Santos: Francisco de Borja, presbítero; Evaldo "el Moreno" y Evaldo "el Rubio", mártires; Blanca o Cándida de Roma, mártir. Feria (Verde)
¿HAS MANDADO EN TU VIDA A
LA MAÑANA?
Jb 38,1. 12-21; 40,3-5;
Lc. 10,13-16
La confrontación final y definitiva entre acusador y acusado llega
a su clímax. Job ha expuesto una y otra vez sus argumentos alegando su
inocencia y clamando al Dios justo para que revise su causa y le dé un respiro.
No pide más que una tregua. Ante su tenaz insistencia, el autor de este drama
tan intenso, cede la voz a Dios, quien enumera una serie de interrogantes
encaminados a mostrar la grandeza del cosmos y la pequeñez del mortal que no
atina a explicar sus misterios. Así como Job no atina como ningún otro mortal a
descifrar los secretos del cosmos, los habitantes de las ciudades galileas
ribereñas no alcanzaron a discernir el llamado intenso que el Señor de la
compasión, les enviaba a través de las señales de su Hijo Jesús. Los gestos
compasivos de Jesús no implicaban una interpretación complicada. La bondad y la
misericordia hablan por sí mismas. El profeta de la compasión era
suficientemente creíble. A los hombres obtusos o ensimismados en sus propios
intereses les sobrarían excusas para desautorizarlo.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal
32, 11, 19)
Los proyectos de su corazón
subsisten de edad en edad, para librar de la muerte la vida de sus fieles, y
reanimarlos en tiempo de hambre.
ORACIÓN COLECTA
Haz, Señor, que nos revistamos con las virtudes del corazón de tu
Hijo, y nos encendamos con el amor que lo inflama, para que, asemejándonos a
Él, merezcamos participar de la eterna redención. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
¿Alguna vez en tu vida le has dado órdenes a
la mañana o has llegado hasta donde nace el mar?
Del libro de Job: 38, 1.
12-21; 40, 3-5
El Señor le habló a Job desde el seno de la tormenta y le dijo:
"¿Acaso alguna vez en tu vida le has dado órdenes a la mañana o le has
señalado su lugar a la aurora, para que ciña a la tierra por los bordes y
sacuda de ella a los malvados; para que ponga de relieve sus contornos y la
tiña de colores como un vestido; para que prive a los malvados del amparo de
las tinieblas y acabe con el poder del hombre criminal?
¿Has llegado hasta donde nace el mar o te has paseado por el fondo del océano?
¿Se te han franqueado las puertas de la muerte o has visto los portones del
país de los muertos? ¿Has calculado la anchura de la tierra? Dímelo, si lo
sabes. ¿Sabes en dónde vive la luz y en dónde habitan las tinieblas? ¿Podrías
conducirlas a su morada o enseñarles el camino de su casa? Si lo sabes, es que
para entonces tú ya habrías nacido y el número de tus años sería
incontable".
Job le respondió al Señor: "He hablado a la ligera, ¿qué puedo responder?
Me taparé la boca con la mano. He estado hablando y ya no insistiré más; ya no
volveré a hablar".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Un Desenlace Inesperado
El libro de Job llega a su clímax en el encuentro tan deseado
entre este hombre, cargado de dolor y preguntas, y Dios, que se supone que por
fin va a responder. Sin embargo, y para sorpresa de todos, Dios no llega
cargado de respuestas sino con su propia serie de cuestiones y preguntas para
Job. Y ciertamente es interesante ver el talante de las cuestiones que plantea
Dios según el relato.
El argumento de Job frente a sus amigos fue siempre: "yo no
merezco sufrir porque soy inocente." El argumento de los amigos a lo largo
de todo el libro fue: "Tú en realidad no eres inocente y por eso es justo
que sufras." Los dos esquemas parten de la base de que el sufrimiento no
debe llegar a una vida justa y pura, y en cambio debe llegar, como castigo, a
las vidas perversas y sucias. Esa base es la que Dios cuestiona cuando sale al
encuentro de Job.
Las palabras de Dios marcan sobre todo los límites de Job como
creatura. En un discurso profundo y resonante, Dios pone en cuestión el
conocimiento sobre la vida del que parecen estar tan seguros tanto Job como sus
adversarios. Tal vez en un lenguaje más prosaico el punto es: "¿Y cómo
sabes tú lo que deberían ser las cosas, si no sabes en realidad cómo son ni con
qué propósito fueron hechas?"
Este es un lenguaje que se nos antoja duro, si pensamos en todas
las tragedias que ha pasado Job. Dios en realidad no le dice por qué le ha
sucedido todo lo que le ha sucedido sino que le recuerda que la ignorancia es
parte de su condición, parte de su existencia, y que pretender buscar otras
razones no es tan razonable porque las razones últimas de los bienes o males
que nos llegan descansan en las razones últimas de la Creación, y ello nos
desborda, y es inevitable que nos desborde.
Nuestro orgullo de seres racionales, que a menudo raya en
racionalismo, puede pretender que abordemos el tema del mal de otro modo, es
decir, no como lo propone la Biblia en el libro de Job. Tal vez entonces
expliquemos el mal y el dolor por sus causas próximas: un terremoto es una
falla en las placas tectónicas; el hombre que violó a mi hermana tenía un
síndrome psiquiátrico que se llama XYZ, etc. ¿Es eso la respuesta genuina que
busca el corazón cuando de veras sufre? Tal vez expliquemos las cosas como
quisieron hacerlo los amigos de Job: el mal es un castigo. ¿Le decimos eso a
los niños que mueren de hambre en África?
El libro de Job nos conduce, en consecuencia, a una respuesta
paradójica: es mejor admitir que desconocemos las razones últimas de la vida y
la existencia y que por lo mismo desconocemos por qué y para qué existe el mal.
En la misma línea, San Agustín decía algo parecido a "si hubiera una
explicación satisfactoria, no sería tan malo." El mal no tiene
esclarecimiento total. Se da y sabemos que está, y sabemos que es vencido de
muchas maneras.
Más que explicar al mal, necesitamos aprender a ir más allá de él
sosteniéndonos en lo que sigue habiendo de verdad y de bondad en nuestra
existencia, que indudablemente es siempre inmenso. Tal lenguaje será siempre
enigmático en alguna medida. Hasta donde es posible, su enigma se aclara en la
luz de la Pascua, cuando al máximo mal, la muerte en la cruz, le suceda el
máximo bien, la gloria de Dios en la creación redimida.
Del salmo 138 R/.
Condúcenos, Señor, por tu camino.
Tú me conoces, Señor, profundamente: tú conoces cuándo me siento y me levanto,
desde lejos sabes mis pensamientos, tú observas mi camino y mi descanso, todas
mis sendas te son familiares. R/.
¿A dónde iré yo lejos de ti? ¿Dónde escaparé de tu mirada? Si subo hasta el
cielo, allí estás tú; si bajo al abismo, allí te encuentras. R/.
Si voy en alas de la aurora o me alejo hasta el extremo del mar, también allí
tu mano me conduce y tu diestra me sostiene. R/.
Tú formaste mis entrañas, me tejiste en el seno materno. Te doy gracias por tan
grandes maravillas; soy un prodigio y tus obras son prodigiosas. R/.
ACLAMACIÓN (Cfr. Sal 94,
8) R/. Aleluya, aleluya.
Hagámosle
caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón". R/.
El que me rechaza a mí, rechaza al que me ha
enviado.
Del santo Evangelio según
san Lucas: 10, 13-16
En aquel tiempo, Jesús dijo: "¡Ay de ti, ciudad de Corozaín!
¡Ay de ti, ciudad de Betsaida! Porque si en las ciudades de Tiro y de Sidón se
hubieran realizado los prodigios que se han hecho en ustedes, hace mucho tiempo
que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Por eso el día
del juicio será menos severo para Tiro y Sidón que para ustedes. Y tú,
Cafarnaúm, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en
el abismo". Luego, Jesús dijo a sus discípulos: "El que los escucha a
ustedes, a mí me escucha; el que los rechaza a ustedes, a mí me rechaza y el
que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Ciudades Impenitentes
El evangelio de hoy nos deja saber que Cristo no tuvo éxito en su
misión primera en las ciudades donde hizo muchos milagros. Ello demuestra que
la conversión no depende sólo de predicaciones maravillosas, testimonio de vida
y hechos prodigiosos. Estas tres cosas las tenía Jesús, y en grado sumo, pero
no pudo cosechar las conversiones que hubiera querido.
He conocido mucha gente que se frunce si uno dice que Cristo
fracasó en muchas cosas. Por mi parte, prefiero un Dios que no
"asegura" su victoria pasando por encima de todo y de todos. Un Dios
así sería un gran tirano, en realidad. Por cierto contra ese Dios, y no contra
el Dios verdadero, dirigió Sartre toda su crítica, y con él los
existencialistas ateos.
Por el contrario, esta revelación de Dios en Jesús es mucho más
humilde, realista y deliciosamente cercana. Si Cristo fracasó, por lo menos
parcialmente, dando todo de sí, es porque fracasar no es pecar. El pecado es
ajeno a Dios pero el fracaso no es pecado. Lo sería si proviene de negligencia
o cosa parecida. Pero cuando todo ha sido hecho para Dios y para su gloria, el
triunfo es ello mismo, y no el logro exterior, que puede venir o no venir
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios nuestro, Padre misericordioso, que por el inmenso amor con
que nos has amado, nos diste con inefable bondad a tu Hijo único, concédenos
que, identificados con Él en una perfecta unidad, te ofrezcamos una digna
oblación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
(Jn 7, 37-38)
Dice el Señor: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. De
aquel que cree en mí, brotarán nos de agua viva.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Habiendo participado de tu sacramento de amor, te pedimos, Señor,
la gracia de parecernos a Cristo aquí en la tierra, para merecer compartir su
gloria allá en el cielo, con Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
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