1. Preparación
Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.
Ahora lee despacio la Palabra de Dios y las reflexiones que se proponen. Déjate empapar de la Palabra de Dios. Si con un punto de reflexión te basta, quédate ahí, no prosigas.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acerco al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?" Contestaron: "El primero." Jesús les dijo: "Os aseguro que los publícanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publícanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis." (Mateo 21:28-32).
1. Ya en otra ocasión, Jesús dijo que “No el que dice Señor, Señor, es el que entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad del Padre...” Hoy habla de dos hijos, que al mandato del padre de ir a trabajar en la viña, responden y obran de modo distinto: uno dice “sí”, pero no va; mientras el otro que dice “no”, sí va. Hoy me pregunto, Señor: De los dos hijos de la parábola ¿cuál de ellos soy yo? ¿El que dice “sí” a la primera, y no va, o el que hace el trabajo, aunque de primeras dijo que “no”? Señor, ¡cuántos «síes» te digo que después, en la vida, son “noes”! Con la boca chiquita de la palabra hablo de evangelio, de entrega, de necesidad de la oración, etc., pero con la boca grande de la vida, ¿no lo niego demasiadas veces?… Señor, que no olvide que, como dice J.A. Pagola “en realidad, no creemos lo que decimos con los labios sino lo que expresamos con nuestra vida entera.”
2. El reino de Dios no está prometido a los de buenas palabras, sino a los que cumplen la voluntad del Padre, aunque a veces hayan fallado. Por eso, es mejor aquel hijo que dijo que “no”, pero luego se arrepintió y obedeció a su padre que el que dijo que “sí” pero luego no hizo nada. Esta parábola la aplica Jesús a los sacerdotes y ancianos del pueblo, a los que les dice: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios.” En el reino de Dios, publicanos y prostitutas irán por delante de los dirigentes religiosos. Lo estaba viendo Jesús. Todos estaban oyendo la misma llamada a la conversión y la proclamación de la Buena Nueva de la salvación que les hacía, pero sólo los pecadores, la gente sencilla e ignorante -los oficialmente pecadores, los que habían dicho “no” a Dios- están respondiendo a esa llamada a la conversión y acogiendo la oferta de salvación que les hace Jesús. Ahí están la mujer pecadora y Zaqueo y otros muchos. Habían dicho “no” a Dios, pero con su conversión cumplen la voluntad del Padre. Mientras que los oficialmente buenos, que han dicho “sí” a Dios, no están respondiendo, sino que cada vez se les ve más cerrados y obstinados en su rechazo. Señor, a mí, ante las reiteradas llamadas a la conversión que me haces, ¿dónde me ves?, ¿entre los oficialmente buenos y autosuficientes, que no necesitan convertirse, o entre los que se saben pobres y pecadores y necesitados de salvación, que se abren a tu mensaje?
3. Hoy el Señor nos dice, como tantas otras veces: «ve a trabajar a mi viña.» Es decir, ponte a trabajar seriamente en la extensión del Reino de Dios, implantando el amor, la entrega, la solidaridad, el servicio y la justicia en la familia, en tu ambiente y lugar de trabajo. Conviértete de esa vida mediocre y tramposa que llevas diciendo “sí”, pero después, en muchas ocasiones, haciendo “que no”. Dice J. J. Bartolomé que “nadie es bueno para Dios por lo que dice; será bueno de verdad quien haga su voluntad; y por eso, porque Dios valora lo que hacemos más que cuanto decimos, porque no se fija en si le respondemos mal, sino en si hacemos bien lo que nos mandó, pueden seguir estando hoy ´pecadores y prostitutas´ mejor situados que nosotros ante Dios y más cercanos a su Reino.” ¡Qué triste sería que así ocurriera conmigo! Señor, yo quiero ser un buen hijo, un hijo que diga siempre que “sí” a lo que me pides y lo haga. Y si alguna vez te digo: “no quiero”, perdóname y haz que recapacite y haga lo que me pides.
3. Diálogo con Dios
A la luz de esta Palabra y estas reflexiones, pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón, dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te dice el Señor. Pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos que han surgido en tu corazón.
25/09/2011
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