Santos: Nuestra Señora del Rosario
Santos: San Marcos I. Papa. Beato Mateo Carreri, presbítero. Memoria (Blanco)
ITINERARIO TESTIMONIAL
Ga 143-24; Lc 10,38-42
Algo tienen en común
los dos testigos que aparecen en las narraciones de este día: supieron escuchar
a Jesús. San Pablo, en su carta a los Gálatas menciona cómo Dios lo separó
desde el seno de su madre y lo llamó por su gracia, para dar testimonio de su Hijo,
Jesucristo y de su Iglesia, la cual perseguía en el pasado. El, un celoso judío
cumplidor de la ley como pocos, es ahora un celoso testigo de Cristo. María,
por su parte, recibe a Jesús y sentada a sus pies pone toda su atención en ese
momento, en escuchar al Señor. Marta, al igual que nosotros, se vio atrapada
por la agitación, se preocupaba por muchas cosas y no se daba cuenta de lo
verdaderamente importante: la escucha atenta de la palabra de Jesucristo. Este
es el mensaje para nosotros el día de hoy: ponernos en las manos de Dios y
dejar que su Palabra nos llene y nos guíe.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 67, 6-7. 36)
Adoremos a Dios en su santo templo. Él nos hace habitar juntos en
su casa. Él es la fuerza y el poder de su pueblo.
ORACIÓN COLECTA
Padre santo y
todopoderoso, protector de los que en ti confían, ten misericordia de nosotros
y enséñanos a usar con sabiduría de los bienes de la tierra, a fin de que no
nos impidan alcanzar los del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Quiso revelarme a su Hijo para que yo lo anunciara entre los
paganos.
De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 1, 13-24
Hermanos:
Ciertamente ustedes han oído hablar de mi conducta anterior en el judaísmo,
cuando yo perseguía encarnizadamente a la Iglesia de Dios, tratando de
destruirla. Deben saber que me distinguía en el judaísmo, entre los jóvenes de
mi pueblo y de mi edad, porque los superaba en el celo por las tradiciones
paternas.
Pero Dios me había elegido desde el seno de mi madre, y por su gracia me llamó.
Un día quiso revelarme a su Hijo, para que yo lo anunciara entre los paganos.
Inmediatamente, sin solicitar ningún consejo humano y sin ir siquiera a
Jerusalén para ver a los apóstoles anteriores a mí, me trasladé a Arabia y
después regresé a Damasco. Al cabo de tres años fui a Jerusalén, para ver a
Pedro y estuve con él quince días. No vi a ningún otro de los apóstoles,
excepto a Santiago, el pariente del Señor. Y Dios es testigo de que no miento
en lo que les escribo. Después me fui a las regiones de Siria y de Cilicia, de
manera que las comunidades cristianas de Judea no me conocían personalmente. Lo
único que habían oído decir de mí era: "El que antes nos perseguía, ahora
va predicando la fe que en otro tiempo quería destruir", y glorificaban a
Dios por mi causa.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
El Encuentro con la
Gracia
Pablo en la primera
lectura nos habla de su pasado. Es cosa que nos interesa mucho porque quizá no
haya conversión más conocida y predicada a lo largo de los siglos que la
conversión de este que llegó a ser el sinónimo de la palabra
"apóstol."
Uno asocia la
conversión con dejar vicios y educarse en las virtudes. El ejemplo típico sale
por la radio cuando un protestante dice: "Yo era borracho y mujeriego;
pero me encontré con el Señor Jesús y ahora no toco el alcohol y sólo toco a mi
esposa." ¿Fue así, fue según ese modelo la conversión de Pablo de Tarso?
Lo que encontramos
en el caso de Pablo es un hombre que, lejos de ser un vicioso, era celoso por
el cumplimiento de la Ley de Moisés, y eso implica, ante todo, los Diez
Mandamientos. ¿Cuáles eran entonces los terribles pecados de este hombre que
con toda probabilidad no era un borracho ni un mujeriego?
Lo único que Pablo
menciona, la única pista que tenemos para saber de sus grandes pecados, es que
fue un perseguidor de los cristianos. No es tan espectacular como haber sido
borracho público o mujeriego empedernido, pero indica algo, y algo serio: Pablo
perseguía a los cristianos porque no creía que Cristo fuera el cumplimiento de
las esperanzas y promesas que había recibido el pueblo de Dios. Para él, Cristo
era un farsante y el mensaje del Evangelio un gran engaño.
¿Qué fue lo que
encontró? Mejor sería preguntar a quién encontró. Se encontró con Cristo vivo,
y fue exactamente eso lo que le cambió toda su perspectiva. Aquel que vive más
allá de la muerte, aquel que venció a la muerte, es la revelación definitiva de
lo que Dios puede; es la señal indeleble de la fidelidad y de la compasión de
Dios. Eso fue lo que descubrió Pablo porque Dios lo descubrió a él, es decir:
le quitó el manto de orgullo que lo cubría.
Tú me conoces, Señor, profundamente: tú conoces cuándo me siento y me levanto,
desde lejos sabes mis pensamientos, tú observas mi camino y mi descanso, todas
mis sendas te son familiares. R/.
Tú formaste mis entrañas, me tejiste en el seno materno. Te doy gracias por tan
grandes maravillas; soy un prodigio y tus obras son prodigiosas. R/.
Conocías plenamente mi alma, no se te escondía mi organismo, cuando en lo
oculto me iba formando y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R/.
ACLAMACIÓN (Lc 11, 28) R/. Aleluya, aleluya.
Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, dice el
Señor. R/.
Marta lo recibió en su casa. - María escogió la mejor parte.
Del santo Evangelio según san Lucas: 10, 38-42
En aquel tiempo,
entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa.
Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y
se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos
quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: "Señor, ¿no te has
dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que
me ayude".
El Señor le respondió: "Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te
inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y
nadie se la quitará".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Martha y María
San Agustín de
Hipona predicó preciosamente sobre el evangelio de hoy, en texto que recordamos
(Sermón 104).
Son necesarios
quienes se dedican a alimentar el cuerpo. ¿Por qué? Porque hay hambre y sed.
También es necesaria la misericordia para hacer frente a la miseria. Partes el
pan con el hambriento, porque te encontraste con uno. Si te es posible, haz
desaparecer el hambre; ¿a quién darás pan? Suprime la peregrinación, ¿a quién
hospedarás? Haz desaparecer la desnudez, ¿para quién preparas el vestido?
Elimina la enfermedad, ¿a quién visitas? Si desaparece la cautividad, ¿a quién
redimirás? Si no hay discordia, ¿a quiénes pondrás de acuerdo? Si deja de
existir la muerte, ¿a quién darás sepultura? En la otra vida no habrá esas
necesidades, y, como consecuencia, tampoco estos servicios.
Por tanto, Marta
obraba justamente al atender la necesidad corporal del Señor -o no sé cómo
decir, si necesidad o voluntad o libre necesidad-. Servía a la carne mortal.
Pero ¿quién existía en carne mortal? En el principio existía la Palabra y la
Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios (Jn 1,1). He aquí lo que oía
María. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1,14): He aquí a
quien servía Marta. Luego María eligió la mejor parte que no le será quitada.
Pues eligió lo que siempre permanecerá y, por tanto, no le será quitado. Quiso
ocuparse en una única cosa que ya poseía: Mi bien es estar unida a Dios (Sal
72,28). Se hallaba sentada a los pies de nuestra Cabeza, y cuanto más abajo
sentada, tanto más recibía. El agua fluye a la profundidad del valle,
deslizándose desde los collados encumbrados. No vituperó el Señor la obra de
Marta, sino que distinguió los menesteres. Te afanas -le dijo- en muchas cosas
y una sola es necesaria. Ésta ya la escogió para sí María. La preocupación por
la multiplicidad de cosas pasa, mientras que el amor de la unidad permanece.
Luego no le será quitado lo que eligió. Lo que tú elegiste, por el contrario
-esto es lo que se deduce, lo que se sobreentiende-, lo que tu elegiste te será
quitado, pero se te quitará para tu bien, para dársete lo que es mejor. Se te
quitará la fatiga y se te otorgará el descanso. Tú navegas todavía, mientras
que ella está ya en el puerto.
Estas dos mujeres,
ambas amigas del Señor, ambas dignas de su amor, ambas discípulas suyas, son
figura de dos vidas, la presente y la futura; una laboriosa y otra ociosa; una
infeliz y otra dichosa; una temporal y otra eterna. Quienes lo habéis visto y
comprendido habéis comprendido algo en verdad grande que deben ver y conocer
quienes aún no lo han visto ni conocido. Esas dos vidas son las que os he
descrito, en cuanto me ha sido posible. Vosotros reflexionad ahora, sin prisas
sobre ellas...
Acepta, Señor, estos dones que tu generosidad ha puesto en nuestras manos, y concédenos que este sacrificio santifique toda nuestra vida y nos conduzca a la felicitad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 5, 7-8)
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que esta Eucaristía, memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, nos ayude a corresponder al don inefable de su amor y a procurar cada día nuestra salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.
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