Hola amigos, bienvenidos a este sitio que solo busca compartir todo aquello que llega a mi buzón, y nos ayuda a crecer en nuestra fe católica..
(casi todo es sacado de la red)

Si alguien comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia o que se retire, por favor, que me lo comunique y lo hago inmediatamente. Gracias.

Espero que os sirva de ayuda y comenteis si os parece bien...


Gracias


Maria Beatriz.



SI AL CRUCIFIJO Tu quita un Crucifijo y nosotros pondremos mil

En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

8 de octubre de 2014

LECTURAS DEL DÍA 08-10-2014

MIÉRCOLES DE LA XXVII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Feria. 8 de Octubre del 2014. 3º semana del Salterio. (Ciclo A) TIEMPO ORDINARIO. AÑO DE LA FE..SS.Hugo rl, Pelagia vg mr, Evodio ob, Reparada vg mr. Santoral Latinoamericano. SS. Tais, Pelagia.

LITURGIA DE LA PALABRA 

Ga 2,1-2.7-14: Reconocieron el don que he recibido 
Sal 116: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. 
Lc 11,1-4: Señor, enséñanos a orar 

La oración de Jesús, por su brevedad y contenido, no es una estilizada forma ritual, sino una manera de iniciar la comunicación con el Padre hablando de las cosas cotidianas. En efecto, en ella entran la preocupación por el sustento y la confianza de que Dios lo otorgará conforme a nuestro esfuerzo. Es una oración que se puede hacer en cualquier momento y lugar; no es necesario recurrir al templo ni esperar las grandes festividades. Está dirigida a un padre misericordioso que se acuerda de sus hijos y los ama. Un padre atento a cada una de las personas y, a la vez, pendiente de toda la comunidad que lo invoca. Es una oración que clama para que el reino de justicia e igualdad se haga efectivo aquí y ahora. 

Frente a ese Padre no hay ya una humanidad masiva, sino un pueblo compuesto de hijos, cada uno con sus particularidades, con sus valores y sus temores, personas débiles y confiadas, seres con su propia identidad que buscan a Dios. 

La oración del Padre Nuestro ubica a Dios en primer lugar. El reino de Dios produce un gran cambio, y esto tiene su garantía en Dios, que “se santifica” y muestra su poder, que como “abbá” es Dios para nosotros. 

En las aspiraciones de la comunidad cristiana se reconocen, por una parte, esa santidad inherente al “santo nombre de Dios” y, por otra, el modo concreto de su actuación en la historia humana. 

PRIMERA LECTURA 
Gálatas 2, 1-2. 7-14 
Reconocieron el don que he recibido 

Hermanos: Transcurridos catorce años, subí otra vez a Jerusalén en compañía de Bernabé, llevando también a Tito. 

Subí por una revelación. 

Les expuse el Evangelio que predico a los gentiles, aunque en privado, a los más representativos, por si acaso mis afanes de entonces o de antes eran vanos. 

Al contrario, vieron que Dios me ha encargado de anunciar el Evangelio a los gentiles, como a Pedro de anunciarlo a los judíos; el mismo que capacita a Pedro para su misión entre los judíos me capacita a mí para la mía entre los gentiles. 

Reconociendo, pues, el don que he recibido, Santiago, Pedro y Juan, considerados como columnas, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de solidaridad, de acuerdo en que nosotros fuéramos a los gentiles y ellos a los judíos. 

Una sola cosa nos pidieron: que nos acordáramos de sus pobres, y esto lo he tomado muy a pecho. 

Pero cuando Pedro llegó a Antioquía, tuve que encararme con él, porque era reprensible. 

Antes de que llegaran ciertos individuos de parte de Santiago, comía con los gentiles; pero cuando llegaron aquellos, se retrajo y se puso aparte, temiendo a los partidarios de la circuncisión. 

Los demás judíos lo imitaron en esta simulación, tanto que el mismo Bernabé se vio arrastrado con ellos a la simulación. 

Ahora que, cuando yo vi que su conducta no cuadraba con la verdad del Evangelio, le dije a Pedro delante de todos: "Si tú, siendo judío, vives a lo gentil y no a lo judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a las prácticas judías?" 

Palabra de Dios 

Salmo responsorial: 116 
R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. 

Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. R. 

Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R. 

SANTO EVANGELIO 
Lucas 11, 1-4 
Señor, enséñanos a orar 

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos". 

El les dijo: "Cuando oréis, decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación"". 

Palabra del Señor


Reflexión de la Primera Lectura: (Gá 2,1-2.-7-14) Reconocieron el don que he recibido.
En la perícopa de hoy continúa el tono autobiográfico. Pasados catorce años, Pablo se dirige a Jerusalén acompañado por un levita de Chipre llamado José, a quien los apóstoles le habían puesto el nombre de Bernabé (= hijo de la consolación). Este acompañó después a Pablo durante todo el primer período de su actividad evangelizadora. Aquí el apóstol lleva consigo también a Tito, un griego cristiano que reconcilió a Pablo con la Iglesia de Corinto (cf 2 Cor 3,13; 7,6.l3ss) y que no es taba circuncidado.

La espinosa cuestión de la circuncisión —que Pablo decía que no había que imponer a los nuevos cristianos, mientras que en Jerusalén había quien sostenía lo contrario— encuentra en su persona su expresión fundadora: libertad en todo aquello que no forma parte de la primera enseñanza de Cristo. En consecuencia, Pablo expone a los jefes de Jerusalén su Evangelio. Lo expone porque no quiere «afanarse inútilmente» (v. 6). Es un grave momento el que vive la Iglesia de los orígenes a través de la venida de Pablo a Jerusalén. Es un momento de comunión. El texto lo expresa con el hecho de darles la mano Pedro, Santiago y Juan, llamados «las columnas» (styloi: v. 9) tal vez porque gobernaban colegiadamente la Iglesia-madre que estaba en Jerusalén. Existe, por tanto, un pleno acuerdo en el reparto de las áreas de evangelización: para las «columnas», los circuncisos; para Pablo y sus compañeros, los paganos. Si existe una recomendación, es la relacionada con mostrarse atentos con los pobres, cosa que Pablo tuvo muy en cuenta (v. 10).

Viene ahora el acalorado enfado del convertido de Damasco. No puede aprobar que Pedro, llegado después a Antioquía, se deje dominar por el miedo a los cristianos judaizantes y empiece —dejándose casi esclavizar con ello— a no frecuentar la mesa de los cristianos con vertidos del paganismo, que se consideraban justamente libres de tomar cualquier tipo de alimento. También aquí emergen dos realidades: la primera es la toma de posición de Pablo, tan franca y libre de toda simulación a la hora de decirle su verdad al mismo Pedro, el cual «cojea» en esta ocasión en cuanto a su práctica de creyente; la segunda es la espléndida realidad del mensaje de Cristo, que es siempre libertad respecto a todo formalismo, exterioridad, hipocresía y constricción.

Reflexión del Salmo 116. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
El más breve de todos los salmos es un himno de alabanza. Los salmos de este tipo celebran alguna acción significativa para la vida y la historia del pueblo de Dios. Los himnos de alabanza tienen un horizonte más amplio que los salmos de acción de gracias individual. Son de carácter más universal, mientras que la acción de gracias individual parte, por lo general, de un motivo que se limita a la vida de la persona.

Este breve salmo tiene dos de los elementos fundamentales de los himnos de alabanza: la introducción y el cuerpo. Normalmente, la introducción está compuesta por la invitación a la alabanza. Esta invitación puede dirigirse a uno mismo (por lo general, al «alma» del que compuso el salmo), a los demás, al pueblo o al mundo entero. Tras la invitación, se expone el motivo. En muchos salmos, como sucede en este, el motivo comienza con una conjunción («pues...», «porque...»). A continuación se enumeran las acciones del Señor que merecen alabanza, sus intervenciones en la vida y en la historia del pueblo.

Teniendo en cuenta lo dicho, en el salmo 116 podemos distinguir una introducción (1) y un cuerpo (2), que comienza con la conjunción «pues». Si así se quiere, el aleluya final puede hacer las veces de conclusión. De este modo, tendríamos un himno de alabanza con todos los elementos propios de este tipo de salmos.

Hay algún detalle interesante en el modo en que está organizado este salmo. Si nos fijamos en las dos frases que componen el primer versículo, podemos darnos cuenta de que son muy parecidas en cuanto al contenido. Se trata de un recurso característico de la poesía hebrea, conocido como paralelismo. La figura del paralelismo puede aparecer con diversas variaciones: en algunos casos, las dos líneas son muy parecidas; en ocasiones, una completa la otra; y, a veces, una niega o contradice lo que afirma la otra. En los dos casos del salmo 116, la segunda idea es muy semejante a la primera. Dicho de otro modo, en el versículo 1 tenemos las siguientes parejas: «alaben», «glorifiquen», «todas las naciones» y «todos los pueblos»; en la primera frase, se trata de alabar al Señor y en la segunda, de glorificarlo.

También en el cuerpo (2) encontramos elementos relacionados por parejas: «amor», «fidelidad», «firme», «por siempre». El Señor es mencionado explícitamente al principio (1a) y al final del salmo (2b).

En la introducción (1) se invita a la alabanza. Todos los pueblos y naciones están invitados a alabar y glorificar al Señor. El motivo (2), sin embargo, no es universal, sino que está restringido al pueblo de Dios: el amor y la fidelidad del Señor por Israel son firmes y duran por siempre. No se dice que el Señor ame también a otros pueblos.

Este salmo nació de la experiencia de Israel como aliado del Señor. Dios, su compañero de alianza, siempre se ha mostrado igual a lo largo de la historia del pueblo. Selló con Israel un compromiso de amor y fidelidad. El salmista reconoce que Dios nunca ha faltado a su palabra.

La historia del pueblo aliado del Señor está marcada por la infidelidad a la alianza. Sin embargo, Dios permanece siempre fiel. Esto es lo que este salmo pretende alabar. Y, para hacerlo, invita a los pueblos y a las naciones, Puede sonar un tanto raro, pero no lo es. En el comienzo de su historia, Israel creía en los dioses de otras naciones. Sin embargo, poco a poco fue descubriendo que sólo existe un único Dios, y que todos los pueblos y naciones están llamados a encontrarse con él. Israel, en este caso, cumple la misión de mediador: un pueblo que conduce a los demás pueblos hasta el encuentro con el único Dios. Un encuentro de amor y de vida para todos los pueblos y naciones. De este modo, se supera un conflicto religioso. De todo esto nos hablan muchos textos del Antiguo Testamento, sobre todo los que surgieron poco antes, durante o inmediatamente después del exilio babilónico. Vale la pena recordar, por ejemplo, Is 25,6-8, el banquete universal que el Señor preparará para todos los pueblos en el monte Sión (es decir, en Jerusalén; véase, también, Sal 87). Hay dos textos de Zacarías (que vivió después del exilio) que merecen ser recordados: «Canta y alégrate, hija de Sión, porque yo vengo a habitar en medio de ti, palabra del Señor. En aquel día muchos pueblos se unirán al Señor.

Ellos serán también mi propio pueblo... Esto dice el Señor todopoderoso: “En aquellos días, diez hombres de todas las lenguas del mundo agarrarán a un judío de la orla de su vestido y le dirán: Dejadnos ir con vosotros, pues hemos oído que Dios está con vosotros”» (Zac 2,14-15a; 8,23).

Se menciona al Señor al principio (la) y al final del salmo (2b) y se le presenta como aliado de Israel. Dios hizo su compromiso con el pueblo con un amor fiel, firme y perpetuo. Al aceptar la invitación de Israel a la alabanza, los pueblos y las naciones descubren el rostro de Dios y también podrán experimentar a un Dios que ama fielmente y para siempre. No llegarán a ello porque la alabanza de Israel sea perfecta o porque el pueblo de Dios sea mejor que los demás. Descubrirán a Dios gracias a lo que confiesa Israel como fruto de su experiencia histórica, esto es, que Dios camina con su pueblo, que es su aliado y quien los ama con una fidelidad extrema.

Jesús, en el evangelio de Juan, se presenta exactamente con las mismas características del Dios de este salmo: «Porque la ley fue dada por Moisés, pero el amor y la fidelidad vinieron por Cristo Jesús» (Jn 1,17); «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su hijo único, para que quien crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16); «Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo que le había llegado la hora... Jesús, que había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin» (Jn 13,1). Además, llama la atención el modo en que actuó Jesús con respecto a los que no eran judíos (Jn 4,4-42; 12,20-22; Mt 8,5- 13; 15,2 1-28), y la forma en que los no judíos respondieron a la llamada de Jesús.

Este salmo se presta para los momentos que ya hemos indicado a propósito de otros himnos de alabanza. Aquí podemos destacar la dimensión ecuménica. Es importante rezarlo tomando conciencia del modo en que se manifiestan, en nuestra historia, el amor y la fidelidad de Dios...

Reflexión primera del Santo Evangelio: Lucas 11,1-4. Señor, enséñanos a orar 
Se habla aquí de un tiempo y de un lugar indeterminado en los que Jesús está orando. En efecto, es posible orar en todo lugar y en todo tiempo, aun cuando haya tiempos y lugares expresamente propicios para la nación. Apenas terminó, uno de los discípulos le pide que les enseñe a orar.

Lo que sorprende en comparación con el texto de Mateo es la invocación de apertura: “Padre”, y no «Padre nuestro». Lucas pone, por tanto, el acento en la palabra Padre, que en el texto original es Abbá, tiernísimo término arameo que significa “papá” —«papi», diríamos hoy—. No es casual que este término aparezca unas 180 veces en los evangelios. Introduce, por consiguiente, un modo de relacionarse con Dios marcado por la mayor confianza, por la confianza típica del niño respecto a sus padres. Dirigirse a Dios llamándole «Padre» es dejarse configurar con Jesús, el Hijo por excelencia; es entrar en su íntima relación de amor con el tiernísimo Abbá. Para nosotros los cristianos, esto es la oración por excelencia.

«Santificado sea tu nombre» es pedir que Dios, Creador y Padre, sea glorificado por todos y en todos: tanto por los que son inteligentes y cultos como por los que no lo son, en el mundo de los hombres y en todo el cosmos. Es potenciar al hombre, que, sólo buscando la gloria de Dios y no la propia, se realiza a sí mismo y entra en comunión con Dios, con los hombres, con el cosmos.

« Venga tu Reino». Toda la historia —de manera consciente o inconsciente— es aspiración a este Reino, que «no consiste en lo que se come o en lo que se bebe; consiste en la fuerza salvadora, en la paz y la alegría que proceden del Espíritu Santo» (Rom 14,17).

Viene, a continuación, la petición del «pan que necesitamos». El pan es el elemento vital. Si permanece sólo «mío» se vuelve fuente de muerte. En cambio, si, aunque haya sido ganado con el sudor de la frente (cf Gn 3,19; 2 Is 3,6-1 3), es compartido, hace crecer. Tanto más cuando se trata del pan «supersustancial» que se rompe en el memorial de la asamblea eucarística (cf Hch 2,14), alimentan do en todos nosotros la espera del retorno de Cristo.

— «Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos ofende. El perdón de Dios se vincula a nuestra actitud de perdón, como la raíz al árbol. La raíz de nuestra capacidad de perdonar está en sabernos perdonados siempre por Dios, con una misericordia que sobrepasa todo lo que nos es posible imaginar y desear. Por otra parte, sólo nuestra actitud de perdón hacia los hermanos hace posible que la vida de Dios fluya en nosotros.

— «No nos dejes caer en la tentación» es una expresión típicamente aramea. Dios es padre y no cabe imaginar que quiera cogernos en la trampa de la tentación. Nuestra petición es más bien no sucumbir cuando seamos probados y tentados en nuestro estado de gran debilidad. Sabemos que el Padre nos escucha porque «podéis confiar en que Dios no permitirá que seáis puestos a prueba por encima de vuestras fuerzas» (1 Cor 10,13).

Lo que más me provoca en la perícopa de la Carta a los Gálatas es la libertad con respecto a todo lo que no sea el Evangelio de Cristo y su enseñanza —precisamente—liberadora. Todo formalismo, constricción y oportunismo o tradicionalismo vacíos de alma son quemados por su fuego. Existe en Pablo una apasionada adhesión Cristo y a su verdad. Nada ni nadie le ata. Ni siquiera el temor a perder su prestigio en su confrontación con Pedro. Ejerce sin más la corrección fraterna con el mismo Pedro no para hacer triunfar su idea, sino más bien para que triunfe el esplendor de la coherencia entre el evangelio y la vida. También es urgente que nosotros instauremos en el interior de las comunidades cristianas y religiosas esta parresía, esta franqueza de relaciones, esta apasionada búsqueda de la verdad de Cristo, como escucha de las urgencias del Reino y no de nuestros pequeños y mezquinos intereses.

Está claro que sólo en espacios y tiempos precisos de oración se consigue con coraje necesario para hacer saltar trabas, vínculos, así como viejas incrustaciones y confusiones que contaminan la verdad pura del Evangelio y esclavizan nuestro corazón. Si oro al Abbá, al tiernísimo Padre mío y de los hermanos, si le pido que sea glorificado como conviene y que su Reino de justicia, de amor y de paz venga también por medio de mi pequeña vida, tendré ciertamente la fuerza para llegar a ser cada vez más, en la parte de la Iglesia en que vivo, el que hoy estoy llamado a ser, a buen seguro, no un elemento de polémica soberbia que destruye en sí mismo y en los otros, sino una persona tan unida a Jesús, tan embebida de todo su humilde amor; que no teme el posible resentimiento de quien es corregido por amor. Repetir también a menudo durante el día «Venga tu Reino», la ardiente petición del Padre nuestro, es un secreto de energía espiritual para querer el Reino Y buscarlo en toda actitud personal y de relación.

Reflexión segunda del Santo Evangelio: Lucas 11,1-4 La oración del Padrenuestro. 
Esta versión del Padrenuestro es en algunas cosas distinta de la de Mateo. Algunos piensan que cada una de ellas procede de una tradición litúrgica diferente dentro de la Iglesia primitiva. Mateo tiene siete peticiones; Lucas, sólo cinco, y existen entre ellos algunas diferencias de lenguaje. Pero muchos biblistas piensan que ambas vienen de la fuente “Q” y que Lucas está más cercano a ella. Este tipo de composiciones poéticas puede rastrearse hasta llegar a las oraciones sinagogales, del siglo 1 d.c. La mayor parte del Padrenuestro tiene conceptos veterotestamentarios y de la cultura de Israel, aunque la impostación sea nueva.

Lucas acentúa el carácter ejemplar de la oración de Jesús. Ningún otro evangelista habla tan frecuentemente sobre su oración como él. En todas las etapas decisivas y antes de todas las decisiones importantes, Jesús ora. La oración acompaña a Jesús durante su obra y es la fuente de sus palabras y de sus acciones. Lucas transmite cuatro oraciones de Jesús: la glorificación al Padre (Lc 10,21-22), la oración de Jesús en el monte de los Olivos (Lc 22,42), la oración por sus verdugos (Lc 23,24) y la oración en la cruz (Lc 23,46). En estas oraciones destaca la interesa relación de Jesús con Dios, su Padre. La oración central de los discípulos de Jesús es el Padrenuestro. Por ello, Lucas puede prescindir de transmitir otras oraciones.

Los discípulos fundamentan su petición refiriéndose a la enseñanza de Juan el Bautista. También los rabinos instruyeron a sus alumnos en las obras de piedad: el ayuno, la oración y la limosna.

El Padrenuestro puede ser definido como una versión resumida de la fe cristiana. La versión de Lucas es menos familiar; dado que en la liturgia se aceptó la versión de Mateo.

Esta forma de orar tiene dimensiones cristológicas, eclesiológica y escatológica: es expresión de una especial relación de Jesús con Dios, que instruye a sus discípulos para dirigirse a Dios como al Padre. La noción de Padre común crea un sentido de comunidad, porque llamar a Dios “Padre nuestro” supone que el prójimo es hermano. En las oraciones judías, esta forma de dirigirse: “Padre”, es absolutamente posible, pero en tiempos de Jesús era más bien rara.

En la tradición bíblica, santificar significa dar validez, engrandecer glorificar (Jn 12,28). De acuerdo con el profeta Ezequiel, Dios santificará su nombre al realizar nuevos hechos de salvación en Israel. De acuerdo con Lucas, estos nuevos hechos salvadores de Dios resplandecen en la obra de Jesús (cf. el discurso programático en la sinagoga de Nazaret:
Lc 4,16-30).

Venga tu Reino. El advenimiento del Reino de Dios es el objeto central de la predicación de Jesús. El Reinado o Señorío de Dios no es uno de los muchos regalos de Dios, sino que es pura y simplemente el regalo de Dios, pues incluye todo lo demás. Es la gran esperanza de Israel. En él se basa también la esperanza cristiana. De acuerdo con Lucas, esta esperanza ya está presente en la predicación y en las obras de Jesús; está también presente en el actuar de los que, al seguir a Jesús, son portadores y propagadores del mensaje del Señorío Dios.

“Danos diariamente el pan que necesitamos”. Traducida literalmente, esta petición dice: “Nuestro pan necesario danos día a día”. La atención del que ora se dirige a aquello que él precisamente necesita: se trata de aquello que hoy es necesario para vivir El “día a día” relaciona el ruego con el seguimiento (Lc 9,23). Así como los discípulos cargan diariamente su cruz, así también deberán a diario pedir lo necesario para vivir. No se piden riquezas en el Padrenuestro, sino lo necesario.

“Y perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. En este ruego se trata de la conducta errónea del hombre ante Dios. La petición de ser perdonado se fundamenta en el hecho que quien ora también perdona a aquel que le debe. Para “deuda”, Lucas utiliza aquí un término griego definido por los compromisos u obligaciones que una persona contrajo con otras. Estas obligaciones pueden hallarse tanto en el ámbito moral—religioso como en el ámbito jurídico. El ruego a Dios por el perdón no puede estar en contraste con la propia intransigencia ante el prójimo.

El texto griego dice: “Y no nos lleves a la tentación”. “No nos guíes a” o “no nos lleves a” es una frase semítica que significa “no nos dejes caer en”. Con la palabra tentación, Lucas se refiere sobre todo a la falta de la fe, es decir, al fracaso en el seguimiento. En esta petición se trata de resistir a las tentaciones que ponen en duda la fe. Los peligros se encuentran en la vida cotidiana. En la interpretación de la parábola del sembrador, Jesús ya había llamado la atención respecto a los peligros que crecen en torno a la fe. El mismo había resistido a las tentaciones del diablo (Lc 4,1-13). De cara a su inminente muerte, Jesús sigue fiel a Dios, su Padre, y a la tarea a Él encomendada (Lc 22,39-46).

En este ejemplo de Jesús, las reglas de la amistad y las de la hospitalidad se encuentran. Aunque inesperadamente surgen problemas, éstos son solucionados de acuerdo al solicitante. También la hora del día es importante: ésta ocasiona complicaciones adicionales, porque por la noche llegan a visitarnos más ladrones que amigos.

En la interpretación del ejemplo, Jesús considera la posibilidad teórica de que la respuesta, contrariamente a toda esperanza, pudiera, no obstante, ser de otra manera. Pero una petición insistente no puede ser en vano.

Estos versículos aluden a la experiencia general de la vida y expresan la certidumbre de ser oídos, atendidos.

Los pares de palabras (pedir-recibir, buscar-encontrar, llamar a la puerta-abrir) se encuentran también en otros lugares del Nuevo Testamento.

Las preguntas aquí planteadas admiten solamente una respuesta correcta: imposible. Se remiten a la imagen del parentesco y la paternidad.

Este versículo alude a dos hechos: en primer lugar a que el Espíritu debe pedirse con insistencia; él guió a Jesús en su vida (cf Lc 3,22; 10,21-22). El Espíritu es la Fuerza a través de la cual Jesús obró y realizó su vida. En segundo lugar; el versículo alude a que el regalo que Dios promete al que ora con insistencia es el Espíritu Santo. ¿Qué puede faltar a quien lo posee?

Reflexión tercera del Santo Evangelio: Lucas 11,1-4La oración Fundamental del cristiano.
Meditación del Padre Nuestro: Diálogo entre Dios y Tu

TU: Padre Nuestro que estas en Los Cielos.. DIOS: Si.. Aquí estoy..

TU: Por favor ... no me interrumpa, estoy orando! DIOS: Pero tu me llamaste!..

TU: ¿Llamé? No llamé a nadie. Estoy orando.... Padre Nuestro, que estas en Los Cielos... DIOS: ah!!! Eres tu nuevamente.

TU: ¿Cómo? DIOS: Me llamaste! tu dijiste: Padre nuestro que estas en los cielos. Estoy aquí. ¿En qué te puedo ayudar?

TU: Pero no quise decir eso. Estoy orando. Oro el Padre nuestro todos los días, me siento bien orando así. Es como cumplir con un deber. Y no me siento bien hasta cumplirlo. DIOS: Pero, ¿Cómo puedes decir Padre Nuestro, sin pensar que todos son tus Hermanos? ¿Cómo puedes decir que estás en Los Cielos, si no sabes que El Cielo es paz, que El Cielo es amor a todos?

TU: Es que realmente, no había pensado en eso. DIOS: Pero.. prosigue tu oración.

TU: Santificado sea tu nombre... DIOS: Espera ahí! ¿Qué quieres decir con eso?

TU: Quiero decir... quiero decir, y... lo que significa. ¿Cómo lo voy a saber? Es parte de la oración. Solo eso! DIOS: Santificado significa digno de respeto, Santo, Sagrado.

TU: Ahora entendí. Pero nunca había pensado en el sentido de la palabra SANTIFICADO. Venga a nosotros Tu Reino, hágase Tu Voluntad, así en la Tierra como en El Cielo..." DIOS: ¿Estás hablando en serio?

TU: Claro! ¿Por qué no? DIOS: ¿Y qué haces tú para que eso suceda?

TU: ¿Cómo que hago? ¡Nada! Es que es parte de la oración. Hablando de eso... sería bueno que el Señor tuviera un control de todo lo que aconteciese en El Cielo y en la Tierra también. DIOS: ¿Tengo control sobre ti?

TU: Bueno... yo voy a la Iglesia! DIOS: No fue eso lo que te pregunté! ¿Qué tal el modo en que tratas a tus hermanos, la forma en que gastas tu dinero, el mucho tiempo que das a la televisión, las propagandas por las que corres detrás, y el poco tiempo que me dedicas a Mi?

TU: Por favor. , para de criticar! DIOS: Disculpa. Pensé que estabas pidiendo para que se haga mi voluntad. Si eso fuera a acontecer.. qué hacer con aquellos que rezan y aceptan mi voluntad, el frío, el calor, la lluvia, la naturaleza, la comunidad....

TU: Es cierto, tienes razón. Nunca acepto tu voluntad, pues reclamo de todo: Si mandas lluvia, pido sol. Si mandas sol me quejo del calor, si mandas frío, continuo reclamando, pido salud, pero no cuido de ella, dejo de alimentarme o como mucho DIOS: Excelente que reconozcas todo eso. Vamos a trabajar juntos tú y yo. Vamos a tener victorias y derrotas. Me está gustando mucho tu nueva actitud.

TU: Oye Señor, preciso terminar ahora, esta oración está demorando mucho más de lo acostumbrado. Continúo... "el pan nuestro de cada día dánoslo hoy"... DIOS: Para ahí! ¿Me estas pidiendo pan material? No sólo de pan vive el hombre sino también de Mi Palabra. Cuando me pidas el pan, acuérdate de aquellos que no tienen pan. Puedes pedirme lo que quieras, deja que me vea como un Padre amoroso! Estoy interesado en la última parte de tu oración. Continua...

TU: "Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden..." DIOS: ¿Y tu hermano despreciado?

TU: ¿Ves? Oye Señor, él me criticó muchas veces y no era verdad lo que decía. Ahora no consigo perdonarlo. Necesito vengarme. DIOS: Pero.. ¿Y tu oración? ¿Qué quieres decir con tu oración? Tú me llamaste y estoy aquí. Quiero que salgas de aquí transformado; me gusta que seas honesto. Pero no es bueno cargar con el peso de la ira dentro de ti.¿Entiendes?

TU: Entiendo que me sentiría mejor si me vengara. DIOS: No! Te vas a sentir peor. La venganza no es buena como parece. Piensa en la tristeza que me causarías, piensa en tu tristeza ahora. Yo puedo cambiar todo para ti. Basta que tú quieras.

Tu: ¿Puedes? ¿Pero cómo? DIOS: Perdona a tu hermano, y te perdonaré a ti y te aliviaré.

TU: Pero Señor.. no puedo perdonarlo. DIOS: Entonces no me pidas perdón tampoco!

TU: Estás acertado! Pero solo quería vengarme, quiero la paz Señor. Está bien, está bien: Perdono a todos, pero ayúdame, Señor!. Muéstrame el camino a seguir. DIOS: Esto que pides es maravilloso, estoy muy feliz contigo. Y tu... ¿Cómo te estas sintiendo?

TU: ¡Bien, muy bien! A decir verdad, nunca me había sentido así. Es muy bueno hablar con DIOS. DIOS: Ahora terminemos la oración. Prosigue...

TU: "no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal..." DIOS: Excelente, voy a hacer justamente eso, pero no te pongas en situaciones donde puedas ser tentado.

TU: Y ahora.. ¿Qué quieres decir con eso? DIOS: Deja de andar en compañía de personas que te llevan a participar de cosas sucias, secretos. Abandona la maldad, el odio. Todo eso te lleva al camino errado. No uses todo eso como salida de emergencia.

TU: No te entiendo! DIOS: Claro que entiendes! Has hecho conmigo eso varias veces. Vas por el camino equivocado y luego corres a pedirme socorro.

TU: Tengo mucha vergüenza. ¡Perdóname Señor! DIOS: ¡Claro que te perdono! Siempre perdono a quien está dispuesto a perdonar también. Pero cuando me vuelvas a llamar, acuérdate de nuestra conversación, medita cada palabra que dices. Termina tu oración.

TU: Terminar? Ah, si, "AMEN!" DIOS: ¿Y qué quiere decir.. "Amen"?

TU: No lo sé. Es el final de la oración. DIOS: Debes decir AMEN cuando aceptas todo lo que quiero, cuando concuerdas con mi voluntad, cuando sigues mis mandamientos, porque AMEN quiere decir ASÍ SEA , estoy de acuerdo con todo lo que recé.

TU: Señor, gracias por enseñarme esta oración, y ahora gracias también por hacérmela entender. DIOS: Yo amo a todos mis hijos, pero amo más a aquellos que quieren salir del error, a aquellos que quieren ser libres del pecado. Te bendigo y permanece en mi paz!

TU: Gracias Señor!. Estoy muy feliz de saber que eres mi amigo!

Reflexión cuarta del Santo Evangelio: Lucas 11,1-4

Los discípulos piden a Jesús una oración ritualizada, como la de Juan y otros
grupos. Pero Jesús les enseña una oración nada ritualizada, llena de confianza y
de compromiso personal:

- Se dirige a Dios con confianza filial: Padre. Jesús introduce un cambio profundo en la relación de las personas con Dios. Sustituye el temor por el amor y la verticalidad por la horizontalidad: ¡Dios es Padre!

- No se trata de una fórmula a repetir de memoria. El Padrenuestro es la expresión de una actitud, de un estilo de vida identificada y enamorada del proyecto de Dios. Resume la fe, la vida y la misión del discípulo: la relación con Dios como Padre y una existencia volcada en la realización del Reino de Dios, de un mundo diferente; confianza y compromiso.

• “En la oración de Jesús encontramos la correcta relación entre Dios y nosotros, entre lo que esperamos (cielo) y lo que vivimos (tierra), entre lo religioso y lo político… La primera parte hace referencia a la causa de Dios; la segunda parte concierne a la causa del hombre… Dios no se interesa sólo de lo que es suyo -el nombre, el reinado…-, sino que se preocupa también por lo que es del hombre -el pan, el perdón, la tentación, el mal-. Igualmente, el hombre no sólo tiene en cuenta lo que le preocupa para vivir…, sino que se abre también a lo concerniente a Dios Padre… En la oración de Jesús, la causa de Dios no es ajena a la causa del hombre, y la causa del hombre no es ajena a la causa de Dios….

La realidad implicada en el Padrenuestro no se presenta de color rosa, sino extremadamente conflictiva. En ella chocan el reinado de Dios y el poder del mal. Si nos fijamos bien, el Padrenuestro tiene que ver con todas las grandes cuestiones de la existencia persona y social del ser humano en todos los tiempos. El centro lo ocupa Dios juntamente con el hombre necesitado. Es una hermosa lección: hay que ensanchar la mente y el corazón allende nuestro pequeño horizonte. Cuando la pasión por Dios se articula con la pasión por el hombre, la pasión por el cielo se une a la pasión por la tierra…” (Fl. Ulibarri)

Di Padre, si cada día te portas como hijo y tratas a los demás como hermanos.

Di Nuestro, si no te aíslas con tu egoísmo.

Di que estás en los cielos, cuando seas espiritual y no pienses sólo en lo material.

Di santificado sea tu Nombre, si amas a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas.

Di venga a nosotros tu Reino, si de verdad Dios es tu rey y trabajas para que Él reine en todas partes.

Di hágase Tu voluntad, si la aceptas y no quieres que sólo se haga la tuya.

Di danos hoy nuestro pan, si sabes compartir con los pobres y con los que sufren.

Di perdona nuestras ofensas, si quieres cambiar y perdonar de corazón.

Di no nos dejes caer en tentación, si de verdad estás decidido a alejarte del mal

Di líbranos del mal, si tu compromiso es por el bien.

Y di Amén si tomas en serio las palabras de esta oración.

Elevación Espiritual para este día. 
Los fundamentos espirituales del Futuro deben encarnarse en un nuevo estilo de vida, hecho simultáneamente de humildad y de orgullo, de ascesis y de fantasía, de verdad en medio de la caridad más incondicionada. Un estilo real, aunque sin olvidar que ser cristiano en el mundo, tal como es y tal como será, exigirá siempre cierta «locura» -…- Un estilo que exigirá la más elevada ascesis, porque será necesaria toda la fuerza del Espíritu para que el hombre pueda tener poder sobre su propio poder -…- Un estilo en el que se respire el Espíritu, en el que se dance la no muerte, porque Cristo ha resucitado.

Reflexión Espiritual para el día. 
Cuando, a solas o con otros, no sabemos cómo orar, nos tranquiliza saber que se puede orar con muy poco. A veces nuestros labios permanecen cerrados, nos quedamos en silencio, pero nuestra alma está elevada ante Dios, le habla, y el Espíritu Santo ora en nosotros.

¿Hay otros valores que hallen bella la vida? Está la sencillez corazón, que lleva a la sencillez de vida. Un día, oyó Cristo un creyente que le decía: «Creo, pero ven en ayuda de mi incredulidad». Cristo comprende estas dudas y esta petición de ayuda puesto que ya había dicho en el evangelio: « ¿Quién de vosotros, por más que se preocupe, puede añadir una sola hora a su vida?». Así comprendemos que lo esencial es vivir con todo sencillez lo poco, sí, lo poquísimo que hayamos cogido del evangelio.

Con mis hermanos, tanto los que viven aquí en Taizé como los que viven entre los más pobres en distintas partes del mundo, tengo conciencia de que nuestra vocación nos llama a ser sencillos, como pobres del Evangelio. Eso significa no imponernos, no ser maestros espirituales, sino hombres que escuchan para comprender a los otros y discernir en ellos la belleza profunda del espíritu humano. Uno de las afirmaciones más luminosas de nuestro tiempo ha sido pronunciada en el último concilio del Vaticano: «Cristo está unida a todo ser humano sin excepciones, aunque éstos no tengan conciencia de ello». En efecto, hay en lo tierra multitudes de personas que ignoran que Dios nos busca incansablemente. ¿Lo sabemos bastante? Todos podemos hacer bella la vida a aquellos que están cerca o lejos de nosotros. ¿Cómo? Con nuestra acogida, con la sencillez de nuestro corazón y de nuestra vida.

El rostro de los personajes, pasajes y narraciones de la Sagrada Biblia y el Magisterio de la Santa Iglesia: El que salva es Cristo Jesús.
El incidente de Antioquía que Pablo relata aquí es de una candente actualidad. Nosotros que, tan a menudo, hablamos de «malestar» en la Iglesia, que constatamos el conflicto entre los cristianos apegados a las costumbres del pasado y los cristianos que encuentran que la Iglesia no evoluciona con la celeridad debida, los que sufrimos quizá de la contestación o protesta generalizada a la autoridad... escuchemos el equilibrio profundo, pero sin «facilidades» de Pablo cuando no estaba de acuerdo con Pedro.

1º Una Iglesia en la que se quiere la unidad, la comunión en el mismo evangelio.

-Luego, al cabo de catorce años subí nuevamente a Jerusalén... Les expuse el evangelio que proclamo entre los gentiles... para saber si corría o si había corrido en vano... Las autoridades constataron que yo había recibido la misión de evangelizar a los incircuncisos, como Pedro la de los judíos circuncisos.

Por intransigente que se muestre cuando le quieren quitar su título de apóstol, Pablo es consecuente de que su misión es un servicio de Iglesia que no puede cumplir sino en unión con los que en la Iglesia han recibido un cargo análogo.

Le interesa que "su" evangelio sea verificado por los hermanos de Jerusalén, que es la Iglesia-madre. De no ser así, dice «habría corrido en vano».

Tampoco hoy se puede actuar «aisladamente», a escondidas, subterráneamente. ¿Cuál es mi preocupación por la comunión con la Iglesia universal? ¿Acepto, deseo el control de mis hermanos en la fe? ¿Estoy siempre dispuesto al diálogo, a la participación? ¿O me creo lo suficientemente seguro de mí mismo para prescindir de los demás?

-Reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Pedro y Juan que eran considerados como «columnas de la Iglesia» nos tendieron la mano, en señal de comunión a mí y a Bernabé.

Santiago, el obispo tradicionalista de Jerusalén, tan apegado a su atavismo y a sus costumbres judías...

Pablo el misionero viajero, judío él también, pero ante todo preocupado por la apertura a los gentiles...

Pedro el responsable del colegio de los Doce cuyo consejo es tan apreciado.

Reconocen que, efectivamente, están en comunión, que tienen el mismo evangelio y que forman la misma Iglesia.

«Se tienden la mano». Me detengo imaginariamente ante este gesto y ruego por la Iglesia de hoy.
2º Una Iglesia en la que haya libertad de hablar y franqueza exigente.

-Pero cuando vino Pedro a Antioquía, me enfrenté con él cara a cara, porque se encastilló en su error... Por temor a los cristianos de origen judío... Dije a Pedro en presencia de todos...

En el Concilio de Jerusalén, se había tomado la decisión de abrir la Iglesia a los gentiles y de no imponerles las prescripciones de la Ley de Moisés. Pero, en la práctica, las repugnancias subsistían: los cristianos procedentes del judaísmo conservaban ciertas costumbres de su pasado judío. Por ejemplo, continuaban practicando la circuncisión... y rehusaban comer con los incircuncisos -los antiguos paganos venidos a Cristo sin pasar por la Ley- porque esto era una fuente de impureza legal, según la Ley de Moisés.

Pedro, a pesar de la decisión del Concilio, tiene «miedo»... teme «lo que dirán». Pablo reacciona vivamente.

Es la fe lo que está ahí en juego, dice: "los que así actúan no caminan rectamente ¡según la verdad del evangelio!" En los días siguientes veremos todo lo que está en juego, todo lo que se ventilaba con esas cuestiones. +

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