El Señor nos ha llamado a todos los fieles laicos a trabajar en su viña, la
parábola de los trabajadores del viñedo en Mateo 20,1-16 describe ese
llamamiento. No solamente el llamado es para sacerdotes y religiosos, el mismo
se extiende a todos por igual, cada persona con una vocación distinta. Cada
laico debe saber para quien trabaja porque “Nadie puede servir a
dos amos, porque odiara a uno y aborrecerá al otro” Mt 6,24.
Hoy en día debemos hacernos más presentes en nuestras iglesias, ya que este
mundo tan cambiante así lo exige, nuestra presencia debe estar llena de amor,
caridad, compromiso y sabiduría, para hacer un mundo cada día mejor.
La vocación de los laicos debe ser a la santidad, al seguimiento y la
imitación de JESUCRISTO, en la recepción de sus bienaventuranzas,
en el escuchar y meditar la palabra de Dios, en la participación de la vida
litúrgica y sacramental de la Iglesia.
Cada Laico debe estar unido a la vid que es nuestro
Señor, por lo tanto nuestra alma, mente y corazón debe estar puesta únicamente
en Jesús, para así dar cada día más frutos, y darlos en abundancia. Por eso es
hora de dejar el ocio, la vida fácil, el no compromiso, y el calentamiento de
las bancas, para madurar constantemente, para ello, cada fiel laico debe
descubrir y vivir su propia vocación y misión.
Es muy importante que tengamos una buena formación en
el conocimiento del amor y la obra que tanto el Padre, Hijo y Espíritu Santo
han hecho y que seguirán haciendo hasta el fin de los tiempos. Nuestro
compromiso debe ser claro ya que no podemos tener dos vidas, una espiritual y
otra secular, debemos tener unidad de vida, donde todas nuestras actividades
tanto profesionales, religiosas y familiares, sean ocasiones para ejercer y
crecer cada día más en nuestra fe, esperanza y caridad. La Exhortación
Apostólica Post-sinodal de Juan Pablo II sobre la Vocación y misión de
los Laicos en su N.61 dice: “La obra educadora de DIOS se
revela y cumple en JESUS maestro y toca desde dentro del corazón de cada hombre
gracias a la presencia y dinámica del Espíritu. La Iglesia madre, está llamada
a tomar parte de la acción educadora divina, bien en sí misma, bien en sus
distintas articulaciones y manifestaciones. Así como los fieles laicos son
formados por la Iglesia y en la Iglesia, en una reciproca comunión y
colaboración de todos sus miembros”. Nuestra formación debe ser integral para
poder ser colaboradores del DIOS EDUCADOR, porque quien puede amar
a quien no conoce”.
orlandocarmona75.blogspot.com.es
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