1. Preparación
Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.
Ahora lee despacio la Palabra de Dios y las reflexiones que se proponen. Déjate empapar de la Palabra de Dios. Si con un punto de reflexión te basta, quédate ahí, no prosigas.
2. La palabra de Dios
Vio Jesús a Natanael que venía y dijo de él: He aquí un verdadero israelita en quien no hay doblez. Le contestó Natanael: ¿De qué me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas en la higuera, yo te vi. Respondió Natanael: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Contestó Jesús: ¿Porque te he dicho que te vi bajo la higuera crees? Cosas mayores verás. Y añadió: En verdad, en verdad os digo que veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar en torno al Hijo del Hombre.” (Juan 1, 47-51)
1. Jesús ve a Natanael que se acerca, y lo alaba: “He aquí un verdadero israelita en quien no hay doblez.” Si el Señor nos viera llegar, ¿qué diría de nosotros? Es bueno que lo pensemos, porque podemos andar por la vida engañándonos y engañando a los demás: mostramos un exterior tan maravilloso que la gente habla de lo “buena persona” que somos; pero ¿en nuestro corazón no hay muchas veces demasiada mentira y falsedad? A ti, Señor, no te puedo engañar: ¿qué ves que no apruebas ni alabas? Yo desearía poder mostrarte siempre un corazón sin engaños según las palabras de Rumi, el poeta Sufí: "En la Presencia de su Gloria, observa tu corazón de cerca, de modo que tus pensamientos no te avergüencen: porque él ve nuestras culpas, opiniones y deseos tan claros como un cabello en un vaso de leche pura."
2. Natanael viene a Jesús traído por Felipe. Felipe había respondido a la llamada de Jesús, ya ha gustado la amistad del Maestro, y comunica a su amigo la alegría de ese encuentro. ¿Sentimos nosotros necesidad de comunicar a los demás el gozo de nuestro encuentro con Jesús y los llevamos a él, como hizo Felipe? Si no es así, ¡pobre encuentro con Cristo el nuestro, mortecina fe la nuestra y muy mezquino nuestro amor al Señor! No nos sorprendamos, pues, de no sentir necesidad de comunicar a los demás nuestra fe y nuestro amor. San Pío X decía: «sin una vida interior sólida, sin una auténtica unión con Jesucristo, sin piedad verdadera, no se puede ser apóstol». Por eso, Señor, quiero buscar cada día profundizar más y más en mi encuentro contigo. Muéstrame tu rostro, hazme a saborear el gozo de tu amistad. Sólo entonces podré decir a los demás: venid y veréis.
3. En esta fiesta de los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael proclamamos lo que Jesús dijo con ocasión de aquel encuentro con Natanael: “En verdad, en verdad os digo que veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar en torno al Hijo del Hombre.” Veréis el cielo abierto... Para eso ha venido Jesús: para revelarnos al Padre y abrirnos el cielo, para que podamos tener acceso a Dios. Es lo que nos recuerdan los ángeles, que gozan siempre de Dios: que el cielo está abierto, que estamos hechos para el encuentro con el Señor, para vivir en la casa del Padre gozando de su amor y alabándolo. Porque no somos ángeles, pero el Padre, por medio de su Hijo Jesús, nos ha hecho hijos de Dios, llamados a estar con el Padre. Por eso, Señor, hoy escucho con gozo y esperanza que me prometes como a Natanael: "Cosas mayores verás.” Apoyado en tu amor y misericordia, ésa es mi esperanza, Señor: ver un día cosas mayores en la casa del Padre.
Benedicto XVI: Son mensajeros de Dios. Llevan a Dios a los hombres, abren el cielo y de este modo abren la tierra», dijo.«Precisamente porque están ante Dios pueden estar también muy cerca del hombre. Dios, de hecho, es más íntimo de cada de nosotros de lo que lo somos nosotros mismos».«Los ángeles hablan al hombre de su verdadero ser, de lo que en su vida con frecuencia queda cubierto y sepultado. Le invitan a volver a entrar en sí mismo, tocándole de parte de Dios», aclaró«En este sentido, también nosotros, seres humanos, tenemos que ser ángeles los unos de los otros, ángeles que nos sacan de caminos equivocados y que nos vuelven a orientar hacia Dios», subrayó
3. Diálogo con Dios
A la luz de esta Palabra y estas reflexiones, pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón, dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te dice el Señor. Pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos que han surgido en tu corazón.
29/09/2014
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