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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

4 de septiembre de 2014

Nuestra Señora de Villaviciosa, España ( 4 de septiembre)

La leyenda sitúa la aparición de la imagen en la villa portuguesa de Vila Viçosa, en la segunda mitad del siglo XIV. Bella y singular es la tradición, que nos habla, con pastoril encanto, del hallazgo de la Sagrada Imagen de Ntra. Sra. de Villaviciosa.

La prodigiosa imagen de Ntra. Sra. de Villaviciosa es una efigie tallada en madera, de una tercia de alto, bien proporcionada y aun con más perfección en sí, y en el niño, que tiene en sus brazos, que la que le permite su antigüedad casi incalculable…

 NUESTRA SEÑORA DE VILLAVICIOSA, EN CÓRDOBA
Villaviciosa de Córdoba es una localidad de la provincia de Córdoba, Andalucía, España. En el año 2005 contaba con 3.657 habitantes. Se encuentra situada a una altitud de 693 metros y a 43 kilómetros de la capital de provincia, Córdoba.
La leyenda sitúa la aparición de la imagen en la villa portuguesa de Vila Viçosa, en la segunda mitad del siglo XIV. Bella y singular es la tradición, que nos habla, con pastoril encanto, del hallazgo de la Sagrada Imagen de Ntra. Sra. de Villaviciosa.
 TRADICIÓN
Se dice que al amanecer, cuando los trabajadores de las abruptas sierras de Évora y Villaviciosa (Portugal) que se dedicaban a repoblar los viñedos de la zona, oyeron un sonido intenso, de vibración metálica, que indicaba que la azada de uno de ellos habla dado en el suelo con un cuerpo extraño. El golpe se repitió y la curiosidad hizo interrumpir las tareas de todos, los cuales, observando el hoyo, notaron unas suaves exhalaciones emanadas del mismo.
En presencia de las autoridades eclesiásticas y civiles, cautelosamente, fueron descubriéndolo y pronto vieron que se trataba de una caja de plomo, de cortas dimensiones, enterrada desde remota época. Se procedió a la apertura de la citada caja y entre la emoción de todos pudieron contemplar en su interior una bella imagen de la Virgen.
Convencidos de que se operaba un milagro, la condujeron solemnemente primero a la iglesia del pueblo y después a un pequeño santuario que en su honor se erigió en el mismo viñedo, donde apareciera.
Su fama se extendió a todas partes y la sencilla y celebre ermita portuguesa, fue visitada por gente de muy diversas clases y países que conseguían de la gloriosa efigie por su poder celestial, muchos y sorprendentes milagros.
Pero el mismo pueblo que de manera tan elocuente demostraba su acendrado amor a la Reina del cielo, fue poco a poco abandonando la ermita hasta el punto de que eran contadas las personas que allí asistían a rendir el mas mínimo homenaje a Nuestra Señora.
 TRASLADO DE LA IMAGEN A CÓRDOBA
Entre los visitantes, se distinguía, por su asiduidad y fervor, un pobre vaquero, oriundo de España, llamado Hernando.
Era tal la devoción y el cariño que Hernando profesaba a tan bendita imagen, que debido al abandono y penuria en que se sumía el santuario, vertía el aceite que le daban para condimentar su modesta comida en las lámparas del templo para que derramaran su luz ante la Reina del cielo.
Tan honda tristeza produjo en el corazón del vaquero la conducta seguida por el pueblo, que llevado por el intenso afecto que sentía, tomó la linda imagen del retablo donde se hallaba y, colocándola con el mayor respeto en el interior de su zurrón, emprendió con la sagrada carga el camino de Córdoba.
Anduvo jornadas y jornadas, hasta detenerse en la sierra cordobesa que llaman de las Gamonosas, a siete leguas de la ciudad. Por aquellos montes y parajes, bellos como jamás había visto, buscó sitio donde depositar y custodiar su tesoro. Y en la amplia concavidad del tronco de un frondoso alcornoque lo encontró.
 EL PRIMER ALTAR
Este fue el primer altar y el más antiguo retablo que la imagen de la Virgen de Villaviciosa tuvo en la tierra cordobesa, que había de dar paso, con los años, a un hermoso santuario en su honor y un laborioso pueblo, levantado en su proximidad, que había de llevar el mismo nombre de su Madre y Señora.
La paz de aquel lugar fue pronto turbada por la agitada presencia de un numeroso cortejo de caballeros portugueses que, después de laboriosas investigaciones, habían logrado encontrar el paradero del vaquero y con el, lo que codiciosamente buscaban, la desaparecida imagen de la Virgen.
A pesar de no hacer resistencia, lo apresaron con grandes precauciones: y tomando de su rústico albergue la inapreciable alhaja, emprendieron el viaje de regreso.
Muchas fueron las alabanzas con las que fueron recibidos de nuevo en su patria y muchos fueron los castigos que recayeron sobre el humilde vaquero, el cual, fue encarcelado y procesado siendo condenado a pena de muerte en la horca. Ni un instante de aquellos fatídicos momentos dejó Hernando de implorar a la Virgen bendita de Villaviciosa.
Llegada la mañana de la ejecución, el calabozo del vaquero que había de ser conducido al cadalzo permanecía desierto Hernando, milagrosamente había sido liberado de la cárcel y la milagrosa imagen restituida al alcornoque de la sierra cordobesa.
Fracasados y deseosos de venganza los portugueses, recorrieron de nuevo el camino y, llegando de nuevo a las Gamonosas descubrieron a Hernando, que delante del árbol de la Virgen entonaba sus cantos pastoriles burlando a la justicia portuguesa.
Apresándole de nuevo y caminando maniatado, tomaron camino de regreso hacia Portugal, con la imagen bendita. Varios días caminaron sin interrupción por las ya conocidas sendas, cuando, al acampar en un singular paraje para tomar descanso después de una larga y dura jornada, comprueban que, después de tan largo recorrido, están en el mismo lugar de partida.
Comprobado por todos que no cabía error alguno, los portugueses desisten de su intención, admitiendo, por el milagro a la vista, que la sagrada imagen de la Virgen de Villaviciosa no quería abandonar aquel oculto valle de la sierra cordobesa.
Dirigiéndose después al pastor, rogándole olvidara los sufrimientos que sus errores le habían hecho padecer, le entregaron sus armas, caballos, alhajas, etc., para que con el producto de su venta comenzase a labrar un pequeño templo a la que desde entonces es llamada Virgen de Villaviciosa, por conservar el topónimo portugués.
Algunos años después de ver concluida su empresa, el humilde vaquero murió, siendo enterrado a los pies de su soberana Reina, como en su último deseo lo expuso.
 MILAGROS Y PRODIGIOS
No acabó aquí todo, pues grande había sido la expansión de las noticias de milagros y prodigios que, de mano de la citada imagen, se venían produciendo.
Principalmente fue la ciudad de Córdoba la que tomó por suya la causa, prendiendo la gran llama de la devoción a la Virgen de Villaviciosa, a la cual, siguieron mimando y alabando gran cantidad de cordobeses, los cuales, constituyeron la primera Hermandad y Cofradía en su honor.
Años después, la Virgen se vio favorecida por un suntuoso templo en su honor, viñas y heredades, cuyos frutos destinaban a tan excelsa dama, y lo mas importante siempre estuvo rodeada por el cariño de quienes a su alrededor hacían su vida y llegaron a crear un verdadero pueblo con el nombre de su bendita Madre que hoy todos conocemos.
 VICISITUDES DE LA IMAGEN
La primera vicisitud de la imagen de Nuestra Señora de Villaviciosa ocurre cuando llegado a las Gamonosas un pastor antequerano, hacia los anos 1520-25, con el fin de guardar en esta serranía su ganado, empieza a profesar su fe a tan dichosa imagen de la Virgen.
Pasado el tiempo, el pastor, enamorado de la singular belleza de la Señora y atraído por la encantadora tradición de Hernando, decide seguirle en sus pasos, cogiendo la imagen nuevamente de la ermita de la sierra cordobesa y llevándosela en su zurrón a su tierra de Antequera.
Llegado a su tierra, el pastor hizo entrega de la venerada imagen, sin darle cuenta de su hurto, al venerable padre y amigo suyo Fray Martín de las Cruces, el cual la colocó en el altar mayor del convento del cual era ministro y le dio el mismo nombre de Ntra. Sra. de los Remedios, que poseía el convento
La imagen fue reconocida, a los dos años, por un caballero cordobés, el cual dio cuenta al Cabildo y al obispo, por lo cual se determinó que se encargase de la diligencia de la restitución de la imagen a Córdoba el Deán Don Juan Fernández de Córdoba.
Después de vencer no pocas dificultades, ante la negativa del pueblo antequerano, la imagen fue traída a Córdoba donde, en el Campo de la Verdad, la esperaba el Cabildo Eclesiástico para ofrecerle una gran fiesta con solemne misa de acción de gracias y trasladarla seguidamente a la Iglesia Catedral, en cuyo altar mayor fue colocada.
 LA EDAD DE ORO DE LA DEVOCIÓN
Desde entonces, comienza la nueva era, que bien pudiera llamarse, la edad de oro de la devoción de la Virgen de Villaviciosa, que comprende principalmente los siglos XVI y XVII.
Para confirmarlo, basta decir quefueron 22 las veces que la imagen fue traída de su serrana ermita a la ciudad, celebrándose multitud de fiestas y procesiones en su honor, con motivo de públicas calamidades y graves necesidades.
Después del hurto de Antequera, como es llamado, la primera traída fue en el año 1529, con motivo de las obras del nuevo santuario y para conseguir de Dios el beneficio de la lluvia, y la última en 1698, fecha desde la cual la imagen es custodiada por el Cabildo de la Santa Iglesia Catedral.
En el pueblo serrano, se venera desde 1763 una copia de la misma que fue coronada canónicamente en 1988.
LA IMAGEN Y SUS COPIAS
La prodigiosa imagen de Ntra. Sra. de Villaviciosa es una efigie tallada en madera, de una tercia de alto, bien proporcionada y aun con más perfección en sí, y en el niño, que tiene en sus brazos, que la que le permite su antigüedad casi incalculable.
Hoy día, no se puede ver de la primitiva escultura más de las cabezas de la Virgen y el niño, pues todo lo demás fue forrado de plata por orden del obispo D Fr. Bernardo de Fresneda, en 1577. La funda esta tomada con tornillos a los costados y firmada por el platero Rodrigo de León, aunque se sabe que le ayudó en la obra Sebastián de Córdoba, ofrece la particularidad de que el niño está sentado sobre el hombro izquierdo de su madre y esta lo sostiene con una mano.
 LA PRIMERA COPIA
La primera copia que fue realizada sobre esta imagen original, no documentada en su autoría ni en la fecha de la misma, es la realizada por nuestra Hermandad, al parecer hacia el año 1525 y quizás a raíz del robo a Antequera de la imagen original, para que, en las largas ausencias de esta cuando se trasladaba a la sierra, los fieles y cofrades de Córdoba tuvieran la dicha de rendir culto a la Santísima Virgen de Villaviciosa, aquí en la parroquia.
Esta copia de la imagen original tiene unos veinte centímetros de altura y hoy día se encuentra colocada en el interior de la actual imagen, a la que la Hermandad rinde culto.
Otra talla de la Virgen fue realizada en el 1763, después que el pueblo de Villaviciosa esperara pacientemente su vuelta desde finales del siglo anterior. Para compensar esta pérdida, el Cabildo ordenó realizar una copia ante la cual los fieles de aquel pueblo pudiesen acudir a sus pies en busca del consuelo que siempre les había proporcionado.
 DOS IMÁGENES MÁS VENERADAS
La primera, cuenta la tradición que siendo el día 9 de octubre de 1680, padeció la provincia un notable terremoto. A la hora de este asombroso movimiento de tierra, se encontraba en la sierra, al pie del cerro de las ermitas, llamado de la cárcel, un muchacho de siete anos llamado Bartolomé Pedrosa, cuando le salió al encuentro una horrible culebra y huyendo se subió a un peñasco.
Volviendo la cara para comprobar si le seguía, vio una pequeña imagen de la Santísima Virgen, que llevó a casa del Rector de Santa Marina, D Fernando Dávila, el cual, le dio el titulo de Ntra. Sra. de Villaviciosa y posteriormente, la donó al recién fundado monasterio del Cister.
La segunda, en Sevilla, en el hospital del Espíritu Santo, ya existía en 1582 una hermandad de luz de Ntra. Sra. de Villaviciosa, fundada por el genovés Tomas Pessaro. En 1587 pasa la hermandad al oratorio de Colón donde se fusiona con la del Santo Entierro, que se encontraba allí.
La imagen, de tamaño natural, es una dolorosa de vestir obra del imaginero Antonio de Quirós. Hoy día se encuentra en el convento de San Gregorio, desde donde cada sábado santo acompaña a su Hijo Yacente, en el paso llamado del duelo.

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