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En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

14 de septiembre de 2014

Nuestra Señora de las Tres Espigas, Francia / Nuestra Señora de Einsiedeln, Suiza ( 14 de septiembre)

Nuestra Señora de las Tres Espigas, Francia

Sobre la montaña, por encima de la villa medieval de Turckheim, a unas leguas de Colmar, existe desde 1491 la peregrinación de Notre-Dame-des-Trois-Epis, una de las más populares de Alsacia. 

Cuando la Virgen se apareció a un jinete que había parado a orar ante la tumba de una hombre muerto, y le habló de los pecados de loshmbres y de los castigos consecuentes si no se reformaban.
Centro importante de piedad popular, Nuestra Señora de las Tres Espigas es la dueña de las cosechas; los campesinos recogían el polvo del santuario y lo mezclaban a sus semilla para aumentar en eso la fecundidad.

Los documentos históricos y auténticos, trazan brevemente las peripecias que ilustraron esta legendario peregrinación. Los archivos del pueblo de Orbey -conservados en el museo de Colmar- relatan el cuento de la aparición de la Virgen que le hizo a un monje de la época que, en 1491, asistió al milagro de el herrero Thierry Schoéré, del pueblo de Orbey, próximo a Ammerschwihr.
Por aquel tiempo, los escribas de la crónica de Thann anotaban todo acontecimiento que podía pasar a las ciudades alsacianas, fueran ellos materiales o espirituales. Con sus manecillas y esquinas de cobre dorado, todavía existe en la abadía de Orbey un viejo libro manuscrito datado en 1656; tiene como título: ” El libro de los milagros”. El traza el origen del tres – espigas y describe los milagros debidos a la Virgen.
La visión que tuvo el herrero Thierry Schoéré pasó en 1491 cerca de un roble secular, que se llamó en primer lugar “El roble del hombre muerto”. Uniéndose a los de Orbey, los habitantes de Niedermorschwihr y de Aummerschwihr edificaron en seguida, al mismo pie del viejo roble, una pequeña capilla de madera, a quien, finalmente, se le dio el nombre “de La Capilla de Notre-Dame-des-Trois-Epis”
Sencilla y llena de candor, tal fue el origen verdadero de “Tres – Espigas”. Aunque ellos hablaran dos dialectos diferentes: el romano y el alsaciano, los habitantes se unieron fraternalmente a las procesiones cuyo fin era común: honrar a la Madre de Dios.
Luego las peregrinaciones que fueron ampliando y en 1493 construyeron una capilla de piedra que fue mantenida por un ermitaño. En el siglo XVI, la peregrinación se hizo tan grande que se debió agrandar la capilla y edificar varias hostelerías para alojar a los peregrinos fervientes que vinieron, a veces de las comarcas más lejanas del reino de Francia.
La santa imagen, primitivamente colocada en un pequeño cofrecito de bosque fijado al roble famoso del hombre muerto no resistió a las inclemencias. Fue reemplazada unos años después por “Pieta” figurina magnífica y milagrosa del siglo XV.
Saqueado por los regimientos imperiales durante la guerra de treinta años, la capilla fue reconstruida sobre el emplazamiento del roble desaparecido y, pronto, un convento se vino a agregar.
A través de las vicisitudes de las guerras y de las rebeliones, el huracán de la naturaleza o de las pasiones humanas aniquiló el templo humilde de la fe donde tanta gente fue siempre para meditar y para buscar la paz. Aunque restauradas, las viejas piedras de la capilla guardaron su alto significado y, en el decorado grandioso de las cimas donde los abetos se estremecen en el viento, y continúan imponiéndose la contemplación de los hombres.
 LA HISTORIA MILAGROSA
He aquí pues la historia milagrosa de Thierry Schoéré, el herrero de Orbey. A finales de abril del año 1491, un pobre desgraciado de los alrededores de Colmar caminaba a través de bosque en busca de ciertas plantas medicinales, cuya venta a los boticarios de la región constituía ordinariamente el recurso único.
El hombre no era joven y la búsqueda de plantas silvestres le habían cansado un poco, se paró cerca de un montículo rocalloso, puso a tierra sus herramientas y se recostó en un roble majestuoso al borde de una cañada. En este sitio que él conocía perfectamente, el hombre contemplaba el panorama magnífico que se ofrecía, el valle de Munster resplandeciente en las primeras luces del alba y las cimas lejanas se confundían delicadamente con el horizonte rosa y vaporoso.
Descansado y con la alegría de vivir en un radiante paisaje natural, el hombre se preparaba a irse de nuevo cuando lanzó repentinamente un grito de dolor y llevó la mano a su pierna: era una víbora que acababa de morderlo cruelmente. No sabiendo cómo atenuar sus sufrimientos, el pobre hombre se arrastró lentamente a la senda y pidió vanamente la ayuda. Pero por desgracia el lugar estaba desierto y el pobre hombre, envuelto por la fiebre y el dolor que empeoraba, quedó sin conocimiento al pie del roble.
Al día siguiente, otra gente haciendo la cosecha de setas y pichones descubrieron el cuerpo del hombre que había muerto. La noticia fue rápidamente propagada en los pueblos cercanos y, según la costumbre en aquella época, una imagen santa fue puesta rápidamente en el roble testigo del drama, con el fin de invitar a los transeúntes a rezar por el alma del que acababa de perder la vida tan trágicamente.
Unos días después -el 3 de mayo de 1491, a las diez de la mañana, precisa la crónica de Thann- un jinete que venía de Orbey pasaba por este paraje con el fin de tomar un atajo que debía llevarle en el mercado de Niedermorschwihr, donde iba a comprar un saco de trigo. Era un herrero de Orbey llamado Thierry Schoéré.
Cuando hubo llegado delante del roble del hombre muerto, se bajó de su caballo, se arrodilló piadosamente ante la imagen y rezó con fervor por el descanso del alma del desgraciado.
Apenas terminada su oración fue deslumbrado repentinamente por una luz brillante y luminosa, en medio de la cual apareció una forma delicada y vaporosa: era la virgen María envuelta con velos largos blancos y transparentes; tenía tres Espigas en la mano derecha y un pequeño cubito de hielo en la mano izquierda.
Estupefacto y un poco angustiado, el herrero permaneció inmóvil, paralizado por la emoción y la veneración.
-Levántate, buen hombre, dice la Virgen. Mira estas espigas. Ellas son el símbolo de la abundancia de las buenas cosechas que vendrán para recompensar a los seres virtuosos y generosos, y para aportar el bienestar y la felicidad en los hogares de los cristianos fieles.
En cuanto a este cubito de hielo, él significa que el granizo, la helada, la inundación, el hambre y toda su comitiva de desolación y de desgracias vendrán para castigar a los impíos por cuya gravedad de pecados no alcanzan la misericordia divina.
Ve, buen hombre, baja a los pueblos y anuncia a todos los habitantes el sentido de estas profecías.

Al haber terminado la aparición milagrosa, Thierry Schoéré, todavía atónito, fue hacia su caballo que apaciblemente pacía en la hierba y continuó su camino hacia Niedermorschwihr.
En el camino él reflexiona sobre las consecuencias que podría tener la divulgación de esta aparición: corre el peligro de parecer fanfarrón a los aldeanos incrédulos y aguanta sus burlas, o cuenta lo que había visto y entendido con el fin de que los aldeanos piadosos fueran advertidos de la profecía. Thierry Schoéré permaneció pensativo porque era un hombre valiente y honrado considerado por todos. Schoéré, no queriendo correr peligro de ver comprometida la reputación que lo halagaba decidió guardar finalmente silencio.
Alrededor de las once horas llegó al pueblo. Era día de mercado y una gran efervescencia popular animaba Niedermorschwihr. Entre la algazara de la muchedumbre, Schoéré se dirigió hacia el mercado a adquirir los granos. Hecha su compra, él se bajó para tomar el saco de granos y cargarlo sobre la espalda de su caballo.
Pero, cosa extraña, él no pudo levantar el saco. Muy sorprendido, porque Schoéré era un hombre Fuerte que de ordinario manejaba fácilmente cargas iguales, empezó de nuevo la operación. Pero sus esfuerzos fueron vanos.
Pide la ayuda a otro campesino fuerte, pero sus esfuerzos reunidos fueron ineficaces. El saco parecía de plomo y fijado al suelo. Divertidos por este suceso, los campesinos agrupados se inquietaron por la fuerza mágica y misteriosa que remachaba el saco a la tierra. Los hombres se sumieron en febriles discusiones cada vez más estupefactos.
¡Ninguno fue capaz de levantar el saco!
Este fenómeno inexplicable atormentó los espíritus y algunos comenzaron a acusar al herrero de brujería y de ser una criatura de Satanás. Fueron a hablar entonces con las autoridades religiosas de la villa.

Fue así que Thierry Schoéré comprendió el sentido de esta verdadera clase de aviso; divino mensajero, había desobedecido a la Virgen Santa y no había cumplido en absoluto la misión que le había confiado.
Entonces, delante de la muchedumbre silenciosa que lo rodeaba, Schoéré se puso de rodillas, le pidió perdón a Nuestra Dama y cumpliendo finalmente su misión sagrada, dio parte a los habitantes atentos de la aparición celeste que había contemplado y explicó calurosamente el simbolismo del cubito de hielo y de las tres espigas.
Estupefactos y admirativos los habitantes, escuchaban respetuosamente el cuento del mensaje de la Virgen. Schoéré relata con tanta Fe y Amor que ninguno se hubiera permitido poner en tela de juicio la sinceridad del herrero de Orbey. Él estuvo a tal punto persuasivo que los más incrédulos fueron conquistados, manifestaron un sincero arrepentimiento y juraron enmendarse.
Aliviado y feliz, Thierry Schoéré se volvió hacia el saco misterioso. ¡Pero oh milagro! apenas lo hubo cogido pudo levantarlo tan fácilmente como un saco de plumas y cargarlo en seguida sobre su caballo. Y en medio de la exultación de la asistencia, Thierry Schoéré, el mensajero de la Virgen, se volvió alegremente hacia su pueblo natal.
 OTRA VERSIÓN
Un hombre impío fue a comulgar decidido a profanar la hostia. Él la guardó en la boca hasta su salida del santuario, luego la echó en un campo. En lugar de caer a tierra la hostia fue retenida por tres espigas.
Llegada la noche, la Virgen Santísima bajó del cielo, recogió las tres espigas y las plantó en el paraíso. Desde este tiempo, la gente piadosa que pasa por este lugar una noche tranquila escucha el sonido de una música maravillosa y es invitada a asistir al oficio al mismo tiempo que los ángeles.
Hay que notar la ambigüedad de la versión devota. Por cierto, era un sacrilegio por excelencia de profanar la hostia guardándola en boca, sea para echarla, o sea con vistas a actos de magia. Pero aquí, visto el contexto, es probable que se trate de magia blanca, y que el profanador no echó la hostia en el suelo con cólera, sino procuró mezclarla a su tierra para aumentar sus cosechas. Lo que es un sacrilegio, por cierto, pero no tiene el nivel de gravedad de una misa negra o cosas de este género. Y la actitud de la Virgen es también ambigua, ya que el resultado que se persigue es recurrir al santuario de las Tres Espigas para obtener el aumento de las cosechas. Ella recompensa pues la “profanación”.

Nuestra Señora de Einsiedeln, Suiza

De la primera iglesia consagrada en 948 hay pocas noticias documentadas, pero la tradición cuenta que el obispo, llamado antes de consagrarla, vio en sueños cómo el Hijo de Dios la bendecía. Consecuentemente se negó a hacer lo que ya había hecho el mismo Jesucristo. 


Pero finalmente, iba a ceder a las insistencias de los monjes, cuando un ángel intervino: «Deja, hermano. Ya fue consagrada por Dios». Así es como todavía hoy se celebra anualmente el 14 de septiembre la fiesta de la «Dedicación Angelical».
El en corazón de Suiza, a 910 metros de altura surge la ciudad de Einsiedeln en el cantón de Schwyz. En el corazón de la Suiza católica, debe su renombre al Santuario de Nuestra Señora de los Ermitaños.
Este ha sido el más antiguo y más activo centro del culto mariano en Suiza. Se puede afirmar que toda la vida religiosa de Suiza está íntimamente ligada a este monasterio.
Einsiedeln, que quiere decir “eremitas”, es un nombre que se debe a que en el siglo IX vivían en las selvas vírgenes de la región algunos eremitas solitarios. Uno de ellos era Meinrado. Monje de la abadía de Reichenau se había retirado, conforme a la regla de san Benito, a la montaña Etzel; e internado en la selva fue asesinado el 21 de enero del año 861.
 DEDICACIÓN ANGELICAL
La celda del santo se convirtió en núcleo de un monasterio cuando en 934 san Eberhardo reunió a los eremitas y fundó una abadía.Dedicados a la oración y al trabajo, los monjes dejaban como testimonio de sus labores manuscritos hermosamente ilustrados, conservados hasta hoy en la biblioteca del monasterio, y numeroso ganado en las praderas, que fueron despejadas mediante la tala de las selvas.
De la primera iglesia consagrada en 948 hay pocas noticias documentadas, pero la tradición cuenta que el obispo, llamado antes de consagrarla, vio en sueños cómo el Hijo de Dios la bendecía. Consecuentemente se negó a hacer lo que ya había hecho el mismo Jesucristo. Pero finalmente, iba a ceder a las insistencias de los monjes, cuando un ángel intervino: «Deja, hermano. Ya fue consagrada por Dios». Así es como todavía hoy se celebra anualmente el 14 de septiembre la fiesta de la «Dedicación Angelical».
Con motivo de esa fiesta comenzaron a llegar devotos de la Virgen, al punto que en 1466 acudieron unos 130.000 peregrinos. Tras superar una crisis y a pesar de un incendio que lo devastó en 1577, el monasterio floreció de nuevo. En los siglos XVII y XVIII los edificios góticos, viejos e insuficientes, se demolieron y se construyó el actual monasterio, embellecido con obras de eminentes escultores y pintores.
La victoria de 1571 contra los turcos en Lepanto, dio a la peregrinación un nuevo impulso. La caracterizaban el rosario y su fiesta del 7 de octubre y a las ceremonias litúrgicas se dio nuevo esplendor con procesiones y piezas de teatro al aire libre.
Las convulsiones de la Revolución Francesa llevaron a la disolución de la abadía y al saqueo del monasterio, que fue rehabilitado en 1801.
 LA MORENA DE LA ABADIA
La estatua de la Virgen, vuelta de los escondites donde había sido enterrada, fue colocada en el camarín, pintada por primera vez negra. Aunque antiguamente era de colores naturales, el humo y el hollín de las velas la habían hecho morena.
El vestido que lleva desde el tiempo barroco, es el miriñaque de la corte española. Sin él y sin corona, la estatua se presenta esbelta y, como peregrina, dando un paso adelante hacia los otros caminantes. Su figura con el Niño en brazos, es de 117 cm de altura.
Subiendo por la población, el peregrino se encuentra de improviso en la plaza frente al monasterio. Llaman la atención las torres y entre ellas sale la iglesia, discreta y elegante. A sus lados, las alas del monasterio. En el santuario, la Virgen saluda sonriente desde el camarín. En los arcos y las bóvedas se extiende un solo fresco grandioso en que se perpetúa la «Dedicación Angelical».
Es la virgen-madre, sencilla mujer del pueblo, como la presenta san Lucas en el evangelio. La réplica de esta obra maestra del siglo XIV, se puede ver en la gran sala.
A «su» Virgen Negra, los peregrinos volvieron a acudir cada vez más numerosos en los siglos XIX y XX. Aires de guerra entre 1870 y 1945, aumentaron la confianza del pueblo en «su Madre».
En tanto, la comunidad monástica fue desarrollándose favorablemente y surgieron nuevos monasterios en Estados Unidos (Saint Meinrad, en 1854) y en la Argentina (Los Toldos, en 1948). El Siervo de Dios hermano Meinrad Eugster, fallecido santamente el 14 de junio de 1925, es muy venerado por los peregrinos.
 EDIFICIOS
En uno de los muros cercanos se observan unas muletas antiguas y varios ex votos pintados en diversas épocas, agradeciendo la intercesión de la Virgen ante sus plegarias.
La “Capilla de las Gracias” se levanta sobre el lugar, históricamente comprobado, en el que el eremita benedictino Meinrad (muerto en el año 861), con el ejemplo de su vida, coronada por una santa muerte, había encendido y alimentado la luz de la fe en la población de los alrededores.
Esta Capilla no tiene el mismo estilo como el resto de la iglesia que es barroco. Esta capilla es clasicista porque la anterior fue destruida por los franceses.
En el año 1798 vinieron los franceses con 6.000 soldados ya que en París estaban enfadados con el convento, porque éste había dado refugio a fugitivos políticos; así que querían vengarse y lo han hecho realmente a fondo.
Robaron los caballos, destruyeron todo cuanto pudieron en la iglesia, la capilla y los órganos. Robaron la estatua de la Santa Virgen negra y la llevaron a París. Sin embargo se trataba de una copia. Los monjes habían tomado antes sus precauciones. Un monje se ha disfrazado como vendedor ambulante y la ha llevado a San Gerold, un convento benedictino que pertenece a Einsiedeln. La estatua llegó hasta Triest. Allí tuvo su refugio en una familia protestante.
Son perceptibles dos columnas muy grandes que salen de esta capilla y que se ramifican en ocho más pequeñas. Por eso este espacio se llama octágono. Al pie de cada columna está el escudo de San Meinrad. Si se mira arriba se puede leer “Sanctus Meinrad, fundador de Einsiedeln.”
De esa construcción se sabe poco, pero sobre su consagración también hay un episodio que ha pasado a la posteridad por el fresco que aparece en el techo del octágono que aflora de la capilla interior de esta iglesia abacial. El fresco que muestra la visión que tuvo el obispo de Constanza, quien vino a consagrar la iglesia (en aquel tiempo bajo ese episcopado) y un ángel se le apareció y le dijo que la capilla ya estaba consagrada por Dios.
El coro se distingue de la nave por el tono suave de los colores, por la riqueza de los ornamentos y obras de arte de referencia bíblica. El corazón de la iglesia es el altar mayor con la mesa, separada del sagrario y de la cruz que están al fondo, que contiene como reliquia la cabeza de san Meinrado, y fue consagrada e inaugurada por Juan Pablo II el 15 de junio del 1984.
Desde la colina donde está la estatua de san Benito se distingue claramente la cruz arquitectónica formada por la iglesia y sus transversales, dentro del gran rectángulo, que mide 156 m. de largo y 136 de ancho. La misma arquitectura revela la jerarquía de valores que rige la vida monástica: el trabajo manual e intelectual, al servicio de Dios. De esta armonía resulta la paz benedictina.
 EL MISTERIO DE EINSIEDELN
Se dice que los milagros más grandes que Dios obra por intercesión de Nuestra Señora de Einsiedeln no son las curaciones -recordadas por las muletas que cuelgan de los muros frente al camarín- sino las conversiones obradas en el sacramento de la confesión.
¿Y no revelan también el arquitecto y el pintor el misterio de Einsiedeln?. El peregrino, con el camarín a sus espaldas y los ojos hacia los cuadros, verá que el artista C. D. Asam pintó a Cristo en el centro de todos los frescos, marcando el eje occidente-oriente. Así el Cristo de la «Dedicación Angelical»; el Cristo de la Última Cena; el Cristo de la Navidad; y en el coro del altar, el Cristo Redentor en la Trinidad y en la cruz remarcan que Cristo es el eje de la Iglesia.
Documentos del siglo XIV dan testimonio de Einsiedeln como lugar de peregrinación. Y más tarde, un verdadero bastión del catolicismo contra la Reforma protestante. Aún hoy, como en el pasado, es un centro mariano y religioso de primer orden.
Las peregrinaciones que allí han acudido y que siguen acudiendo de todas las partes de Suiza y de Alemania, especialmente el 14 de septiembre y el 13 de octubre, son extraordinariamente numerosas.
Antes de un gran festejo, un monje y un hermano son designados para vestir la figura con alguno de los muchos atuendos que posee. El más antiguo data de 1685.
 EN ARGENTINA
En las proximidades de la ciudad de Azul -provincia de Buenos Aires- se erige el monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles, de la Orden de los Cistercienses de la Estricta Observancia, comúnmente llamados “trapenses”.
Hija del carisma de san Benito como el monasterio de Einsiedeln, la Trapa bonaerense fue fundada en octubre de 1958 y desde entonces, bajo la advocación mariana, se mantiene fiel a la regla de la milenaria Orden benedictina.
http://forosdelavirgen.org

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