¿Soy yo el hilo conductor que facilita a otros el
encuentro con Jesús? ¿O por el contrario soy aislante que interrumpe la conexión
con Dios Padre? Me inclino, Señor a pensar más en lo segundo que en lo primero.
Por eso necesito, Señor, tu Gracia y tu Misericordia.
Porque yo soy un fracaso, un desdichado
que solo busca la dicha en ser acogido por Ti. Dichoso aquel que cree en el
Señor y es acogido por Él. Permíteme, Señor, en ponerme en tus Manos y en
dejarme guiar y conducir por Ti para, de esa forma, ser camino, por tu Gracia,
para otros.
Invádeme, Señor, de tu humildad, que
siendo Dios te has hecho Hombre, despojándote de tu condición Divina y
aceptando voluntariamente una muerte de Cruz por todos los hombres. ¿Merecemos
eso nosotros?
Que mi vida sea una vida digna y que, por
tu Gracia, todos mis actos sirvan para que todos aquellos que se acerquen a mí,
sientan y vean tu presencia y, tu Vida, Dios mío, sea reflejo en todas mis
acciones.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario