¿Nos damos cuenta de lo que logramos al tener tan poca fe?
   ¿Por qué te preocupas por tus familiares no creyentes o por los que han incurrido en el pecado de dejarse arrastrar por ciertos vicios? Cambia tu preocupación por confianza en la misericordia de Dios, pues El es el único que jamás te defraudará. Tú no puedes salvar a quienes amas, pero para Dios todo es posible.
   "Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?" El se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes (los ángeles): "Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes."" (MT. 22, 11-13).
   El rey de la parábola que estamos meditando, fiel a la costumbre de los judíos de alta posición social, les dio a sus invitados el traje que tenían que ponerse para asistir a la boda de su Hijo. Sabemos que en todas las familias hay una oveja negra. Hubo un invitado que, cuando concluyó el tiempo de las oportunidades que tenía para ser santificado, siguió empeñado en adaptar a Dios al cumplimiento de sus caprichos, lo cual le costó la expulsión del Reino de Dios.
   Dios llamó amigo a aquel de sus invitados que se condenó porque no se vistió el traje de bodas, pero, aunque en ningún momento le mostró que lo odiaba, no le impidió la citada condenación, porque el citado invitado había elegido su destino.
   "Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos" (MT. 22, 14).
   Esta frase de nuestro Señor, referida a los líderes religiosos de su país, puede tener su repercusión sobre nosotros, pues, habiendo sido muchos los invitados a vivir en la presencia del Dios Uno y Trino, ¿cuántos de nosotros elegirán un destino contrario a aquél al que los ha destinado la voluntad de quien quiere que todos los pecadores se conviertan, para que El los salve y sean sanados?
   Nuestro Santo Padre, nos dice en la Biblia:
   "Y ahora, Israel, ¿qué te pide tu Dios, sino que temas a Yahveh tu Dios, que sigas todos sus caminos, que le ames, que sirvas a Yahveh tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, que guardes los mandamientos de Yahveh y sus preceptos que yo te prescribo hoy para que seas feliz?" (DT. 10, 12-13).
   La cuestión que nos ocupa es simple. Dios no necesita nada de nosotros, pero si vivimos para amarle y amarnos, además de ser felices en este mundo dentro de nuestras posibilidades, gozaremos de la vida eterna. ¿Quién se resistirá a renunciar a tan grandes dones que Dios ha preparado para nosotros?


   (José Portillo Pérez).

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