“Dios pronunció estas palabras: Yo soy Yahvé, tu Dios, que te
he sacado del país de Egipto, del lugar de esclavitud. No tendrás otros dioses
fuera de mí. No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay arriba en los
cielos, abajo en la tierra o en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás
ante ellas ni le darás culto, porque yo, Yahvé, tu Dios, soy un Dios celoso,
que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta
generación de los que me odian, pero tengo misericordia de mil generaciones con
los que me aman y guardan mis mandamientos” Éxodo 20, 1-6.
Este es el típico versículo que los iconoclastas religiosos usan para darnos a saber que nosotros los católicos, y toda persona perteneciente a una religión que fabrica imágenes religiosas, estamos condenados por crear estatuillas. Sin embargo, en la mayoría de los casos, al suceder la enfrenta uno no toma en cuenta que la Biblia no se lee versículo por versículo. Uno debe leerla sabiendo en qué contexto se dan las cosas, y siempre uniendo el Antiguo con el Nuevo Testamento, ya que uno alimenta al otro.
Si este no fuese el caso caeríamos en contradicciones en la misma sagrada escritura, nuestro tema no es la excepción. Por ejemplo: “Harás, además, dos querubines de oro macizo, que ocuparan los dos extremos del propiciatorio: el primer querubín ira a un extremo y el segundo al otro” (Ex 25,18). Y otro ejemplo sería: “Dijo Yahvé a Moisés: “Hazte una serpiente abrasadora y ponla sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y la mire, vivirá”” (Num 21,8). En ambos casos Dios mismo le pide a Moisés que haga estatuillas. ¿Dónde está el problema, entonces? El problema no está en las estatuillas, está en los ídolos.
Las imágenes son las estatuillas, fotografías, etc. Los ídolos, son aquellos personajes ficticios que son enaltecidos como dioses. En el versículo primero habla de ídolos, es por eso que no solo indica estatuas, sino que también Dios indica que no habrá otro dios aparte de Él. Pero bien, en los ejemplos que dimos es Dios quien pide al hombre hacer estatuas. ¿Puede el hombre hacer estatuas, no ídolos, sin la autorización de Dios? Si nosotros leemos el primer libro de reyes, del capítulo seis versículo dos al capítulo siete versículo veintinueve veremos que el Rey Salomón construye el templo a Dios y en este había imágenes. Pero ¿A Dios le agradó esto? Sí, si leemos de este mismo libro el capítulo ocho versículos diez al doce veremos que a Dios le agradó el templo y permaneció en el.
Sin embargo existen otros rituales que los católicos hacemos que se podrían confundir con la adoración. Por ejemplo cuando nos postramos frente a un Santo, o ante una imagen de un Santo. O también cuando hacemos procesiones por las calles. Hermano protestante, ponga atención y abra su biblia en los siguientes versículos. En Josué capítulo siete versículo seis Josué y los jefes de Israel se postraron ante el Arca de la Alianza, pero no la adoraron. Así sucede con nosotros cuando nos ven postrándonos ante una imagen. Pero no lo hacemos para la estatuilla, lo hacemos para el Santo, ¿Esto está mal? Segunda Carta de Reyes capítulo cuatro versículo veintisiete un hombre se arrodillo frente al profeta de Dios, a pesar de que hubo gente que lo quiso levantar, el profeta ordena que lo dejen postrado. Arrodillarse ante alguien no está mal, está mal si al hacerlo tenemos intenciones de adorarlo.
Por otro lado cuando nosotros los católicos hacemos procesiones, no estamos adorando a la imagen, ni al Santo que este representa. Si nosotros leemos el segundo libro de Samuel capítulo seis versículos uno al cinco veremos que el Rey David con un gran grupo de gente hizo una procesión al Arca de Dios. Nuestros hermanos evangélicos suelen decir que este acto no fue una procesión sino una mudanza. Lo cual sería improbable ya que, por ejemplo, uno no canta al honor del camión de mudanza cuando nos mudamos de un barrio a otro en el trayecto con todos nuestros vecinos acompañándonos. Música, baile y cantos al Arca se ven en el versículo cinco de dicho capítulo.
No adoramos a las imágenes, no adoramos a los Santos, ni los ángeles ni a la Virgen María.
Nuestras acciones no conglomeran nuestras intenciones ni el sentido de la acción. No porque nos arrodillamos ante alguien lo estamos adorando. No porque hacemos una estatuilla de alguien lo estamos equiparando a Dios. Adoramos al Santo entre los Santos, al mismo Dios. Sin embargo existen aún dos temas por hablar para dejar esto en claro, ¿Por qué rezamos a los Santos? ¿Está bien eso? Y el otro tema es ¿Por qué rezamos a María con especial ahínco? Esto lo veremos en las siguientes publicaciones.
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