1. Preparación
Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad! Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera." (Mateo 23:23-26)
1. Continúan las diatribas –los “¡Ay!”- de Jesús contra los jefes religiosos de Israel, por su incoherencia entre lo que enseñan y hacen. Hoy les reprocha que den mucha importancia a cumplir ciertas normas de poca importancia, -como pagar el diezmo incluso de semillas pequeñísimas como la menta, el hinojo y el comino, que no era obligatorio, y, sin embargo, descuidaran lo verdaderamente importante: la misericordia, la justicia y la caridad para con los débiles y pobres, a quienes oprimen y explotan:"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad!” Jesús dice que está bien pagar el diezmo, pero sin olvidar lo otro. En esta incongruencia podemos caer también nosotros: ser minuciosos en el cumplimiento de ciertas normas, ritos y devociones, pero descuidar el amor, la misericordia, el compartir nuestros bienes con los memos favorecidos, que es lo importante… Y es que, Señor, esto nos complica más la vida que cumplir con algunas normas como ir a misa o rezar el rosario.
2. Sobre esto de quedarnos en cumplir la ley y olvidar la caridad, San Juan Crisóstomo -aludiendo a por qué, en el juicio final Jesús condena a algunos-, escribe: “Fíjate que ninguno de los condenados es acusado de pecados personales, fornicación, perjurio o cualquier otra cosa, sino sólo de no haber sido útiles a los demás.” Y añade el santo: “Yo pregunto: ¿Es cristiano el que obra así? Si la levadura mezclada con la masa no la hace fermentar, ¿es verdadera levadura? Si el perfume no despide buen olor entre los circunstantes, ¿lo podremos llamar perfume?” Señor, a veces examino mi conciencia y la encuentro tranquila porque no he quebrantado ninguna norma importante. Pero ¿he hecho el bien? ¿He sido útil a los demás?, ¿he amado, servido, perdonado? Entonces, Señor, ¿soy en verdad discípulo tuyo?; ¿puedo dormir con la conciencia tranquila? Señor, que no me haga trampas a mí mismo, ni te las haga a ti. Que sea sincero y juegue limpio.
3.Jesús echa también en cara a los escribas y fariseos que sean muy exquisitos y cuidadosos en lo tocante a la limpieza exterior de los utensilios de comer, como platos y copas, pero apenas se fijen en el contenido, es decir, en si los alimentos los habían conseguido de un modo justo o eran fruto de la explotación del pobre y de las viudas. Así- dice Jesús- eran los escribas y fariseos: por fuera, apariencia de personas respetables, estrictas en la observancia de la ley; pero interiormente tienen el corazón corrompido. Y ¿de qué sirve que la copa esté limpia por fuera, si no lo está por dentro? Jesús les decía: “¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera.” Hoy, Señor, a la luz de esta palabra tuya, quiero mirar dentro de la “copa” de mi corazón. Porque puede ocurrirme lo que a los de tu tiempo: que la apariencia externa sea impecable, pero que en el interior haya mucho egoísmo, malas intenciones, ambición, resentimientos…, y mucha falta de misericordia, solidaridad, comprensión y perdón. Ayúdame, Señor, a limpiar mi “copa” por dentro. Que la vida entregada y santa sólo brota del corazón limpio que ama.
Diálogo con Dios
A la luz de esta Palabra y estas reflexiones, pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón, dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te dice el Señor. Pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos que han surgido en tu corazón.
26/08/2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario