Del Común de pastores para un santo papa y del Común de doctores de la Iglesia. Salterio II
3 de Septiembre
SAN GREGORIO MAGNO, papa y doctor de la Iglesia (MEMORIA).
Nació en Roma hacia el año 540. Desempeñó primero diversos cargos públicos, y llegó luego a ser prefecto de la Urbe. Más tarde se dedicó a la vida monástica, fue ordenado diácono y nombrado legado pontificio en Constantinopla. El día 3 de septiembre del año 590 fue elegido papa, cargo que ejerció como verdadero pastor, en su modo de gobernar, en su ayuda a los pobres, en la propagación y consolidación de la fe. Tiene escritas muchas obras sobre teología moral y dogmática. Murió el día 12 de marzo del año 604.
OFICIO DE LECTURA
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid adoremos a Cristo, pastor supremo.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: PUERTA DE DIOS EN EL REDIL HUMANO
Puerta de Dios en el redil humano
fue Cristo, el buen Pastor que al mundo vino,
glorioso va delante del rebaño,
guiando su marchar por buen camino.
Madero de la cruz es su cayado,
su voz es la verdad que a todos llama,
su amor es el del Padre, que le ha dado
Espíritu de Dios, que a todos ama.
Pastores del Señor son sus ungidos,
nuevos cristos de Dios, son enviados
a los pueblos del mundo redimidos;
del único Pastor siervos amados.
La cruz de su Señor es su cayado,
la voz de la verdad es su llamada,
los pastos de su amor, fecundo prado,
son vida del Señor que nos es dada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo.
Salmo 38 I - SÚPLICA DE UN ENFERMO
Yo me dije: vigilaré mi proceder,
para que no se me vaya la lengua;
pondré una mordaza a mi boca
mientras el impío esté presente.
Guardé silencio resignado,
no hablé con ligereza;
pero mi herida empeoró,
y el corazón me ardía por dentro;
pensándolo me requemaba,
hasta que solté la lengua.
Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis años,
para que comprenda lo caduco que soy.
Me concediste un palmo de vida,
mis días son nada ante ti;
el hombre no dura más que un soplo,
el hombre pasa como pura sombra,
por un soplo se afana,
atesora sin saber para quién.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo.
Ant 2. Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto.
Salmo 38 II
Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Tú eres mi confianza.
Líbrame de mis iniquidades,
no me hagas la burla de los necios.
Enmudezco, no abro la boca,
porque eres tú quien lo ha hecho.
Aparta de mí tus golpes,
que el ímpetu de tu mano me acaba.
Escarmientas al hombre
castigando su culpa;
como una polilla roes sus tesoros;
el hombre no es más que un soplo.
Escucha, Señor, mi oración,
haz caso de mis gritos,
no seas sordo a mi llanto;
porque yo soy huésped tuyo,
forastero como todos mis padres.
Aplaca tu ira, dame respiro,
antes de que pase y no exista.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto.
Ant 3. Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás.
Salmo 51 - CONTRA LA VIOLENCIA DE LOS CALUMNIADORES
¿Por qué te glorías de la maldad
y te envalentonas contra el piadoso?
Estás todo el día maquinando injusticias,
tu lengua es navaja afilada,
autor de fraudes;
prefieres el mal al bien,
la mentira a la honradez;
prefieres las palabras corrosivas,
lengua embustera.
Pues Dios te destruirá para siempre,
te abatirá y te barrerá de tu tienda;
arrancará tus raíces
del suelo vital.
Lo verán los justos, y temerán,
y se reirán de él:
«Mirad al valiente
que no puso en Dios su apoyo,
confió en sus muchas riquezas,
se insolentó en sus crímenes.»
Pero yo, como verde olivo,
en la casa de Dios,
confío en su misericordia
por siempre jamás.
Te daré siempre gracias
porque has actuado;
proclamaré delante de tus fieles:
«Tu nombre es bueno.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás.
V. Mi alma espera en el Señor.
R. Espera en su palabra.
PRIMERA LECTURA
Comienza la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 1-18
PABLO EXHORTA A TIMOTEO AL CUMPLIMIENTO DE SU MISIÓN
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, para anunciar la vida prometida, vida que tenemos en Cristo Jesús, a Timoteo, mi amado hijo: Gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro Señor.
Doy gracias a Dios, a quien sirvo desde mi niñez con pureza de conciencia, siempre que en mis oraciones hago memoria de ti, día y noche, sin cesar. Al acordarme de tus lágrimas, tengo vivos deseos de verte, para llenarme de gozo con la memoria de tu sinceridad en la fe. Esta fe arraigó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y ahora también brilla en ti, como de ello estoy convencido.
Por este motivo, quiero recordarte que has de dar nueva vida al don de Dios, que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de dominio de sí mismo. No te avergüences, pues, de dar testimonio de nuestro Señor, ni te avergüences de mí, que estoy encadenado por él. Comparte valientemente conmigo los sufrimientos por la causa del Evangelio, apoyado en el poder de Dios, que nos ha salvado y nos ha llamado con santa llamada, no según nuestras obras, sino según su propio propósito y su gracia, que nos dio con Cristo Jesús antes de los tiempos eternos. Esta gracia se nos otorgó en Cristo Jesús antes de la creación de los siglos y se ha manifestado ahora con la aparición de nuestro salvador, Cristo Jesús. Él ha aniquilado la muerte, y ha hecho brillar la vida y la inmortalidad por el Evangelio, cuyo predicador, apóstol y doctor, me ha constituido Dios.
Por esta causa sufro también estas cadenas; pero no me avergüenzo, porque sé en quién he puesto mi fe, y estoy seguro que tiene poder para guardar hasta aquel día el depósito de la fe, que me ha confiado. Toma como norma de la sana doctrina que de mis labios recibiste la fe y la caridad que están en Cristo Jesús. Conserva el precioso depósito de la fe, bajo la acción del Espíritu Santo que mora en nosotros.
Ya sabrás que me han abandonado todos los del Asia Menor, entre ellos Figelo y Hermógenes. Conceda el Señor misericordia a la familia de Onesíforo, que tantas veces me confortó y no se avergonzó de mis cadenas, sino que a su llegada a Roma me buscó con toda solicitud hasta encontrarme. El Señor le conceda hallar misericordia en aquel día, cerca del Señor. Ya conoces tú mejor que nadie los buenos servicios que me prestó en Éfeso.
RESPONSORIO Rm 8, 15-16; 2Tm 1, 7
R. No habéis recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: ¡Abba! (Padre). * El Espíritu de Dios y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios.
V. No nos ha dado Dios un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de dominio de sí mismo.
R. El Espíritu de Dios y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre el profeta Ezequiel
(Libro 1, 11, 4-6: CCL 142, 170-172)
POR AMOR A CRISTO, CUANDO HABLO DE ÉL, NI A Mi MISMO ME PERDONO
Hijo de hombre, te he puesto como atalaya en la casa de Israel. Fijémonos cómo el Señor compara sus predicadores a un atalaya. El atalaya está siempre en un lugar alto para ver desde lejos todo lo que se acerca. Y todo aquel que es puesto como atalaya del pueblo de Dios debe, por su conducta, estar siempre en alto, a fin de preverlo todo y ayudar así a los que tiene bajo su custodia.
Estas palabras que os dirijo resultan muy duras para mí, ya que con ellas me ataco a mí mismo, puesto que ni mis palabras ni mi conducta están a la altura de mi misión.
Me confieso culpable, reconozco mi tibieza y mi negligencia. Quizá esta confesión de mi culpabilidad me alcance el perdón del Juez piadoso. Porque, cuando estaba en el monasterio, podía guardar mi lengua de conversaciones ociosas y estar dedicado casi continuamente a la oración. Pero, desde que he cargado sobre mis hombros la responsabilidad pastoral, me es imposible guardar el recogimiento que yo querría, solicitado como estoy por tantos asuntos.
Me veo, en efecto, obligado a dirimir las causas, ora de las diversas Iglesias, ora de los monasterios, y a juzgar con frecuencia de la vida y actuación de los individuos en particular; otras veces tengo que ocuparme de asuntos de orden civil, otras, de lamentarme de los estragos causados por las tropas de los bárbaros y de temer por causa de los lobos que acechan al rebaño que me ha sido confiado. Otras veces debo preocuparme de que no falte la ayuda necesaria a los que viven sometidos a una disciplina regular, a veces tengo que soportar con paciencia a algunos que usan de la violencia, otras, en atención a la misma caridad que les debo, he de salirles al encuentro.
Estando mi espíritu disperso y desgarrado con tan diversas preocupaciones, ¿cómo voy a poder reconcentrarme para dedicarme por entero a la predicación y al ministerio de la palabra? Además, muchas veces, obligado por las circunstancias, tengo que tratar con las personas del mundo, lo que hace que alguna vez se relaje la disciplina impuesta a mi lengua. Porque, si mantengo en esta materia una disciplina rigurosa, sé que ello me aparta de los más débiles, y así nunca podré atraerlos adonde yo quiero. y esto hace que, con frecuencia, escuche pacientemente sus palabras, aunque sean ociosas. Pero, como yo también soy débil, poco a poco me voy sintiendo atraído por aquellas palabras ociosas, y empiezo a hablar con gusto de aquello que había empezado a escuchar con paciencia, y resulta que me encuentro a gusto postrado allí mismo donde antes sentía repugnancia de caer.
¿Qué soy yo, por tanto, o qué clase de atalaya soy, que no estoy situado, por mis obras, en lo alto de la montaña, sino que estoy postrado aún en la llanura de mi debilidad? Pero el Creador y Redentor del género humano es bastante poderoso para darme a mí, indigno, la necesaria altura de vida y eficacia de palabra, ya que por su amor, cuando hablo de él, ni a mí mismo me perdono.
RESPONSORIO
R. Sacando enseñanzas morales de las sagradas Escrituras e interpretando sus misterios, encauzó hacia los pueblos las corrientes de agua viva del Evangelio; * y aun después de su muerte continúa hablando.
V. Recorriendo todo el mundo como un águila, provee de alimento a los grandes y a los pequeños con su inmensa caridad.
R. Y aun después de su muerte continúa hablando.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios, que cuidas a tu pueblo con ternura y lo gobiernas con amor, te pedimos que, por intercesión del papa san Gregorio Magno, concedas el espíritu de sabiduría a quienes has establecido como maestros y pastores de la Iglesia, para que así el progreso de los fieles constituya el gozo eterno de sus pastores. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN
INICIAL
V. Señor, abre
mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. Aclama al
Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores
a la Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque el
Señor es un Dios grande,
soberano de
todos los dioses:
tiene en su
mano las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el
mar, porque él lo hizo,
la tierra
firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que
él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de
mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo
de corazón extraviado,
que no
reconoce mi camino;
por eso he
jurado en mi cólera
que no
entrarán en mi descanso»
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos
de los siglos. Amén
Himno: NACIDOS
DE LA LUZ, HIJOS DEL DÍA.
Nacidos de la
luz, hijos del día,
Vamos hacia el
Señor de la mañana.
Su claridad
disipa nuestras sombras
y alegra y
regocija nuestras almas.
Que nuestro
Dios, el Padre de la gloria,
nos libre para
siempre del pecado,
y podamos así
gozar la herencia
que nos legó
en su Hijo muy amado.
Honor y gloria
a Dios, Padre celeste,
por medio de
su Hijo Jesucristo,
y al Don de
toda luz, el Santo Espíritu,
que vive por
los siglos de los siglos. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Dios
mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios?
Salmo 76 -
RECUERDO DEL PASADO GLORIOSO DE ISRAEL.
Alzo mi voz a
Dios gritando,
Alzo mi voz a
Dios para que me oiga.
En mi angustia
te busco, Señor mío;
de noche
extiendo las manos sin descanso,
y mi alma
rehúsa el consuelo.
Cuando me
acuerdo de Dios, gimo,
y meditando me
siento desfallecer.
Sujetas los
párpados de mis ojos,
y la agitación
no me deja hablar.
Repaso los
días antiguos,
recuerdo los
años remotos;
de noche lo
pienso en mis adentros,
y meditándolo
me pregunto:
¿Es que el
Señor nos rechaza para siempre
y ya no
volverá a favorecernos?
¿Se ha agotado
ya su misericordia,
se ha
terminado para siempre su promesa?
¿Es que Dios
se ha olvidado de su bondad,
o la cólera
cierra sus entrañas?
Y me digo:
¡Qué pena la mía!
¡Se ha
cambiado la diestra del Altísimo!
Recuerdo las
proezas del Señor;
sí, recuerdo
tus antiguos portentos,
medito todas
tus obras
y considero
tus hazañas.
Dios mío, tus
caminos son santos:
¿qué dios es
grande como nuestro Dios?
Tú, ¡oh Dios!,
haciendo maravillas,
mostraste tu
poder a los pueblos;
con tu brazo
rescataste a tu pueblo,
a los hijos de
Jacob y de José.
Te vio el mar,
¡oh Dios!,
te vio el mar
y tembló,
las olas se
estremecieron.
Las nubes
descargaban sus aguas,
retumbaban los
nubarrones,
tus saetas
zigzagueaban.
Rodaba el
fragor de tu trueno,
los relámpagos
deslumbraban el orbe,
la tierra
retembló estremecida.
Tú te abriste
camino por las aguas,
un vado por
las aguas caudalosas,
y no quedaba
rastro de tus huellas:
mientras
guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,
por la mano de
Moisés y de Aarón.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos
de los siglos. Amén
Ant. Dios mío,
tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios?
Ant. 2. Mi
corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.
Cántico:
ALEGRIA DE LOS HUMILDES EN DIOS 1S 2,1-10
Mi corazón se
regocija por el Señor,
mi poder se
exalta por Dios;
mi boca se ríe
de mis enemigos,
porque gozo
con tu salvación.
No hay santo
como el Señor,
no hay roca
como nuestro Dios.
No
multipliquéis discursos altivos,
no echéis por
la boca arrogancias,
porque el
Señor es un Dios que sabe;
él es quién
pesa las acciones.
Se rompen los
arcos de los valientes,
mientras los
cobardes se ciñen de valor;
los hartos se
contratan por el pan,
mientras los
hambrientos no tienen ya que trabajar;
la mujer
estéril da a luz siete hijos,
mientras la
madre de muchos se marchita.
El Señor da la
muerte y la vida,
hunde en el
abismo y levanta;
da la pobreza
y la riqueza,
humilla y
enaltece.
Él levanta del
polvo al desvalido,
alza de la
basura al pobre,
para hacer que
se siente entre príncipes
y que herede
un trono de gloria;
pues del Señor
son los pilares de la tierra,
y sobre ellos
afianzó el orbe.
Él guarda los
pasos de sus amigos,
mientras los
malvados perecen en las tinieblas,
porque el
hombre no triunfa por su fuerza.
El Señor
desbarata a sus contrarios,
el Altísimo
truena desde el cielo,
el Señor juzga
hasta el confín de la tierra.
él da fuerza a
su Rey,
exalta el
poder de su Ungido.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos
de los siglos. Amén
Ant. Mi
corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.
Ant. 3. El
Señor reina, la tierra goza.
Salmo 96 - EL
SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES.
El Señor
reina, la tierra goza,
se alegran las
islas innumerables.
Tiniebla y
nube lo rodean,
justicia y
derecho sostienen su trono.
Delante de él
avanza fuego
abrasando en
torno a los enemigos;
sus relámpagos
deslumbran el orbe,
y, viéndolos,
la tierra se estremece.
Los montes se
derriten como cera
ante el dueño
de toda la tierra;
los cielos
pregonan su justicia,
y todos los
pueblos contemplan su gloria.
Los que adoran
estatuas se sonrojan,
los que ponen
su orgullo en los ídolos;
ante él se
postran todos los dioses.
Lo oye Sión, y
se alegra,
se regocijan
las ciudades de Judá
por tus
sentencias, Señor;
porque tú
eres, Señor,
altísimo sobre
toda la tierra,
encumbrado
sobre todos los dioses.
El Señor ama
al que aborrece el mal,
protege la
vida de sus fieles
y los libra de
los malvados.
Amanece la luz
para el justo,
y la alegría
para los rectos de corazón.
Alegraos,
justos, con el Señor,
celebrad su
santo nombre.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos
de los siglos. Amén
Ant. El Señor
reina, la tierra goza.
LECTURA BREVE
Rm 8, 35. 37
¿Quién podrá
apartarnos del amor de Cristo? ¿La aflicción? ¿La angustia? ¿La persecución?
¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada? En todo esto vencemos
fácilmente por aquel que nos ha amado.
RESPONSORIO
BREVE
V. Bendigo al
Señor en todo momento.
R. Bendigo al
Señor en todo momento.
V. Su alabanza
está siempre en mi boca.
R. En todo
momento.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendigo al
Señor en todo momento.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Sirvamos
al Señor con santidad todos nuestros días.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha
visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de
sus santos profetas:
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano
de todos los que nos odian;
ha realizado
así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento
que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de
la mano de los enemigos,
le sirvamos
con santidad y justicia,
en su
presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a
su pueblo la salvación,
el perdón de
sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará
el sol que nace de lo alto,
para iluminar
a los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino
de la paz.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos
de los siglos. Amén
Ant. Sirvamos
al Señor con santidad todos nuestros días.
PRECES
Oremos a
nuestro Señor Jesucristo, que prometió estar con nosotros todos los días hasta
el fin del mundo, y digámosle confiados:
Escúchanos,
Señor.
Quédate con
nosotros, Señor, durante todo el día:
que la luz de
tu gracia no conozca nunca el anochecer en nuestras vidas.
Que el trabajo
de este día sea como una oblación sin defecto,
y que sea
agradable a tus ojos.
Que en todas
nuestras palabras y acciones seamos hoy luz del mundo
y sal de la
tierra para cuantos nos traten.
Que la gracia
del Espíritu Santo habite en nuestros corazones y resplandezca en nuestras
obras
para que así
permanezcamos en tu amor y en tu alabanza.
Se pueden
añadir algunas intenciones libres.
Terminemos
nuestra oración diciendo juntos las palabras del Señor y pidiendo al Padre que
nos libre de todo mal:
Padre
nuestro...
ORACIÓN
Envía, Señor,
a nuestros corazones la abundancia de tu luz, para que, avanzando siempre por
el camino de tus mandatos, nos veamos libres de todo error. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Llamé, y él me respondió.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llamé, y él me respondió.
Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA BREVE Dt 1, 16-17a
Yo di a vuestros jefes estas normas: «Vosotros escucharéis los pleitos de vuestros hermanos y juzgaréis con justicia las causas que surjan entre un hombre con su hermano o un extranjero. No seáis parciales en la sentencia, oíd por igual al pequeño y al grande; no os dejéis amedrentar por nadie, que la sentencia es de Dios.»
V. El Señor es justo y ama la justicia.
R. Los buenos verán su rostro.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor, Padre santo, Dios fiel, tú que enviaste el Espíritu Santo prometido para que congregara a los hombres que el pecado había disgregado: ayúdanos a ser, en medio de nuestros hermanos, fermento de unidad y de paz. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Llamé, y él me respondió.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llamé, y él me respondió.
Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA BREVE Dt 1, 16-17a
Yo di a vuestros jefes estas normas: «Vosotros escucharéis los pleitos de vuestros hermanos y juzgaréis con justicia las causas que surjan entre un hombre con su hermano o un extranjero. No seáis parciales en la sentencia, oíd por igual al pequeño y al grande; no os dejéis amedrentar por nadie, que la sentencia es de Dios.»
V. El Señor es justo y ama la justicia.
R. Los buenos verán su rostro.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor, Padre santo, Dios fiel, tú que enviaste el Espíritu Santo prometido para que congregara a los hombres que el pecado había disgregado: ayúdanos a ser, en medio de nuestros hermanos, fermento de unidad y de paz. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL PAN DE CADA DÍA
El pan de cada día
dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;
convierte en alegría
nuestras labores buenas
y acaricia el dolor de nuestras penas.
¡Horas de tedio largas
sin la presencia buena de tus manos!
¡Ay, las horas amargas
nos vuelven inhumanos,
si no abrimos el alma a los hermanos!
Santifica el momento
de este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el aliento
de tu presencia amiga
que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
SALMODIA
Ant 1. He examinado mi camino, para enderezar mis pies a tus preceptos.
Salmo 118, 57-64
El Señor es mi herencia;
he resuelto guardar tus palabras;
de todo corazón busco tu favor:
ten piedad de mí según tu promesa;
he examinado mi camino,
para enderezar mis pies a tus preceptos.
Con diligencia, sin tardanza,
observo tus mandatos;
los lazos de los malvados me envuelven,
pero no olvido tu voluntad;
a media noche me levanto para darte gracias
por tus justos mandamientos.
Me junto con tus fieles,
que guardan tus decretos;
Señor, de tu bondad está llena la tierra;
enséñame tus leyes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. He examinado mi camino, para enderezar mis pies a tus preceptos.
Ant 2. Me asalta el temor y el terror: hazme caso y respóndeme, Señor.
Salmo 54, 2-15. 17-24 I - ORACIÓN ANTE LA TRAICIÓN DE UN AMIGO
Dios mío, escucha mi oración,
no te cierres a mi súplica;
hazme caso y respóndeme,
me agitan mis ansiedades.
Me turba la voz del enemigo,
los gritos del malvado:
descargan sobre mí calamidades
y me atacan con furia.
Se estremece mi corazón,
me sobrecoge un pavor mortal,
me asalta el temor y el terror,
me cubre el espanto,
y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto,
me pondría en seguida a salvo de la tormenta,
del huracán que devora, Señor;
del torrente de sus lenguas.»
Violencia y discordia veo en la ciudad:
día y noche hacen la ronda
sobre las murallas;
en su recinto, crimen e injusticia;
dentro de ella, calamidades;
no se apartan de su plaza
la crueldad y el engaño.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me asalta el temor y el terror: hazme caso y respóndeme, Señor.
Ant 3. Yo invoco a Dios, y el Señor me salva.
Salmo 54, 2-15. 17-24 II
Si mi enemigo me injuriase,
lo aguantaría;
si mi adversario se alzase contra mí,
me escondería de él;
pero eres tú, mi compañero,
mi amigo y confidente,
a quien me unía una dulce intimidad:
juntos íbamos entre el bullicio
por la casa de Dios.
Pero yo invoco a Dios,
y el Señor me salva:
Por la tarde, en la mañana, al mediodía,
me quejo gimiendo.
Dios escucha mi voz:
su paz rescata mi alma
de la guerra que me hacen,
porque son muchos contra mí.
Dios me escucha, los humilla
el que reina desde siempre,
porque no quieren enmendarse
ni temen a Dios.
Levantan la mano contra su aliado,
violando los pactos;
su boca es más blanda que la manteca,
pero desean la guerra;
sus palabras son más suaves que el aceite,
pero son puñales.
Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás
que el justo caiga.
Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos
a la fosa profunda.
Los traidores y sanguinarios
no cumplirán ni la mitad de sus años.
Pero yo confío en ti.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo invoco a Dios, y el Señor me salva.
LECTURA BREVE Is 55, 8-9
Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos -oráculo del Señor-. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes.
V. Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
R. El poder y la fidelidad te rodean.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso y lleno de amor, que a la mitad de nuestra jornada concedes un descanso a nuestra fatiga, contempla complacido el trabajo empezado, remedia nuestras deficiencias, y haz que nuestras obras te sean agradables. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL PAN DE CADA DÍA
El pan de cada día
dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;
convierte en alegría
nuestras labores buenas
y acaricia el dolor de nuestras penas.
¡Horas de tedio largas
sin la presencia buena de tus manos!
¡Ay, las horas amargas
nos vuelven inhumanos,
si no abrimos el alma a los hermanos!
Santifica el momento
de este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el aliento
de tu presencia amiga
que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
SALMODIA
Ant 1. He examinado mi camino, para enderezar mis pies a tus preceptos.
Salmo 118, 57-64
El Señor es mi herencia;
he resuelto guardar tus palabras;
de todo corazón busco tu favor:
ten piedad de mí según tu promesa;
he examinado mi camino,
para enderezar mis pies a tus preceptos.
Con diligencia, sin tardanza,
observo tus mandatos;
los lazos de los malvados me envuelven,
pero no olvido tu voluntad;
a media noche me levanto para darte gracias
por tus justos mandamientos.
Me junto con tus fieles,
que guardan tus decretos;
Señor, de tu bondad está llena la tierra;
enséñame tus leyes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. He examinado mi camino, para enderezar mis pies a tus preceptos.
Ant 2. Me asalta el temor y el terror: hazme caso y respóndeme, Señor.
Salmo 54, 2-15. 17-24 I - ORACIÓN ANTE LA TRAICIÓN DE UN AMIGO
Dios mío, escucha mi oración,
no te cierres a mi súplica;
hazme caso y respóndeme,
me agitan mis ansiedades.
Me turba la voz del enemigo,
los gritos del malvado:
descargan sobre mí calamidades
y me atacan con furia.
Se estremece mi corazón,
me sobrecoge un pavor mortal,
me asalta el temor y el terror,
me cubre el espanto,
y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto,
me pondría en seguida a salvo de la tormenta,
del huracán que devora, Señor;
del torrente de sus lenguas.»
Violencia y discordia veo en la ciudad:
día y noche hacen la ronda
sobre las murallas;
en su recinto, crimen e injusticia;
dentro de ella, calamidades;
no se apartan de su plaza
la crueldad y el engaño.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me asalta el temor y el terror: hazme caso y respóndeme, Señor.
Ant 3. Yo invoco a Dios, y el Señor me salva.
Salmo 54, 2-15. 17-24 II
Si mi enemigo me injuriase,
lo aguantaría;
si mi adversario se alzase contra mí,
me escondería de él;
pero eres tú, mi compañero,
mi amigo y confidente,
a quien me unía una dulce intimidad:
juntos íbamos entre el bullicio
por la casa de Dios.
Pero yo invoco a Dios,
y el Señor me salva:
Por la tarde, en la mañana, al mediodía,
me quejo gimiendo.
Dios escucha mi voz:
su paz rescata mi alma
de la guerra que me hacen,
porque son muchos contra mí.
Dios me escucha, los humilla
el que reina desde siempre,
porque no quieren enmendarse
ni temen a Dios.
Levantan la mano contra su aliado,
violando los pactos;
su boca es más blanda que la manteca,
pero desean la guerra;
sus palabras son más suaves que el aceite,
pero son puñales.
Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás
que el justo caiga.
Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos
a la fosa profunda.
Los traidores y sanguinarios
no cumplirán ni la mitad de sus años.
Pero yo confío en ti.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo invoco a Dios, y el Señor me salva.
LECTURA BREVE Is 55, 8-9
Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos -oráculo del Señor-. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes.
V. Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
R. El poder y la fidelidad te rodean.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso y lleno de amor, que a la mitad de nuestra jornada concedes un descanso a nuestra fatiga, contempla complacido el trabajo empezado, remedia nuestras deficiencias, y haz que nuestras obras te sean agradables. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant 3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA BREVE 1S 16, 7b
La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón.
V. Señor, sondéame y conoce mi corazón.
R. Guíame por el camino eterno.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Jesucristo, que por la salvación de los hombres extendiste tus brazos en la cruz: haz que todas nuestras acciones te sean agradables y sirvan para manifestar al mundo tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant 3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA BREVE 1S 16, 7b
La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón.
V. Señor, sondéame y conoce mi corazón.
R. Guíame por el camino eterno.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Jesucristo, que por la salvación de los hombres extendiste tus brazos en la cruz: haz que todas nuestras acciones te sean agradables y sirvan para manifestar al mundo tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
Oración de la tarde
Oración de la tarde
V. Dios mío,
ven en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: SEÑOR,
TÚ ERES SANTO: YO ADORO, YO CREO.
Señor, tú eres
santo: yo adoro, yo creo;
tu cielo es un
libro de páginas bellas,
do en noches
tranquilas mi símbolo leo,
que escribe tu
mano con signos de estrellas.
En vano con
sombras el caos se cierra:
tú miras al
caos, la luz nace entonces;
tú mides las
aguas que ciñen la tierra,
tú mides los
siglos que muerden los bronces.
El mar a la
tierra pregunta tu nombre,
la tierra a
las aves que tienden su vuelo;
las aves lo
ignoran; preguntan al hombre,
y el hombre lo
ignora; pregúntanlo al cielo.
EI mar con sus
ecos ha siglos que ensaya
formar ese
nombre, y el mar no penetra
misterios tan
hondos, muriendo en la playa,
sin que oigan
los siglos o sílaba o letra.
Señor, tú eres
santo: yo te amo, yo espero;
tus dulces
bondades cautivan el alma;
mi pecho
gastaron con diente de acero
los gustos del
mundo, vacíos de calma.
Concede a mis
penas la luz de bonanza,
la paz a mis
noches, la paz a mis días;
tu amor a mi
pecho, tu fe y tu esperanza,
que es bálsamo
puro que al ánima envías. Amén.
SALMODIA
Ant. 1.
Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro
salvador.
Salmo 61 -
DIOS, ÚNICA ESPERANZA DEL JUSTO.
Sólo en Dios
descansa mi alma,
porque de él
viene mi salvación;
sólo él es mi
roca y mi salvación,
mi alcázar: no
vacilaré.
¿Hasta cuándo
arremeteréis contra un hombre
todos juntos,
para derribarlo
como a una
pared que cede
o a una tapia
ruinosa?
Sólo piensan
en derribarme de mi altura,
y se complacen
en la mentira:
con la boca
bendicen,
con el corazón
maldicen.
Descansa sólo
en Dios, alma mía,
porque él es
mi esperanza;
sólo él es mi
roca y mi salvación,
mi alcázar: no
vacilaré.
De Dios viene
mi salvación y mi gloria,
él es mi roca
firme,
Dios es mi
refugio.
Pueblo suyo,
confiad en él,
desahogad ante
él vuestro corazón,
que Dios es
nuestro refugio.
Los hombres no
son más que un soplo,
los nobles son
apariencia:
todos juntos
en la balanza subirían
más leves que
un soplo.
No confiéis en
la opresión,
no pongáis
ilusiones en el robo;
y aunque
crezcan vuestras riquezas,
no les deis el
corazón.
Dios ha dicho
una cosa,
y dos cosas
que he escuchado:
«Que Dios
tiene el poder
y el Señor
tiene la gracia;
que tú pagas a
cada uno
según sus
obras.»
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos
de los siglos. Amén
Ant.
Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro
salvador.
Ant. 2. Que
Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.
Salmo 66 - QUE
TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.
El Señor tenga
piedad y nos bendiga,
ilumine su
rostro sobre nosotros;
conozca la
tierra tus caminos,
todos los
pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que
te alaben los pueblos,
que todos los
pueblos te alaben.
Que canten de
alegría las naciones,
porque riges
el mundo con justicia,
riges los
pueblos con rectitud
y gobiernas
las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que
te alaben los pueblos,
que todos los
pueblos te alaben.
La tierra ha
dado su fruto,
nos bendice el
Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos
bendiga; que le teman
hasta los
confines del orbe.
Gloria al Padre,
y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos
de los siglos. Amén
Ant. Que Dios
ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.
Ant. 3. Todo
fue creado por él y para él.
Cántico: HIMNO
A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS
MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos gracias
a Dios Padre,
que nos ha
hecho capaces de compartir
la herencia
del pueblo santo en la luz.
Él nos ha
sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha
trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya
sangre hemos recibido la redención,
el perdón de
los pecados.
Él es imagen
de Dios invisible,
primogénito de
toda creatura;
pues por medio
de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y
terrestres, visibles e invisibles,
Tronos,
Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue
creado por él y para él.
Él es anterior
a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también
la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el
principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el
primero en todo.
Porque en él
quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso
reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la
paz por la sangre de su cruz
con todos los
seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos
de los siglos. Amén
Ant. Todo fue
creado por él y para él.
LECTURA BREVE
1Pe 5, 5b-7
Sed humildes
unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los
humildes. Inclinaos bajo la poderosa mano de Dios, para que a su tiempo os
eleve. Descargad en él todas vuestras preocupaciones, porque él se interesa por
vosotros.
RESPONSORIO
BREVE
V. Guárdanos,
Señor, como a las niñas de tus ojos.
R. Guárdanos,
Señor, como a las niñas de tus ojos.
V. A las
sombras de tus alas escóndenos.
R. Como las
niñas de tus ojos.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Guárdanos,
Señor, como a las niñas de tus ojos.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Haz,
Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y enaltece a los
humildes.
Cántico de
María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha
mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el
Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su
misericordia llega a sus fieles
de generación
en generación.
El hace
proezas con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del
trono a los poderosos
y enaltece a
los humildes,
a los
hambrientos los colma de bienes
y a los ricos
los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de
su misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos
de los siglos. Amén
Ant. Haz,
Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y enaltece a los
humildes.
PRECES
Aclamemos,
hermanos, a Dios, nuestro salvador, que se complace en enriquecernos con sus
dones, y digámosle con fe:
Muéstranos,
Señor, tu amor y danos tu paz.
Dios eterno,
mil años en tu presencia son como un ayer que pasó;
ayúdanos a
recordar siempre que nuestra vida es como una hierba que se renueva por la
mañana y se seca por la tarde.
Alimenta a tu
pueblo con el maná para que no perezca de hambre
y dale el agua
viva para que nunca más tenga sed.
Que tus fieles
busquen y saboreen los bienes de arriba
y te
glorifiquen también con su descanso.
Concede,
Señor, buen tiempo a las cosechas,
para que la
tierra de fruto abundante.
Se pueden
añadir algunas intenciones libres.
Que los
difuntos puedan contemplar tu faz
y que nosotros
tengamos un día parte en su felicidad.
Confiemos
nuestras súplicas a Dios nuestro Padre, terminando nuestra oración con las
palabras que Cristo nos enseñó:
Padre
nuestro...
ORACIÓN
Dios nuestro,
tu nombre es santo y tu misericordia llega a tus fieles de generación en
generación; atiende, pues, las súplicas de tu pueblo y haz que pueda cantar
eternamente tus alabanzas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V. Dios mío,
ven en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso
ante Dios todopoderoso
y ante
vosotros, hermanos,
que he pecado
mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa,
por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego
a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles,
a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO
LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz
del sol es ya poniente,
gracias,
Señor, es nuestra melodía;
recibe, como
ofrenda, amablemente,
nuestro dolor,
trabajo y alegría.
Si poco fue el
amor en nuestro empeño
de darle vida
al día que fenece,
convierta en
realidad lo que fue un sueño
tu gran amor
que todo lo engrandece.
Tu cruz,
Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en
justa, e ilumina
la senda de la
vida y de la muerte
del hombre que
en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo
del Padre, cuando avanza
la noche
oscura sobre nuestro día,
concédenos la
paz y la esperanza
de esperar
cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Sé tú,
Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
Salmo 30 -
SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS.
A ti, Señor,
me acojo:
no quede yo
nunca defraudado;
tú, que eres
justo, ponme a salvo,
inclina tu
oído hacia mí;
ven aprisa a
librarme,
sé la roca de
mi refugio,
un baluarte
donde me salve,
tú que eres mi
roca y mi baluarte;
por tu nombre
dirígeme y guíame:
sácame de la
red que me han tendido,
porque tú eres
mi amparo.
En tus manos
encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios
leal, me librarás.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos
de los siglos. Amén
Ant. Sé tú,
Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
Ant. 2. Desde
lo hondo a ti grito, Señor.
Salmo 129 -
DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde lo hondo
a ti grito, Señor;
Señor, escucha
mi voz;
estén tus
oídos atentos
a la voz de mi
súplica.
Si llevas
cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá
resistir?
Pero de ti
procede el perdón,
y así infundes
respeto.
Mi alma espera
en el Señor,
espera en su
palabra;
mi alma
aguarda al Señor,
más que el
centinela la aurora.
Aguarde Israel
al Señor,
como el
centinela la aurora;
porque del
Señor viene la misericordia,
la redención
copiosa;
y él redimirá
a Israel
de todos sus
delitos.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos
de los siglos. Amén
Ant. Desde lo
hondo a ti grito, Señor.
LECTURA BREVE
Ef 4,26-27
No lleguéis a
pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar
al diablo.
RESPONSORIO
BREVE
V. En tus
manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus
manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te
encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus
manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE
SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a
tu siervo irse en paz,
porque mis
ojos han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para
alumbrar a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos
de los siglos. Amén
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti
un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las
acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche
para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos
constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura
y esperanza nuestra,
Dios te
salve.
A ti llamamos
los desterrados hijos de Eva,
a ti
suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle
de lágrimas.
Ea, pues,
Señora, abogada nuestra,
vuelve a
nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de
este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito
de tu vientre.
¡Oh clemente,
oh piadosa,
oh dulce
Virgen María!
No hay comentarios:
Publicar un comentario