Obispo de Tarantasia
Martirologio Romano: En el monasterio de Bellevaux, en la región de Besançon, en
Francia, tránsito de san Pedro, obispo, que, siendo abad cisterciense, fue
promovido a la sede de Tarantasia, rigiéndola con fervorosa diligencia y
esforzado fomento de la concordia entre los pueblos (1174).
Etimológicamente: Pedro = Aquel que es firme como la piedra, es de origen latino.
Fecha de canonización: Su canonización la realizó en 1191 el Papa Clemente III
Biografía:
Nació en Saboya, en el Bourg de Saint Maurice, cerca
de Vienne. Fue hijo de labradores y también debería ser labrador en el futuro,
ya que el primogénito Lamberto se dedicaría a los estudios, pero su
inteligencia desde pequeño hizo que también ocupara los duros bancos del
cultivo intelectual y se enfrentara con los pergaminos para leer latín y
griego, adquirir las nociones de filosofía y familiarizarse con los escritos de
los Padres antiguos, la Sagrada Escritura y los cánones de la Iglesia.
A los veinte años comunica a su padre los deseos de
entrar en la vida contemplativa y dedicarse a las cosas de Dios en el silencio
del recién fundado monasterio cisterciense de Boneval.
La primera generosidad del padre se ve premiada con la
vocación de todos los miembros de la familia a la vida contemplativa; los
varones se van incorporando sucesivamente al mismo monasterio, incluido el
padre, y las hembras van pasando a ocupar el recoleto recinto del convento de
religiosas, sin que falte la madre.
Proliferan las vocaciones; no hay sitio en el
convento; nacen nuevos monasterios. El abad de Boneval establece una nueva casa
en la ladera de los Alpes, donde confluyen los pasos y caminos, que recibe el
nombre simbólico de Estamedio y allí va nombrado como abad Pedro. Pronto corren
las voces que hablan de las virtudes del joven abad por el ducado de Saboya y
por el contiguo Delfinado.
Al morir el obispo de Tarantasia (Tarentaise o
Tarantaise) en la provincia saboyana en cuyo territorio está afincado el
monasterio-hospital de Estamedio, el clamor popular clama porque ocupe la sede
el abad; parece que el papa aprueba y nombra a Pedro que sigue resistiéndose a
mudar la paz del claustro por los asuntos episcopales. Hace falta que el clero
y el pueblo acudan al Capítulo General de la Orden del Císter para pedir a
Bernardo que le mande aceptara
Así se ha convertido Pedro en obispo de la diócesis
más abandonada del mundo que parece encerrar todos los males de la época: la
dureza del régimen feudal, fermentos de herejía, hurtos, simonía, flaquezas,
codicias y supersticiones. No queda otro remedio que ponerse a rezar, hacer
penitencia y tener comprensión que es caridad; son necesarias energía y
austeridad para servir de ejemplo a los orgullosos señores y hacerse respetar
por los clérigos levantiscos, perezosos y aseglarados que han conseguido
fabricar unos fieles indolentes. Piensa que el régimen conventual es la llave
del secreto que va a propiciar un cambio a mejor; se levanta para maitines y ya
no se vuelve a acostar; su dieta son legumbres cocidas y sin condimentar,
aunque las puertas del palacio episcopal están abiertas para el indigente que llama;
va y viene a pie de un sitio a otro por su diócesis buscando al pecador
arrepentido, consolando al que está apesadumbrados y acompañando a los
menesterosos; alguna vez da a un mendigo su propia ropa para mitigar su frío,
porque no tiene otra cosa que dar. Deja tras de sí un reguero de paz, incluso
monta dos refugios en los abruptos pasos alpinos y encomienda su custodia a los
monjes de Estamedio para que sirvieran de abrigo a peregrinos y
caminantes.
El fiel cumplimiento de su ministerio episcopal
llevado con sacrificio continuado da el normal resultado con la gracia de Dios.
El éxito en lo humano es tan grande que tiene miedo de dejarse prender en las
redes de la soberbia y toma una decisión espectacular por lo infrecuente. De
noche y a escondidas desaparece del palacio episcopal, pasa a Alemania y pide
un sitio en una abadía de la Orden como un simple hermano converso, empezando a
cargar con los oficios más sencillos y penosos de la casa. Sólo con el paso del
tiempo se conoció la verdadera personalidad del famoso y misteriosamente
desaparecido obispo de Tarantasia cuya historia llevaban los soldados,
mercaderes y juglares por Europa, al ser descubierto por un joven tarantasiano
que allí pidió albergue.
Cuando se reincorpora a la sede aún vacante de
Tarantasia, interviene en la solución de las tensiones entre los monarcas de
Francia e Inglaterra enfrentados por ambiciones personales y por el cisma
provocado por el emperador Federico de Alemania a la muerte del papa Adriano
IV, queriendo mantener al antipapa Víctor frente al legítimo papa, Alejandro
III.
Murió en el 1174, cuando regresaba de una delicada
misión encomendada por el papa, como legado suyo, en Francia, Saboya, Lorena e
Italia. Enfermó gravemente en la aldea cercana al monasterio cisterciense de
Bellvaux. Muy poco tiempo después, en el año 1191, el papa Celestino III lo
canonizó.
Archidiócesis de Madrid
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