Santos: Cosme y Damián de Arabia, mártires; Sebastián Nam de Corea y compañeros, mártires. Beata Lucía Caltagirone, religiosa. Feria (Verde)
EL PRIMER ANUNCIO DE LA
PASIÓN
Qo 3,1-11; Lc 9,18-22
En la lógica narrativa del
tercer Evangelio nos encontramos con el primer anuncio de la pasión del Señor.
La declaración de Pedro da justo en el blanco: el Mesías esperado por Israel se
ha hecho manifiesto en la vida y la obra del maestro Jesús. Sin embargo, tal
declaración puede resultar ambigua si no se precisa la modalidad y las
características de su mesianismo. La victoria mesiánica de Jesús no se
conseguirá a través de movilizaciones violentas, ni por medio de acciones de
fuerza. Como bien lo explica el sabio judío, hay un tiempo para cada cosa: un
tiempo para la paz y otro para la guerra, un tiempo de construir y otro de
destruir. Es necesario discernir en cada momento cuál es el designio y la
estrategia más oportuna para consolidar el señorío de Dios. Los monarcas y
liberadores que pretendían imponer sus proyectos políticos por la fuerza,
terminaban oprimiendo y violentando la vida de la gente sencilla. El Señor
Jesús pretendía establecer una convivencia justa y solidaria a través de la
cooperación voluntaria de las personas, y no recurriendo a la manipulación de
conciencias ni al abuso de poder.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Ex 36.
26. 27. 28)
Arrancaré de ustedes el
corazón de piedra y les daré un corazón de carne, dice el Señor. Les infundiré
mi espíritu. Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios.
ORACIÓN COLECTA
Inflama, Señor, nuestros
corazones con el Espíritu de tu amor, para que pensemos y actuemos según tu
voluntad y te amemos sinceramente en nuestro prójimo. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Hay un tiempo para cada
cosa.
Del libro del Eclesiastés
(Cohélet): 3, 1-11 Hay un tiempo para cada cosa y todo lo que hacemos bajo el
sol tiene su tiempo.
Hay un tiempo para nacer y
otro para morir; uno para plantar y otro para arrancar lo plantado. Hay un
tiempo para matar y otro para curar; uno para destruir y otro para edificar.
Hay un tiempo para llorar y otro para reír; uno para gemir y otro para bailar.
Hay un tiempo para lanzar piedras y otro para recogerlas; uno para abrazarse y otro
para separarse. Hay un tiempo para ganar y otro para perder; uno para retener y
otro para desechar. Hay un tiempo para rasgar y otro para coser; uno para
callar y otro para hablar. Hay un tiempo para amar y otro para odiar; uno para
hacer la guerra y otro para hacer la paz.
¿Qué provecho saca el que se
afana en su trabajo? He observado todas las tareas que Dios ha encomendado a
los hombres para que en ellas se ocupen.
Todo lo ha hecho Dios a su
debido tiempo y le ha dado el mundo al hombre para que reflexione sobre él;
pero el hombre no puede abarcar las obras de Dios desde el principio hasta el
fin.
Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
Comentario:
Tiempo para Cada Cosa
El texto del Eclesiastés, en
la primera lectura de hoy, es quizás el más conocido de este libro de la
Biblia: hay tiempo para cada cosa. Sin embargo, no es tan sencillo saber qué
enseñanza se esconde detrás de la enumeración de los distintos tiempos: llorar,
reír, danzar, gemir... ¿qué significa que la vida sea eso, esa composición de
momentos diversos, que además parecen repetirse?
Si nos ceñimos al texto de
hoy, parecen claras dos cosas: una cierta sensación de desconsuelo que está
reflejada en la pregunta del autor: "¿Qué provecho saca de su trabajo el
que se esfuerza?" Si los tiempos se repiten, y todo llego y todo pasa,
¿qué sentido tiene esforzarse?
De un modo más positivo,
este crítico de la existencia humana llega a otra conclusión: la variedad de
tiempos y circunstancias abre un universo de posibilidades que no podemos
abarcar. Nuestra vida particular o personal no es toda la vida posible. Esto
puede causar desasosiego o abrirnos a una tremenda admiración sobre la
existencia y sobre lo que significa vivir.
Además, este predicador fue
más allá: los tiempos, todos esos tiempos de los que hablamos, no dependen
finalmente de una rueda anónima o de un destino fatal, como pretendería el
hinduismo con su "sámsara" o el antiguo paganismo griego con su "moira."
El tiempo, o mejor, los tiempos, vienen de Dios. Él es el Señor de la Historia.
Del salmo 143 R/. Bendito
sea el Señor, mi fortaleza.
Bendito sea el Señor, mi
roca firme; El adiestró mis manos y mis dedos para luchar en lides. R/.
Él es mi amigo fiel, mi fortaleza,
mi seguro escondite, escudo en que me amparo, el que los pueblos a mis plantas
rinde. R/.
Señor, ¿qué tiene el hombre
para que en él te fijes? ¿Qué hay en él de valor, para que así lo estimes? El
hombre es como un soplo; sus días, como sombra que se extingue. R/.
ACLAMACIÓN (Mc 10, 45) R/.
Aleluya, aleluya.
El Hijo del hombre vino a
servir y a dar su vida por la redención de todos. R/.
Tú eres el Mesías de Dios. -
Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho.
Del santo Evangelio según
san Lucas: 9,18-22
Un día en que Jesús,
acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les
preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos contestaron:
"Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que
alguno de los antiguos profetas, que ha resucitado".
Él les dijo: "Y
ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Respondió Pedro: "El Mesías de
Dios". Entonces Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.
Después les dijo: "Es
necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los
ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y
que resucite al tercer día".
Palabra del Señor. Gloria
a ti, Señor Jesús.
Comentario:
¿Quién es él?
La pregunta de Cristo en el
evangelio de hoy nos hace recordar el apremiante llamado del Papa Juan Pablo II
en su mensaje "Urbi et Orbi" del 25 de diciembre de 1996.
"Me dirijo, por lo
tanto, a todas las varias comunidades. A los pueblos, a las naciones, a los
regímenes, a los sistemas políticos, económicos, sociales y culturales para
decirles:
"Aceptad la gran verdad
acerca del hombre; aceptad esta dimensión del hombre, que se ha manifestado a
todos; aceptad el misterio en que vive cada uno de los hombres desde que Cristo
ha nacido.
"¡Respetad este
misterio! ¡Permitid a este misterio que actúe en cada uno de los hombres!
Permitidle desarrollarse en las condiciones externas de su ser terreno.
"Jesús, el Mesías,
Príncipe de la Paz. En este misterio se halla la fuerza de la humanidad. La
fuerza que irradia sobre todo lo que es humano. No hagáis difícil esta
irradiación. No la destruyáis. Todo lo que es humano, crece a partir de esta
fuerza; sin ella se marchita; sin ella va a la ruina Por esto os doy las
gracias a todos vosotros--familias, naciones, estados, organizaciones
internacionales, sistemas políticos, económicos, sociales y culturales--por
todo lo que hacéis, a fin de que la vida de los hombres sea en sus diversos
aspectos cada vez mas humana, es decir, cada vez mas digna del hombre Deseo de
corazón y os suplico que no os canséis en este esfuerzo, en este empeño."
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Santifica, Señor, nuestras
ofrendas y, por este sacrificio eucarístico, concédenos hacer llegar tu amor a
todos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1
Co 13, 13)
Ahora tenemos estas tres
virtudes: la fe, la esperanza y la caridad; pero la caridad es la mayor de las
tres.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Infunde, Señor, tu Espíritu
Santo, en quienes hemos participado del mismo pan celestial y reanímanos con la
alegría del amor perfecto. Por Jesucristo, nuestro Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario