Señor, Jesús,
Tú nos enseñaste
el único camino
para construir la comunidad,
pagando por todos,
muriendo por todos,
resucitando
para poderte comunicar
a todos los hombres.
Pues ninguno ama más
que aquel que da la vida por los demás,
y si el grano de trigo no cae a tierra y no muere,
Tú quisiste morir en la cruz
para reunir
a los hijos de Dios dispersos
en una comunidad de hermanos.
Así nos enseñas
que sólo dando la vida
podrá nacer la vida,
que sólo muriendo a nosotros mismos
podremos lograr
la comunión con los demás,
de la cual nace la comunidad de Jesús.
Haznos comprender vitalmente
que la comunidad es el don
y el lugar del Espíritu,
en el amor.
Suscita en nosotros
el compromiso de construir
comunidades nuevas
para hombres nuevos:
testigos del amor del Padre,
signo de esperanza y alegría
en el corazón del mundo,
para la salvación de los hombres,
hermanos nuestros.
Amén
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