Hola amigos, bienvenidos a este sitio que solo busca compartir todo aquello que llega a mi buzón, y nos ayuda a crecer en nuestra fe católica..
(casi todo es sacado de la red)

Si alguien comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia o que se retire, por favor, que me lo comunique y lo hago inmediatamente. Gracias.

Espero que os sirva de ayuda y comenteis si os parece bien...


Gracias


Maria Beatriz.



SI AL CRUCIFIJO Tu quita un Crucifijo y nosotros pondremos mil

En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

10 de octubre de 2014

LECTURAS DEL DÍA 10-10-2014

VIERNES DE LA XXVII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Feria o SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA, obispo, Memoria Libre. 10 de Octubre del 2014 . 3º semana del Salterio. (Ciclo A) TIEMPO ORDINARIO. AÑO DE LA FE..SS. Tomás de Villanueva ob, Daniel Comboni ob, Telquilda ab, Casio y Florencio mrs. Santoral Latinoamericano. SS. Daniel, Tomás de Villanueva.
LITURGIA DE LA PALABRA 

Ga 3,7-14: Los hombres de fe reciben la bendición con Abrahán, el fiel. 
Sal 110: El Señor recuerda siempre su alianza. 
Lc 11,15-26: Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. 
 


Jesús expulsa los demonios con la virtud de Dios. El “dedo de Dios” es símbolo de su fuerza. Cuando Moisés provocó las plagas de Egipto, decían los adivinos de los egipcios: “El dedo de Dios está aquí” (Ex 8,15). A Dios le basta con mover su dedo para que surjan obras imponentes. El cielo es obra de los dedos de Dios (Sal 8,4). El triunfo sobre el señorío de Satán con el poder de Dios que actúa en Jesús, muestra que ha llegado ya el reino de Dios, aunque todavía no se ha desarrollado plenamente. Se ha inaugurado ya el tiempo de la salvación. El reino de Dios ha reportado ya la victoria sobre el de Satán. De ello son señal las expulsiones de demonios. El combate mesiánico fuerza a cada cual a optar por Cristo o contra él. No tolera neutralidad. Tomar partido es inevitable. El demonio expulsado se comporta como un hombre que ha sido echado de su casa. El relato tiene carácter de parábola. El que ha escapado del señorío de Satán, no por ello debe creerse inexpugnable y completamente seguro. El estado final de una persona que se ha convertido, si no persevera como tal, puede ser peor que el anterior a la conversión. 

PRIMERA LECTURA 
Gálatas 3, 7-14 
Son los hombres de fe los que reciben la bendición con Abrahán, el fiel 

Hermanos: Comprended de una vez que hijos de Abrahán son los hombres de fe. Además, la Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, le adelantó a Abrahán la buena noticia: "Por ti serán benditas todas las naciones." Así que son los hombres de fe los que reciben la bendición con Abrahán, el fiel. 

En cambio, los que se apoyan en la observancia de la ley tienen encima una maldición, porque dice la Escritura: "Maldito el que no cumple todo lo escrito en el libro de la ley." 

Que en base a la ley nadie se justifica ante Dios es evidente, porque lo que está dicho es que "el justo vivirá por su fe", y la ley no arranca de la fe, sino que "el que la cumple vivirá por ella." 

Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose por nosotros un maldito, porque dice la Escritura: "Maldito todo el que cuelga de un árbol." Esto sucedió para que, por medio de Jesucristo, la bendición de Abrahán alcanzase a los gentiles, y por la fe recibiéramos el Espíritu prometido. 

Palabra de Dios 

Salmo 110. R/.El Señor recuerda siempre su alianza. 

Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman. R. 

Esplendor y belleza son su obra, su generosidad dura por siempre; ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente. R. 

Él da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza; mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, dándoles la heredad de los gentiles. R. 

SANTO EVANGELIO 
Lucas 11, 15-26 
Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros 

En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron: "Si echa los demonios, es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios". 

Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. El, leyendo sus pensamientos, les dijo: "Todo reino en guerra civil va a la ruina, y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿como mantendrá su reino? Vosotros decís que yo hecho los demonios con el poder de Belzebú; y si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero si yo echo les demonios con el dedo de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice: "volveré a la casa de donde salí". Al volver se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio". 

Palabra del Señor.

Reflexión de la Primera Lectura: Ga, 3-14. Los hombres de fe reciben la bendición
Inmediatamente antes de las cosa que dice aquí, Pablo ha recordado a los gálatas que el hecho de haber creído en Dios, por parte de Abrahán, «le fue tenido en cuenta para alcanzar la salvación» (3,6). Es el pasaje de Gn 13,6 el que, a modo de fundamento de la fe israelita, se recuerda tanto aquí como en Rom 4,3. En efecto, Abrahán es «padre en la fe precisamente porque aceptó peregrinar con Dios fiándose por completo y exclusivamente de su palabra; de este modo, se convirtió en instrumento de la bendición de Dios no sólo para su pueblo, sino para todas las naciones (v. 8). Está claro, por consiguiente, que todos aquel que, como los gálatas, se llaman «hijos de Abrahán» (v. 7) deberían fundamentar como él su propia vida únicamente en la fe en Dios; por tanto, en su Palabra escuchada y vivida.

Con el rigor de quien conoce a fondo la Escritura, Pablo no tiene miedo de remachar que serán malditos aquellos que piensen salvarse comprometiéndose de una manera voluntaria en la observancia de la Ley (cf Dt 27,26). Ahora bien, la maldición no tiene lugar a buen seguro por el hecho de querer hacer cosas positivas y santas, escritas en la Ley y queridas por Dios, sino solamente por buscar realizarlas de modo autónomo, como si el Señor estuviera al margen de nuestra existencia, como un frío espectador y juez remunerador.

De hecho, como dice Pablo en Rom 7,7ss, nos descubrimos incapaces por nosotros mismos de realizar el bien al advertir la profunda divergencia que media entre nuestras aspiraciones y nuestras insuficientes posibilidades para darles cumplimiento. Y no sólo en el sentido más pleno, el que leíamos ya en el profeta Habacuc (2,4), confirmado aquí y presentado por Pablo en Rom 1,17: el hombre justo vivirá en virtud de la fe (cf v. 11), es decir, vivirá santamente sus días por haber se fiado plenamente de un Dios que es «autor y perfeccionador» de su fe (1-Heb 12,2).

En los vv. l3ss, Pablo profundiza ulteriormente en su argumentación, tocando la ardiente profundidad del misterio cristiano. Cristo nos ha liberado de la maldición que supone vivir el clima opresor de la sola Ley, tomando sobre sí, en la cruz, la maldición del pecado. En otro lugar dirá Pablo que Jesús, la inocencia infinita, se hizo pecado por nosotros (cf 2 Cor 5,21). Nos amó verdaderamente hasta ese punto, abriendo las puertas de par en par a todas las naciones a la antigua bendición de Abrahán y a la promesa del Espíritu.

Reflexión del Salmo 110. El Señor recuerda siempre su alianza.
Es un himno de alabanza. Los salmos de este tipo celebran la presencia de la acción del Señor en la historia, poniendo de manifiesto las maravillas en favor de su pueblo y su fidelidad a la alianza

El salmo 110 es alfabético, esto es, en su lengua original, cada línea comienza con una letra del alfabeto hebreo, tal vez para facilitar su memorización (los demás salmos alfabéticos son: 9- 10; 25; 34; 37; 112; 119; 145). Este salmo es una especie de ramillete compuesto de flores diversas. Casi todas sus frases han sido tomadas de otros salmos.

Su condición de salmo alfabético supone ya una forma de organización. Pero existen otras. Por lo general, los himnos de alabanza constan de introducción, cuerpo y conclusión. Este es el caso del salmo 110. Tiene una introducción (1), un cuerpo central, que puede dividirse en dos partes: 2-3; 4-9) y una conclusión, con sabor sapiencial (10).

La introducción comienza con una exclamación: “¡Aleluya!» (« ¡Alabad al Señor!»), que caracteriza ya la alabanza. Continúa mostrando cómo el salmista bendice y da gracias al Señor: «De todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea». Podemos constatar que nos encontramos en contexto público. La persona que compuso este salmo está bien acompañada (los «rectos»). La asamblea tal vez se refiera a la presencia del pueblo congregado para una celebración.

El cuerpo central (2-9) tiene dos partes. En la primera (2-3), el salmo se centra en las grandes obras del Señor, merecedoras de atención, estudio y profundización. Para llegar a ello, es preciso amarlas (2). La obra del Señor es esplendor y majestad, fruto de su generosidad eterna (3). En el pasado, «generosidad» era sinónimo de justicia. Aquí, pues, se bendice y se da gracias por la creación. Es fruto de la justicia del Señor. Merece ser estudiada, contemplada y alabada. Se menciona por primera vez algo que dura o permanece «por siempre» (3b).

La segunda parte (4-9) arranca con las «maravillas memorables» de Dios, fruto de su piedad y compasión (4). La primera maravilla consiste en proporcionar alimento a los que le temen, sustentando la vida que él mismo ha creado (primera parte). La razón de todo ello es que el Señor recuerda «siempre» su alianza (5b). En esta frase encontramos dos elementos importantes: la aparición de la alianza, motivo que determina la segunda parte del cuerpo central, y la segunda referencia a algo que permanece («siempre»). Por su alianza con el pueblo, el Señor le muestra la fuerza de su poder, la principal maravilla de todo el Antiguo Testamento: la liberación de Egipto y la entrega de la tierra, ocupada por las naciones (6).

En la primera parte, se afirmaba que la creación era fruto de la «generosidad» del Señor, esto es, de su justicia. La liberación de Egipto es, por su parte, fruto de la fidelidad («verdad») de Dios a las promesas y a la alianza. Se invita al pueblo, su aliado, a confiar en sus preceptos: «Justicia y Verdad son las obras de sus manos, todos sus preceptos merecen confianza» (7). La siguiente idea se centra en estos preceptos, es decir, en los mandamientos que sellan la alianza entre Dios e Israel. Se menciona por tercera vez algo que dura por siempre: sus preceptos «son estables para siempre y eternamente, han de cumplirse con verdad y rectitud» (8).

La descripción de las maravillas continúa, hablando ahora el salmo de la liberación del pueblo como ratificación de una alianza perpetua (9). Es la segunda vez que se habla de la alianza (5b.9a) y la cuarta en la que se menciona algo que dura «para siempre». No se sabe si la liberación que se recuerda aquí es la de Egipto o la del exilio, pues este salmo tuvo su origen ciertamente después le que los judíos regresaran del cautiverio en Babilonia. Se añade una expresión que da mayor profundidad al nombre del Señor: «Su nombre es santo y terrible» (9b).

La conclusión (10) tiene sabor a salmo sapiencial. Dicho de otro modo, afirma que el principio de la sabiduría consiste en temer al Señor y que el buen juicio —«sentido común», diríamos nosotros— es una característica de los que tienen este temor. Concluye ampliando la alabanza inicial, extendiéndola eternamente: «Permanece por siempre» (quinta mención de algo que dura para siempre).

Este salmo nació ciertamente después del exilio en Babilonia. El pueblo está reunido (1) y alguien quiere alabar al Señor por sus grandes portentos o maravillas: la creación (2-3), la liberación de Egipto, la alianza, la entrega de la tierra y la vuelta del exilio babilónico (4-9), con la recuperación de la tierra, Superadas las tensiones y los grandes conflictos que impedían el desarrollo y el mantenimiento de la vida (Egipto, Canaán, Babilonia), se invita al pueblo a alabar al Señor y adquirir sabiduría. Contemplando las maravillas del Señor (creación, liberación, alianza, don de la tierra), aprendemos a temerlo, adquirimos sabiduría y sentido común para vivir en constante alabanza, para siempre.

Son muchos los detalles que aparecen en este salmo. Destacamos algunos, relacionados con la creación, la alianza, la conquista de la tierra y la liberación. Partiendo de la expresión «para siempre», descubrimos que su justicia (3b), la alianza (5b) y sus preceptos son estables «para siempre», lo que provoca una alabanza perenne en el pueblo. El salmo alude a las obras del Señor y las califica de «grandes», son «esplendor y majestad», «maravillas», A continuación, muestra algunas de ellas: la creación que él sostiene dándole alimento, la alianza, la entrega de la tierra y las distintas liberaciones (la de Egipto y la de Babilonia), Además, este salmo afirma que «el Señor es piadoso y compasivo» (4b) y que «su nombre es santo y terrible» (9b). En los tres momentos cruciales de la historia del pueblo (creación, liberación de Egipto y alianza, liberación de Babilonia) el Señor realizó grandes obras de esplendor y majestad, maravillas de justicia, porque su alianza es para siempre.

Todas esas acciones maravillosas del Señor alcanzan su culmen en Jesús. María hizo suyo este salmo para alabar la misericordia de Dios (Lc 1,49)

Podemos rezar este salmo cuando queremos, junto con otras personas, alabar «para siempre» a Dios: por la creación, por la alianza, la liberación, la posesión de la tierra, etc. También cuando, alabando a Dios como hemos dicho, queremos aprender el principio de la sabiduría, para disfrutar de un buen sentido común y temer a Dios, sin dejar de alabarlo.

Reflexión primera del Santo Evangelio: Lucas 11,15-26. Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros.
Lucas nos hace entrar aquí en el encarnizamiento contra Jesús no sólo por parte de sus enemigos, sino también del Adversario por excelencia: Satanás, llamado aquí con un término de origen sirofenicio, Belzebú (Beelzebul significa “el señor del monte”, mientras que la acepción de Beelzebub significaría «rey de las moscas»). El hecho del que parte toda la argumentación es la expulsión del demonio llevada a cabo por Jesús. De modo malicioso, sus adversarios insinúan la idea de que Jesús habría obtenido el poder de curar del mismo jefe de los demonios. Otros, agudizando la ficción, pretenden que realice un milagro como «señal del cielo (v. 16) para confirmar su pertenencia a Dios. Es la acostumbrada trampa-tentación en la que, totalmente ofuscados, quisieran coger a Jesús: al margen de todo itinerario de fe auténtica.

“Sabiendo lo que pensaban” (v. 17), Jesús los desbarata con una lógica inequívoca: ¿cómo podría permitirle Satanás combatir a los demonios a él sometidos? Sería como si quisiera el hundimiento de su mismo reino. Además, si fuera verdadera esta acusación, iría también contra los exorcistas judíos, porque --dice Jesús con ironía-- quizás expulsarían a los demonios con la ayuda de su propio jefe. Pero la apretada argumentación del Señor encuentra su baricentro cuando advierte a los interlocutores que, si él expulsa a los demonios con el poder de Dios “dedo” (significa “poder”: cf Sal 8,13), eso quiere decir que su presencia equivale a la presencia del Reino en medio de ellos (cf 11, 17-26).

Viene a continuación la pequeña parábola del hombre fuerte y del otro más fuerte, donde se pone de manifiesto la victoria de Cristo sobre Satanás. Quien no le reconoce y se pone de su lado, se pone en contra. Y es que, respecto a Jesús, no hay sitio para la neutralidad. O estás con él y recoges para la vida eterna, o estás contra él y desparramas todos los verdaderos bienes.

Aparece, por último, una llamada a la vigilancia. Satanás no es alguien que encuentre reposo dándose por vencido, sino que allí donde ve la casa «barrida y adornada» (v. 24), esto es, a una persona decidida a seguir a Jesús, lanza un ataque total (expresado por el número siete: (v. 26), porque, por envidia (cf Sab 2,24), le apremia la ruina del hombre.

Hay una reviviscencia de lo demoníaco en nuestra realidad sociocultural. En ciertos ambientes se habla de esto cultivando miedos inútiles, en otros se tiende a ridiculizar el tema. Hay también grupos que realizan incluso prácticas satánicas. Nuestra certeza es que con el «dedo de Dios» (Lc 11,20), es decir, con el poder del Altísimo, Jesús, vivo en la Palabra y en las realidades sacramentales de la Iglesia, sigue saliendo vencedor sobre el maligno. Por consiguiente, quien de manera decidida está de su parte y vive con él, nada tiene que temer.

Con todo, es preciso salir de toda mentalidad ambigua, porque o estás con él o contra él. Satanás está «bien armado», pero Dios es mucho «más fuerte» que él, con todas las consecuencias que ello implica (Lc 11,23). «Como león rugiente anda rondando, buscando a quién devorar» (1 Pe 5,8),..Pero sigue siendo siempre una criatura a la que el «dedo de Dios» somete y destroza como una pajuela. Belzebú es el desesperado por excelencia, que «anda por lugares áridos» y no encuentra paz (Lc 11,24), de ahí que su estrategia de «mono de Dios» —como le llamaban los Padres antiguos— sea hacerse semejante a él. Dios hace al hombre semejante a su ser amor y alegría; Satanás, si no consigue hacernos desesperados como él, pone todos los medios para con seguir echarnos al menos en el desánimo. En virtud de la muerte y resurrección de Jesús, ha perdido la guerra, pero es en este tipo de batallas donde todavía puede vencer. En consecuencia, hemos de estar atentos a la casa de nuestro corazón. Aunque esté «barrida y adornada Satanás la asedia continuamente con sus ejércitos. Las armas para resistirle son la fe y la oración en la que se expresa la fe.

Creer que Jesús ha aceptado ser «por nosotros maldición, pues dice la Escritura: Maldito todo el que cuelga de un madero» (Gal 3,13) es pedir la gracia de ser fortificados y salvados por él: ésa es nuestra certeza. «El príncipe de este mundo [uno de los nombres de Satanás] va a ser arrojado fuera. Y yo [ha dicho Jesús], una vez que haya sido elevado sobre la tierra, atraerá a todos hacia mí» (Jn 12,32). En consecuencia, es mirándole a él, crucificado y resucitado, con confiados ojos de fe, como se abren horizontes de paz para nosotros, bendecidos por Dios (Gal 3,9). Por el contrario, el conjunto de nuestras obras no vivificadas ni dinamizadas por el Espíritu mediante la fe se convierte en terreno propicio para las artes del maligno.

Reflexión segunda del Santo Evangelio: Lucas 11,15-26.. La expulsión de los demonios significa la llegada del reino. 
Lucas menciona el exorcismo de un demonio, sin describirlo detalladamente. Literariamente, éste prepara ci reproche contra Jesús de que él exorcizaba a los demonios ron la ayuda de Belcebú, así como también, subsiguiente- mente, su discurso de defensa. El asombro de la gente marca la conclusión de la narración del exorcismo.

Algunos suponen que Jesús exorciza a los demonios u la ayuda de Belcebú. Con esto, ellos atribuyen a Jesús una estrecha conexión con el poder del mal, que es opuesto al poder de Dios. El significado exacto de la palabra “Belcebú” es incierto. Posiblemente fue un nombre popular para el príncipe de los demonios. Podría ser una distorsión de Baal Zebud (Señor de las moscas), mencionado en la tradición bíblica, del dios de la ciudad filistea de Ekrón (2 Reyes 1,2-16). En la tradición bíblica, las deidades paganas equivalen a demonios.

Otros ponen a prueba a Jesús y exigen una señal del cielo, es decir, una prueba de su envío divino. Las señales del cielo son señales de Dios. Esas señales y prodigios los realizó Dios ante el faraón (Ex 7,3; 10,2) y por ellos sacó a Israel de Egipto (Dt 7,19; 26,8).

Lucas presenta a Jesús como superior a sus oponentes. El sabe lo que piensan sus enemigos. Por ello accede a los reproches. En su argumentación, Jesús retoma una experiencia: las guerras civiles descomponen cualquier país y éste se hace inhabitable.

Jesús emplea ahora el conocimiento de la experiencia contra el reproche de que él exorciza a los demonios con la ayuda de Belcebú, porque esto significa que Satanás está peleando consigo mismo y prepara así si propio hundimiento. Pero esto es absurdo, si se tiene en cuenta la experiencia de la guerra.

En su argumentación, Jesús da todavía un paso más. El pregunta sobre la práctica de los exorcistas judíos. Que éstos exorcizan a los demonios con la fuerza de Dios tampoco se cuestiona por parte de los opositores de Jesús. De acuerdo con la tradición que transmite Flavio Josefo, Dios había dado a Salomón poder sobre los demonios; éste componía fórmulas de exorcismo con la ayuda de las cuales se podían atar y expulsar a los malos espíritus. Según la creencia judía, algunos rabinos eruditos también poseían el poder sobre los malos espíritus.

Con esta argumentación, Jesús llega a la conclusión contundente de que él exorciza a los demonios con el poder de Dios. Ex 8,14-15 narra que los magos del faraón, a pesar de todos los artificios que emplean, no pueden producir ningún mosquito. Por eso contestan al faraón: aquí está presente la mano de Dios. La exégesis rabínica llega a la conclusión de que las acciones de Moisés y Aarón son una obra de Dios y no una obra de los demonios. Y si Jesús exorciza a los demonios con la fuerza de Dios, entonces esto significa que el poder de Dios está presente en su obra.

Jesús ilustra con una imagen lo que significa esto para sus oyentes. En sí, la imagen es convincente y no requiere explicación más detallada.

Este versículo quiere poner de manifiesto que quienquiera que se encuentra con Jesús se halla ante una decisión: si quiere ponerse del lado de Dios, tiene que ponerse del lado de Jesús.

Con la ayuda de esta parábola, Jesús subraya la necesidad de decidirse por él. La lógica de la narración se basa en el pensamiento de la antigüedad: el mundo de los demonios es un peligro real para el hombre. Existen espíritus vagabundos, impuros, que forman alianzas entre sí y amenazan al hombre. Quien se decide por Jesús se somete al dominio de Dios y no solamente es liberado de los demonios; la fuerza de Dios le concede también una protección efectiva contra un nuevo ataque de los mismos.

Estos versículos interrumpen el hilo del discurso de Jesús y se ubican en el centro de la composición Lc 11,14.

Una mujer espontáneamente manifiesta su acuerdo con Jesús. “Cuando él dijo eso” se refiere a todo el discurso precedente (vv. 16-26). El entusiasmo de la mujer por Jesús la induce a felicitarlo. Al glorificar a la madre, ella glorifica a Jesús mismo: esto corresponde a la forma de pensar judía. De acuerdo con ella, la maternidad significa la dignidad más grande para una mujer; y cuando el niño hace cosas tan grandes, entonces su madre tiene, con razón, todo el derecho de alegrarse (Gn 49,25).

En su contestación, Jesús guía la atención de sus oyentes a lo decisivo: oír la Palabra de Dios y obedecerla (Lc 8,11-15; 10,38-47). María, la madre de Jesús, es para Lucas el modelo del creyente. Ella guardó todas las palabras de Dios en su corazón y reflexioné sobre ellas (Lc 2,19).

Se menciona nuevamente el discurso de Jesús. Expresamente nota Lucas que la muchedumbre se arremolina a su alrededor: En este segundo paso del discurso, él accede a la petición de una señal por parte de Dios (v. 16).

Según el pensamiento bíblico, Dios envía señales por propia iniciativa. Una señal como ésta, por cierto, puede ser so licitada, pero no puede ser cuestionada la libertad de Dios de concederla. Dios realizará este deseo sólo cuando la petición esté fundada en la confianza (Jr 6.36-40; 2 Re 20 1).

En Lucas, “esta generación” califica al pueblo de Dios de ese entonces (Lc 7,31; 9,41; 11,50-51; Ap 2,40).

Con el reproche “esta generación es mala”, Jesús reclama a su pueblo su insuficiente confianza en Dios y, con eso, su insuficiencia de Fe. Por ello tampoco se le concede ninguna otra señal más que la señal de Jonás. En la interpreta bíblica es controvertido lo que debe entenderse por “la señal de Jonás”. En numerosas representaciones en las catacumbas, Jonás es interpretado como modelo de los creyentes y puesto en referencia con la resurrección: los tres días en el vientre del pez son equiparados con los tres días de Jesús en la tumba.

De acuerdo con Lucas, Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive. Quien lee el libro de Jonás se entera de que los habitantes de Nínive no ven ni oyen otra cosa que la predicación de Jonás. El Hijo del Hombre es, de igual modo, una señal para esta generación, como Jonás lo es para Nínive: esto significa que Jesús niega cualquier señal y se remite meramente a su predicación y a sus obras. Sus palabras y sus acciones son la única señal que se les da.

Ambos versículos están construidos paralelamente. Y suministran las dos palabras claves para la interpretación de la petición de la señal: oír y convertirse. Esta es la única actitud válida frente al mensaje de Jesús. El supera tanto a Salomón como a Jonás (vv. 28-29).

Este versículo tiene un paralelo casi literal en Lc 8,1 6. Allí se añade esta imagen a la interpretación de la parábola del sembrador Con esta imagen, otra vez se vuelve a realzar acentuadamente el “escuchar la Palabra y obedecerla” como lo decisivo; ésa es la función que tiene en este discurso. Exorcizando Jesús a los demonios y anunciando la Palabra, el Reino de Dios se hace presente.

Estos versículos escogen la imagen de la “luz”. En la tradición bíblica, el ojo equivale al órgano sensorial más importante, que le transmite al hombre el mundo exterior: Por la luz que pasa a través de sus ojos, el hombre participa de los acontecimientos de su alrededor. También lo divino es percibido a través de los ojos; con este dicho, Jesús acentúa una vez más que a sus contemporáneos no se les dará otra señal que su obra misma.

Reflexión tercera del Santo Evangelio: Lucas 11,15-26.. Un reino dividido y combatido de dentro se derrumba.
Este relato (del que comentamos fundamentalmente los versos 11 14—23) ha recogido el momento más hiriente de la polémica de Jesús con la autoridad religiosa de su pueblo. Nadie ha puesto en duda su capacidad como exorcista; pero los fariseos atribuyen sus milagros al influjo de Satán, que actúa a través de su persona (11, 15) y quiere pervertir a todo el pueblo, utilizando como cebo la pobre curación de unos posesos. Indudablemente, el argumento fariseo muestra cierta herencia. ¿Cuál ha sido la respuesta de Jesús a esas palabras?

Una primera respuesta consiste en suponer que su exorcismo se mantiene en la línea de los exorcismos fariseos. Si él es un esclavo de Satán, también lo serán ellos (19). Debemos anotar que este argumento ha penetrado en el problema, pero es internamente incapaz de resolverlo. Los enemigos pueden responder que ellos expulsan los demonios con la tuerza de la ley (de Dios), mientras Jesús se vale de la magia (del poder del diablo).

Tampoco el segundo argumento es totalmente conclusivo. Es cierto que un reino dividido y combatido desde dentro se derrumba (11, 17-18). Pero los enemigos den responder que esa división es aparente; Satán finge perder y ofrece una ventaja relativa a los poderes de lo bueno (dejando que se cure algún enfermo) para atenazar con más profundidad a todo el pueblo. Debemos señalar que este argumento puede interpretarse de maneras diferentes Para los fariseos lo valioso es la ley; por eso, la curación de unos enfermos significa un dato secundario. Para Jesús, la curación (liberación) de un desgraciado tiene un valor definitivo. Por eso, si Satán permite una derrota en ese campo es que en verdad se encuentra ya perdido.

Hay un tercer argumento que alude a la llegada del “más fuerte” (2 1-22). En principio, el dato se refiere a Dios, que se revela como “más fuerte” que Satán, que era fuerte y hasta ahora había dominado sobre el gran palacio de la tierra. A la luz de esta visión, los exorcismos de Jesús se muestran como el signo (el campo de batalla) en el que Dios actúa en contra de Satán y le derrota.

Todos estos argumentos se mueven sobre un plano de fe y se han condensado en la palabra decisiva que proclama: “Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros” (11, O). “Dedo” significa aquí la fuerza o el poder de actividad de Dios que se realiza por medio de Jesús. Jesús tenía la certeza de ser un instrumento de la obra salvadora de Dios entre los hombres. El mismo dato se ha expresado al confesar que es el Espíritu (o el dedo) de Dios el que actúa a través de sus exorcismos Ciertamente el reino es un futuro y se confunde con la plenitud de Dios a la que tienden los humanos. Sin embargo, el reino es a la vez algo presente; es Precisamente aquello que sucede y se realiza cuando Jesús expulsa a los demonios, perdona los pecados y suscita un campo de fraternidad entre los hombres No viene el reino en signos exteriores en estrellas que se caen, por la peste o en la guerra. El reino acaece (se empieza a mostrar) allí donde Jesús libera a los hombres de la fuerza del diablo (lo inhumano) y les conduce hacia el futuro de gracia, libertad y vida. Esta es la fe del evangelio, en contra de la opinión de los fariseos, que interpretan la obra Jesús como expresión de la presencia y el influjo de Satán, el diablo.

Reflexión cuarta del Santo Evangelio: Lucas 11,15-26.
REDENCIÓN/LIBERACIÓN

Ciertamente, el Reino es un futuro y se confunde con la plenitud de Dios a la que tienden los humanos. Sin embargo, el Reino es a la vez algo presente; es precisamente aquello que sucede y se realiza cuando Jesús expulsa a los demonios, perdona los pecados y suscita un campo de fraternidad entre los hombres. No viene el Reino en signos exteriores, en estrellas que se caen, por la peste o en la guerra. El Reino acaece (se empieza a mostrar) allí donde Jesús libera a los hombres de la fuerza del diablo (lo inhumano) y les conduce hacia el futuro de gracia, libertad y vida. Esta es la fe del evangelio, en contra de la opinión de los fariseos, que interpretan la obra de Jesús como expresión de la presencia y el influjo de Satán, el diablo.

REDENCIÓN/PLENITUD-HOMBRE

Para muchos cristianos, el pecado encuentra suficiente explicación con la libertad del hombre y dicen que la personificación del mal -Satán- pertenecía a una época en la que el hombre era juguete de las fuerzas cósmicas. Sin embargo, el evangelio habla del demonio y Jesús es consciente de que su vida es una lucha contra el espíritu del mal.

El mal no se explica totalmente en razón de la libertad humana. Tiene raíces extremadamente profundas que no podemos desarraigar.

Jesús ha venido a destruir este imperio del mal.

El Reino de Dios es el futuro del hombre. Es la plenitud de Dios a la que tiende el hombre y que no puede realizarse plenamente en el mundo actual. Sin embargo, el Reino es a la vez algo presente; es precisamente aquello que sucede y se realiza cuando Jesús expulsa a los demonios, perdona los pecados. El reino de Dios se empieza a mostrar allí donde Jesús libera a los hombres de la fuerza del diablo -todo lo inhumano- y los conduce hacia un futuro de gracia, de libertad y de vida.

-Reino de verdad y de vida.
-Reino de santidad y de gracia.
-Reino de justicia, de amor y de paz.

La mentalidad bíblica contempla la vida de la humanidad como una lucha entre dos espíritus: los que rigen y dominan al hombre natural, y el Espíritu de Dios que lo hace partícipe de la libertad divina. Expulsando a Satanás, Cristo revela que un nuevo Reino acaba de hacer su aparición sobre la tierra, un Reino capaz de destruir el reino de Satanás. Para pertenecer a este nuevo Reino es necesaria una opción ilimitada de fidelidad y de entrega a Jesús.

-Algunos de los asistentes dijeron: "Echa los demonios con poder de Belzebú, el jefe de los demonios..". otros, para comprometerle le exigían una señal que viniera del cielo...

Una de las mayores indigencias es ser incomprendido, despreciado; es ver deformados sus propósitos, sus propias intenciones. Jesús conoció esa clase de indigencia.

¡Se le acusó de ser un destructor del Reino de Dios! Se le acusó de estar del lado de Satán. La acusación era dura y despreciativa: Belzebú significa ¡"Baal del estercolero... Señor de las moscas"! Esto es lo que se decía de Jesús en su lengua, el arameo.

Ayúdanos, Señor, a evitar todas las interpretaciones malévolas.

Ayúdanos, Señor, a soportar, si somos víctimas de ellas, como Tú lo fuiste, esas críticas o esas calumnias.

-Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: "Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado... Si pues Satán está dividido contra sí mismo ¿cómo va a mantenerse en pie su reino?

En esta controversia, Jesús subraya la importancia de la unidad.

La guerra civil destruye más los imperios que los ataques del exterior. Quien usa la "acción de dividir" para atacar será destruido por esa misma división que recaerá contra sus propias tropas.

-Pero, si Yo echo los demonios "con el dedo de Dios", señal es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.

El "dedo de Dios" es imagen de la potencia divina: Dios no tiene que esforzarse, con sólo mover la punta del dedo, actos ingentes se realizan. (Éxodo 8, 15; Salmo 84) La traducción "el reino de Dios ha llegado a vosotros" es algo pálida; el texto griego es mucho más fuerte: "el reino de Dios os ha llegado por sorpresa... ha venido de súbito... os ha sorprendido... os ha alcanzado". Se trata de una "irrupción absoluta y rápida" que corta el aliento, que impide parar el golpe. El golpe dado a Satán no tiene esquiva posible.

-Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su casa, sus bienes están seguros.

Pero cuando otro "más fuerte" lo asalta y lo vence, le quita las armas...

Lucas es el único, y en esto se diferencia de Mateo (12, 29) a consignar la presencia de uno "más fuerte", nombre que Juan Bautista había dado al mesías (Lucas 3, 16). Jesús "más fuerte" que el mal, más fuerte que Satán, ven en mi ayuda, en ayuda de nuestra pobre humanidad.

-El que no está conmigo, está contra mí.

En Lucas 9, 5O, Jesús había dicho: "el que no está contra vosotros, está a favor vuestro".

Aquí, el pensamiento es otro: Jesús quiere, según las circunstancias, ampliar la visión de sus discípulos... o, por lo contrario, quiere inculcarles una cierta intransigencia en la elección de los dos reinos.

-Cuando echan de un hombre el espíritu inmundo, éste va atravesando lugares resecos buscando un sitio para descansar; al no encontrarlo, decide volver a la casa de donde lo echaron... Entonces va a buscar otros siete espíritus peores que él, vuelven y se instalan allí. Y el estado final de aquel hombre resulta peor que el principio.

Jesús se sirve de las representaciones demoníacas corrientes de su tiempo.

Lo esencial está en la advertencia seria y grave: el que escapó un día al poder del mal no debe por ello considerarse inatacable.

Son muchos los hombres modernos que no creen ya en Satán. No obstante, la psicología profunda revela abismos.

El hombre antiguo se creía juguete de unas fuerzas cósmicas invisibles. Sin volver a las representaciones antiguas, tenemos, sin duda, de qué desconfiar: quien niega el poder de Satanás le entrega armas. ¡Nada es peor en un combate que el no ver, no ser consciente del poder del adversario!

Elevación Espiritual para este día.
DIGNIDAD DEL HOMBRE

Indica el valor singular y la grandeza del hombre, que, segun la concepción bíblica, tienen como fundamento su origen divino, su calidad de "imagen y semejanza» de Dios y su finalidad en el Creador mismo. En virtud de esta identidad, todo ser humano, prescindiendo de la edad, del sexo, de la condición social, de la posición ideológica, es portador de valores intrínsecos e inviolables, es sujeto de derechos inalienables. Además de constituir un reflejo de la bondad y del poder del Dios trinitario, todo hombre es un ser inteligente y - volitivo, capaz de iniciativa en el amor, de acogida y de comunión con el otro; está dotado de la capacidad de comprender, transformar, embellecer el mundo en que está situado para que se realicen unas condiciones de vida cada vez más adecuadas a su propia singularidad y grandeza.

La dignidad natural de la criatura humana se ve exaltada, según la visión bíblica, por la presencia Y la actuación de Dios en la historia. En efecto, aquel que quiso que el hombre fuera "poco menos que los ángeles» y lo "coronó de gloria y dignidad» (Sal 8,6-7), se inclinó en su bondad sobre la humanidad y con amor paternal, maternal y esponsal habló por boca de los profetas, guió a Israel hacia la liberación, manifestó su voluntad, se hízo "pariente próximo» sobre todo de los pobres y de los indefensos, mostró su benevolencia rnisericordiosa, Esta cercanía de Dios, que ya de suyo hace grande al hombre, se hace mayor todavía gracias al envío del Hijo de-Dios, que se hace carne para liberar al hombre del pecado y para elevarlo a la nueva condición de hijo adoptivo. Además, con la encarnación del Verbo, Dios no sólo mostró que no despreciaba a la humanidad, sino que asumió incluso su condición, "contagiando» a las criaturas de su propia santidad. Y cuando, en virtud de la muerte y resurrección de Cristo y del envío del Espíritu Santo, Dios llamó al hombre para participar de su propia vida (2 Pe 1,3-7) (.7, divinización), se realiza en el más alto grado posible para una criatura una elevación infinita, que permite sobrepasar, sin anularla, la condición humana. De la dignidad del hombre nacen algunas tareas ineludibles: protección y respeto radical, empeño constante y rechazo de toda forma de reducción o de mortificación del ser humano.

Reflexión Espiritual para el día 
Vivir la vida cristiana significa vivir en el mundo sin ser del mundo. Es en la soledad donde esta libertad interior puede crecer y desarrollarse. Jesús se marchó a un lugar solitario paro orar, es decir, poro hacer crecer en él a conciencio de que todo el poder que poseía le había sido conferido; de que todas las palabras que profería venían de su Padre, y de que todos los obras que realizaba no eran realmente suyos, sino obras de aquel que le había enviado. En aquel lugar donde reinaba lo soledad, Jesús fue dejado libre de fracasar.

Uno vida que no conozco un ámbito de soledad —es decir, uno vida privada de un centro de quietud— se vuelve fácilmente presa de dinámicas destructivos. Cuando nos aferramos a los resultados de nuestras acciones convirtiéndolos en nuestro único medio de identificación, nos volvemos posesivos, proclives a mantenernos a lo defensiva, a considerar a nuestro prójimo más como un enemigo al que debemos mantener o distancia que como un amigo con el que compartir los dones de la vida.

En lo soledad, en cambio, vamos adquiriendo gradualmente la capacidad de desenmascarar lo naturaleza ilusoria de nuestro carácter posesivo y de descubrir, en lo hondo de nuestro ser, que no somos algo que podamos conquistar, sino algo que nos ha sido dado. En lo soledad podemos escuchar la voz de aquel que nos habló antes de que nosotros pudiéramos proferir una sola palabra, que nos sonó antes de que nosotros pudiéramos hacer un solo gesto de ayuda o los otros, que nos liberó mucho antes de que nosotros estuviéramos en condiciones de liberar a otros, que nos amó mucho antes de que nosotros pudiéramos amar o cualquier otro. En esta soledad es donde descubrimos que ser es más importante que tener y que nuestro valor consiste en algo más importante que los meros resultados de nuestros esfuerzos. En lo soledad descubrimos que nuestro vida no es una posesión que debamos defender, sino un don para compartir (…) que el amor que consigamos expresar forma parte de un amor más grande.

El rostro de los personajes, pasajes y narraciones de la Sagrada Biblia y el Magisterio de la Santa Iglesia: Con Habrán el fiel, los hombres de fe reciben la bendición. 
-Hermanos, sabed de una vez que los que viven de la fe, esos son los hijos de Abraham.

Encontramos de nuevo aquí, el eco de las célebres controversias de Jesús con los judíos de su tiempo, relatadas por el evangelista san Juan. Abraham era el gran antepasado ideal.

Pero se le había monopolizado: se tenía que ser de su raza. Y Jesús ya estaba abriendo de par en par las puertas del «pueblo de Dios»: «de estas mismas piedras, Dios puede suscitar hijos de Abraham». (Mateo 8-11) «Si fueseis hijos de Abraham, haríais las obras de Abraham.» (Juan, 8-39)

En efecto, ¡el evangelio de Pablo es en verdad el evangelio de Jesús!

La Escritura había previsto que Dios «justificaría» a las naciones paganas por el «don» de la fe; puesto que anunció con antelación esa «buena nueva» a Abraham: « ¡En ti serán bendecidas todas las naciones!» Los judaizantes, pretendían que se había de ser «hijo de Abraham», que había que «hacerse judío» para poder ser cristiano. Pablo no lo niega, y reconoce la continuidad en el proyecto de Dios... la Biblia de los judíos, el Antiguo Testamento, es también la Escritura sagrada de los cristianos.

Pero Pablo añade en una visión genial que desarrollará en la Epístola a los romanos: que «todos» los hombres pueden llegar a ser «hijos de Abraham», no por la práctica de la Ley, sino por la Fe... Pues esto es precisamente lo que ha caracterizado a Abraham: « ¡el hombre de la Fe!»

«Todas las naciones.» ¿Qué amplitud tiene mi visión, la mía? ¿Es tan abierto mi proyecto, como el de Dios? El término «católico» ¿tiene para mí resonancias de ghetto y de fronteras, de conservación rígida de ciertos principios, de exclusión de todos los que no comparten esos principios?

O bien el término «católico» significa de veras para mí «universal», «abierto a todos», «misionero». ¿Tengo ansia interna de anunciar la «buena nueva» a los paganos? ¿Qué hago yo para ser un testigo de ese amor universal?

-Así pues, todos los que viven de la fe, son bendecidos en Abraham, «el hombre de la fe». En cuanto a los que viven de las obras de la ley incurren en maldición:... Puesto que la ley no «justifica» a nadie ante Dios, ¡es cosa evidente!

Para mostrar que esas perspectivas, aparentemente nuevas y revolucionarias -dicen los judaizantes- son muy tradicionales en el fondo... Pablo, en este pasaje, acumula citas de la Biblia. «La Escritura, la verdadera doctrina que tenéis siempre en los labios, les dice, pues bien, leedla: ella es Palabra de Dios, y la que siempre ha dicho que la justificación del hombre es un «don» de Dios a los creyentes y no a los que «practican» la Ley.»

-Cristo nos rescató de la maldición de la Ley... A fin de que la bendición de Abraham llegara a todas las naciones paganas en Jesucristo, gracias a la fe.

Es pues algo grave parecer que se retrocede sometiéndose, aunque sea exteriormente, a una Ley caducada. La lealtad a Cristo se expresa en san Pablo con fórmulas de una violencia casi insostenible: «Cristo nos ha rescatado de la maldición, haciéndose "maldición" por nosotros.» Que Cristo haya aceptado por nosotros ser un hombre «maldito» para salvarnos de la maldición que pesaba sobre nosotros... ¡qué misterio! +

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