De la Feria. Salterio IV
OFICIO DE LECTURA
Si el Oficio de Lectura es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio
con la siguiente antífona:
Ant. Al Señor, al Dios grande,
venid, adorémosle.
Si antes del Oficio de lectura se
ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESPADA DE DOS FILOS
¡Espada de dos filos
es, Señor, tu palabra!
Penetra como fuego
y divide la entraña.
¡Nada como tu voz,
es terrible tu espada!
¡Nada como tu aliento,
es dulce tu palabra!
Tenemos que vivir
encendida la lámpara,
que para virgen necia
no es posible la entrada.
No basta con gritar
sólo palabras vanas,
ni tocar a la puerta
cuando ya está cerrada.
Espada de dos filos
que me cercena el alma,
que hiere a sangre y fuego
esta carne mimada,
que mata los ardores
para encender la gracia.
Vivir de tus incendios,
luchar por tus batallas,
dejar por los caminos
rumor de tus sandalias.
¡Espada de dos filos
es, Señor, tu palabra! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi grito, Señor, llegue
hasta ti; no me escondas tu rostro.
Salmo 101 I - DESEOS Y SÚPLICAS DE
UN DESTERRADO
Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco, escúchame en
seguida.
Que mis días se desvanecen como
humo,
mis huesos queman como brasas;
mi corazón está agostado como
hierba,
me olvido de comer mi pan;
con la violencia de mis quejidos,
se me pega la piel a los huesos.
Estoy como lechuza en la estepa,
como búho entre ruinas;
estoy desvelado, gimiendo,
como pájaro sin pareja en el
tejado.
Mis enemigos me insultan sin
descanso;
furiosos contra mí, me maldicen.
En vez de pan, como ceniza,
mezclo mi bebida con llanto,
por tu cólera y tu indignación,
porque me alzaste en vilo y me
tiraste;
mis días son una sombra que se
alarga,
me voy secando como la hierba.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi grito, Señor, llegue hasta
ti; no me escondas tu rostro.
Ant 2. Escucha, Señor, las súplicas
de los indefensos.
Salmo 101 II
Tú, en cambio, permaneces para
siempre,
y tu nombre de generación en
generación.
Levántate y ten misericordia de
Sión,
que ya es hora y tiempo de
misericordia.
Tus siervos aman sus piedras,
se compadecen de sus ruinas:
los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los
indefensos,
y no desprecie sus peticiones,
quede esto escrito para la
generación futura,
y el pueblo que será creado alabará
al Señor:
Que el Señor ha mirado desde su
excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la
tierra,
para escuchar los gemidos de los
cautivos
y librar a los condenados a muerte,
para anunciar en Sión el nombre del
Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los
pueblos
y los reyes para dar culto al
Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Escucha, Señor, las súplicas
de los indefensos.
Ant 3. Tú, Señor, cimentaste la tierra,
y el cielo es obra de tus manos.
Salmo 101 III
El agotó mis fuerzas en el camino,
acortó mis días;
y yo dije: «Dios mío, no me
arrebates
en la mitad de mis días.»
Tus años duran por todas las
generaciones:
al principio cimentaste la tierra,
y el cielo es obra de tus manos.
Ellos perecerán, tú permaneces,
se gastarán como la ropa,
serán como un vestido que se muda.
Tú, en cambio, eres siempre el
mismo,
tus años no se acabarán.
Los hijos de tus siervos vivirán
seguros,
su linaje durará en tu presencia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor, cimentaste la
tierra, y el cielo es obra de tus manos.
V. Escucha, pueblo mío, mi
enseñanza.
R. Inclina el oído a las palabras
de mi boca.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Qohelet 3, 1-22
OSCURIDAD DEL HOMBRE SIN LA
REVELACIÓN
Todo tiene su tiempo y cada cosa su
momento bajo el cielo:
Su tiempo el nacer y su tiempo el
morir, su tiempo el plantar y su tiempo el arrancar lo plantado. Su tiempo el
matar y su tiempo el curar, su tiempo el destruir y su tiempo el edificar. Su
tiempo el llorar y su tiempo el reír, su tiempo el lamentarse y su tiempo el
danzar. Su tiempo el lanzar piedras y su tiempo el recogerlas, su tiempo el
abrazarse y su tiempo el separarse. Su tiempo el buscar y su tiempo el perder,
su tiempo el guardar y su tiempo el tirar. Su tiempo el rasgar y su tiempo el
coser, su tiempo el callar y su tiempo el hablar. Su tiempo el amar y su tiempo
el odiar, su tiempo la guerra y su tiempo la paz.
¿Qué gana el que trabaja con
fatiga? He considerado la tarea que Dios ha puesto a los humanos para que en
ella se ocupen. Él ha hecho todas las cosas apropiadas a su tiempo; ha puesto
también en sus corazones el deseo de considerar el conjunto, pero el hombre no
llega a descubrir la obra que Dios ha hecho de principio a fin.
Comprendo que no hay en ellos más
felicidad que alegrarse y buscar el bienestar en su vida. Y el que el hombre
coma y beba y lo pase bien en medio de sus afanes, eso es un don de Dios.
Comprendo que cuanto Dios hace es
duradero; nada hay que añadir ni nada que quitar. Y así hace Dios que se le
tema. Lo que es ya antes fue; lo que será ya es. Lo que pasó, Dios lo volverá a
traer.
Todavía más he visto bajo el sol:
en la sede de la justicia, allí está la iniquidad; y en el sitial del justo
está el impío. Dije en mi corazón: «Dios juzgará al justo y al impío, pues hay
un tiempo para cada cosa y para todo quehacer.» Dije también en mi corazón
acerca de la conducta de los humanos: «Sucede así para que Dios los pruebe y
ellos experimenten que, de sí, son bestias.» Porque el hombre y la bestia
tienen la misma suerte: muere el uno como el otro; y ambos tienen el mismo
aliento de vida. En nada aventaja el hombre a la bestia, pues todo es vanidad.
Todos caminan hacia una misma meta; todos han salido del polvo y todos vuelven
al polvo.
¿Quién puede saber si el aliento de
vida de los humanos asciende hacia arriba, y si el aliento de vida de la bestia
desciende hacia abajo, a la tierra?
Veo que no hay para el hombre nada
mejor que gozarse en sus obras, porque esa es su paga. Pues ¿quién lo guiará a
contemplar lo que ha de suceder después de él?
RESPONSORIO 1Co
7, 29. 31; Qo 3, 1
R. El momento es apremiante; queda
como solución que los que negocian en el mundo vivan como si no disfrutaran de
él, * porque la presentación de este mundo se termina.
V. Todo tiene su tiempo y cada cosa
su momento bajo el cielo.
R. Porque la presentación de este
mundo se termina.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Gregorio de
Nisa, obispo, sobre el Eclesiastés
(Homilía 6: PG 44, 702-703)
TIENE SU TIEMPO EL NACER Y SU
TIEMPO EL MORIR
Tiene su tiempo -leemos- el nacer y
su tiempo el morir. Bellamente comienza yuxtaponiendo estos dos hechos
inseparables, el nacimiento y la muerte. Después del nacimiento, en efecto,
viene inevitablemente la muerte, ya que toda nueva vida tiene por fin necesario
la disolución de la muerte.
Tiene su tiempo -dice- el nacer y
su tiempo el morir. ¡Ojalá se me conceda también a mí el nacer a su tiempo y el
morir oportunamente! Pues nadie debe pensar que el Eclesiastés habla aquí del
nacimiento involuntario y de la muerte natural, como si en ello pudiera haber
algún mérito. Porque el nacimiento no depende de la voluntad de la mujer, ni la
muerte del libre albedrío del que muere. Y lo que no depende de nuestra
voluntad no puede ser llamado virtud ni vicio. Hay que entender esta
afirmación, pues, del nacimiento y muerte oportunos.
Según mi entender, el nacimiento es
a tiempo y no abortivo cuando, como dice Isaías, aquel que ha concebido del
temor de Dios engendra su propia salvación con los dolores de parto del alma.
Somos en cierto modo padres de nosotros mismos cuando, por la buena disposición
de nuestro espíritu y por nuestro libre albedrío, nos formamos a nosotros
mismos, nos engendramos, nos damos a luz.
Esto hacemos cuando aceptamos a
Dios en nosotros, hechos hijos de Dios, hijos de la virtud, hijos del Altísimo.
Por el contrario, nos damos a luz abortivamente y nos hacemos imperfectos y
nacidos fuera de tiempo cuando no está formada en nosotros lo que el Apóstol
llama la forma de Cristo. Conviene, por tanto, que el hombre de Dios sea íntegro
y perfecto.
Así, pues, queda claro de qué
manera nacemos a su tiempo; y, en el mismo sentido, queda claro también de qué
manera morimos a su tiempo y de qué manera, para san Pablo, cualquier tiempo
era oportuno para una buena muerte. Él, en efecto, en sus escritos, exclama a
modo de conjuro: Por el orgullo que siento por vosotros, cada día estoy en
peligro de muerte, y también: Por tu causa nos llevan a la muerte uno y otro
día. Y también nosotros nos hemos enfrentado con la muerte.
No se nos oculta, pues, en qué
sentido Pablo estaba cada día en peligro de muerte: él nunca vivió para el
pecado, mortificó siempre sus miembros carnales, llevó siempre en sí mismo la
mortificación del cuerpo de Cristo, estuvo siempre crucificado con Cristo, no
vivió nunca para sí mismo, sino que Cristo vivía en él. Ésta, a mi juicio, es
la muerte oportuna, la que alcanza la vida verdadera.
Yo -dice el Señor- doy la muerte y
la vida, para que estemos convencidos de que estar muertos al pecado y vivos en
el espíritu es un verdadero don de Dios. Porque el oráculo divino nos asegura
que es él quien, a través de la muerte, nos da la vida.
RESPONSORIO Dt
32, 39; Ap 1, 18
R. Yo doy la muerte y la vida, yo
desgarro y yo mismo curo; * y no hay quien pueda librar de mi mano.
V. Yo tengo las llaves de la muerte
y del hades.
R. Y no hay quien pueda librar de
mi mano.
ORACIÓN.
OREMOS,
Oh Dios, que has preparado bienes
invisibles para los que te aman, infunde el amor de tu nombre en nuestros
corazones, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas, consigamos tus
promesas que superan todo deseo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Al Señor, al Dios grande,
venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA
DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos
salva;
entremos a su presencia dándole
gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la
tierra,
son suyas las cumbres de los
montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus
manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador
nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en
Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron
a prueba
y dudaron de mí, aunque habían
visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y
dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: ESTÁTE, SEÑOR, CONMIGO.
Estáte, Señor, conmigo
siempre, sin jamás partirte,
y cuando decidas irte,
llévame, Señor, contigo;
porque el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo sin ti me quedo,
de si tú sin mí te vas.
Llévame, en tu compañía
donde tu vayas, Jesús,
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía;
si tú vida no me das
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo,
ni si tú sin mí te vas.
Por eso, más que a la muerte
temo, Señor, tu partida,
y quiero perder la vida
mil veces más que perderte;
pues la inmortal que tú das,
sé que alcanzarla no puedo,
cuando yo sin ti me quedo,
cuando tú sin mí te vas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Para ti es mi música, Señor;
voy a explicar el camino perfecto.
Salmo 100 - PROPÓSITO DE UN
PRÍNCIPE JUSTO
Voy a cantar la bondad y la
justicia,
para ti es mi música, Señor;
voy a explicar el camino perfecto:
¿Cuándo vendrás a mí?
Andaré con rectitud de corazón
dentro de mi casa;
no pondré mis ojos
en intenciones viles.
Aborrezco al que obra mal,
no se juntará conmigo;
lejos de mí el corazón torcido,
no aprobaré al malvado.
Al que en secreto difama a su
prójimo
lo haré callar;
ojos engreídos, corazones
arrogantes
no los soportaré.
Pongo mis ojos en los que son
leales,
ellos vivirán conmigo;
el que sigue un camino perfecto,
ése me servirá.
No habitará en mi casa
quien comete fraudes;
el que dice mentiras
no durará en mi presencia.
Cada mañana haré callar
a los hombres malvados,
para excluir de la ciudad del Señor
a todos los malhechores.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Para ti es mi música, Señor;
voy a explicar el camino perfecto.
Ant 2. No nos desampares, Señor,
para siempre.
Cántico: ORACIÓN DE AZARÍAS EN EL
HORNO Dn 3, 26-27. 29. 34-41
Bendito seas, Señor, Dios de
nuestros padres,
digno de alabanza y glorioso es tu
nombre.
Porque eres justo en cuanto has
hecho con nosotros
y todas tus obras son verdad,
y rectos tus caminos,
y justos todos tus juicios.
Hemos pecado y cometido iniquidad
apartándonos de ti, y en todo hemos
delinquido.
Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu
misericordia.
Por Abraham, tu amigo,
por Isaac, tu siervo,
por Israel, tu consagrado,
a quienes prometiste
multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas
marinas.
Pero ahora, Señor, somos el más
pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la
tierra
a causa de nuestros pecados.
En este momento no tenemos
príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte
primicias,
para alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón
contrito,
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y
toros
o una multitud de corderos cebados;
que éste sea hoy nuestro
sacrificio,
y que sea agradable en tu
presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.
Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos y buscamos tu rostro.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No nos desampares, Señor, para
siempre.
Ant 3. Te cantaré, Dios mío, un
cántico nuevo.
Salmo 143, 1-10 - ORACIÓN POR LA
VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el
combate,
mis dedos para la pelea;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que
te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que
pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y
desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas
caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Dios mío, te cantaré un cántico
nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez
cuerdas:
para ti que das la victoria a los
reyes,
y salvas a David, tu siervo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te cantaré, Dios mío, un
cántico nuevo.
LECTURA BREVE Is 55, 1
Oíd, sedientos todos, acudid por
agua, también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar:
vino y leche de balde.
RESPONSORIO BREVE
V. Escucha mi voz, Señor; espero en
tu palabra.
R. Escucha mi voz, Señor; espero en
tu palabra.
V. Me adelanto a la aurora pidiendo
auxilio.
R. Espero en tu palabra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Escucha mi voz, Señor; espero en
tu palabra.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. De la mano de nuestros
enemigos, líbranos, Señor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de
Israel,
porque ha visitado y redimido a su
pueblo.
suscitándonos una fuerza de
salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde
antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de
nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos
odian;
ha realizado así la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro
padre Abraham.
Para concedernos que, libres de
temor,
arrancados de la mano de los
enemigos,
le sirvamos con santidad y
justicia,
en su presencia, todos nuestros
días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta
del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la
salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de
nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo
alto,
para iluminar a los que viven en
tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. De la mano de nuestros
enemigos, líbranos, Señor.
PRECES
Dios nos otorga el gozo de poder
alabarlo en este comienzo del día, reavivando con ello nuestra esperanza.
Invoquémosle, pues, diciendo:
Por el honor de tu nombre,
escúchanos, Señor.
Dios y Padre de nuestro Salvador
Jesucristo,
te damos gracias porque, por
mediación de tu Hijo, nos has dado el conocimiento y la inmortalidad.
Danos, Señor, un corazón humilde
para que vivamos sujetos unos a
otros en el temor de Cristo.
Infunde tu Espíritu en nosotros,
tus siervos,
para que nuestro amor fraterno sea
sin fingimiento.
Tú que has dispuesto que el hombre
dominara el mundo con su esfuerzo,
haz que nuestro trabajo te
glorifique y santifique a nuestros hermanos.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Ya que Dios nos muestra siempre su
amor de Padre, velando amorosamente por nosotros, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Aumenta, Señor, nuestra fe, para
que esta alabanza que brota de nuestro corazón vaya siempre acompañada de
frutos de vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde
de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA
DÍA
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has
dado.
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que
espera;
dulce huésped del alma, al que
flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos
concede
la esperanza sin fin del don
divino;
todo lo puede en él quien nada
puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Llamé, y él me respondió.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios
mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llamé, y él me respondió.
Ant 2. El Señor guarda tus entradas
y salidas.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y
salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor guarda tus entradas y
salidas.
Ant 3. Me he alegrado por lo que me
dijeron.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE
JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de
justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro
Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me he alegrado por lo que me
dijeron.
LECTURA BREVE 1Jn
3,17-18
Si un rico en bienes de fortuna ve
a su hermano pasar necesidad y, hombre sin entrañas, le niega su socorro, ¿cómo
es posible que more en él el amor de Dios? Hijitos míos, no amemos con palabras
ni con la lengua, sino con las obras y de verdad.
V. Dichoso el que se apiada y
presta.
R. El recuerdo del justo será
perpetuo.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que a
la hora de tercia enviaste tu Espíritu Paráclito a los apóstoles, derrama
también sobre nosotros ese Espíritu de amor para que demos siempre fiel
testimonio ante los hombres de aquel amor que es el distintivo de los
discípulos de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL PAN DE CADA DÍA
El pan de cada día
dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;
convierte en alegría
nuestras labores buenas
y acaricia el dolor de nuestras
penas.
¡Horas de tedio largas
sin la presencia buena de tus
manos!
¡Ay, las horas amargas
nos vuelven inhumanos,
si no abrimos el alma a los hermanos!
Santifica el momento
de este ruido tenaz, de esta
fatiga.
Busquemos el aliento
de tu presencia amiga
que acreciente el esfuerzo y nos
bendiga. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú que habitas en el cielo,
ten misericordia de nosotros.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL
PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú que habitas en el cielo,
ten misericordia de nosotros.
Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre
del Señor.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL
NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de
nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de
nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el
cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos
entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un
pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del
Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro auxilio es el nombre
del Señor.
Ant 3. El Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU
PUEBLO.
Los que confían en el Señor son
como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para
siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas
tortuosas,
que los rechace el Señor con los
malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
LECTURA BREVE Dt 30,
11. 14
El precepto que yo te mando hoy no
es cosa que te exceda, ni inalcanzable; el mandamiento está muy cerca de ti: en
tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.
V. Lámpara es tu palabra para mis
pasos, Señor.
R. Luz en mi sendero.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que revelaste a Pedro
tu plan de salvar a todas las naciones, danos tu gracia para que todas nuestras
acciones sean agradables a tus ojos y útiles a tu designio de amor y salvación
universal. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE
EXISTE
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que
prometiste
dar tu vigor al que con fe te
invoca.
Mira al hombre que es fiel y no te
olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Puesto que sabéis esto,
dichosos vosotros si lo ponéis en práctica.
Salmo 118, 137-144
Señor, tú eres justo,
tus mandamientos son rectos;
has prescrito leyes justas
sumamente estables;
me consume el celo,
porque mis enemigos olvidan tus
palabras.
Tu promesa es acrisolada,
y tu siervo la ama;
soy pequeño y despreciable,
pero no olvido tus decretos;
tu justicia es justicia eterna,
tu voluntad es verdadera.
Me asaltan angustias y aprietos,
tus mandatos son mi delicia;
la justicia de tus preceptos es
eterna,
dame inteligencia y tendré vida.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Puesto que sabéis esto,
dichosos vosotros si lo ponéis en práctica.
Ant 2. Llegue, Señor, hasta ti mi
súplica.
Salmo 87 I - ORACIÓN DE UN HOMBRE
GRAVEMENTE ENFERMO
Señor, Dios mío, de día te pido
auxilio,
de noche grito en tu presencia;
llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.
Porque mi alma está colmada de
desdichas,
y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan con los que bajan a
la fosa,
soy como un inválido.
Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el
sepulcro,
de los cuales ya no guardas
memoria,
porque fueron arrancados de tu
mano.
Me has colocado en lo hondo de la
fosa,
en las tinieblas del fondo;
tu cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llegue, Señor, hasta ti mi
súplica.
Ant 3. Todo el día te estoy
invocando, Señor, no me escondas tu rostro.
Salmo 87 II
Has alejado de mí a mis conocidos,
me has hecho repugnante para ellos:
encerrado, no puedo salir,
y los ojos se me nublan de pesar.
Todo el día te estoy invocando,
tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los
muertos?
¿Se alzarán las sombras para darte
gracias?
¿Se anuncia en el sepulcro tu
misericordia,
o tu fidelidad en el reino de la
muerte?
¿Se conocen tus maravillas en la
tiniebla
o tu justicia en el país del
olvido?
Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro mi
súplica.
¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro?
Desde niño fui desgraciado y
enfermo,
me doblo bajo el peso de tus
terrores,
pasó sobre mí tu incendio,
tus espantos me han consumido:
me rodean como las aguas todo el
día,
me envuelven todos a una;
alejaste de mí amigos y compañeros:
mi compañía son las tinieblas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todo el día te estoy
invocando, Señor, no me escondas tu rostro.
LECTURA BREVE Is 55,
10-11
Como bajan la lluvia y la nieve del
cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla
germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi
palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía; sino que hará mi voluntad
y cumplirá mi encargo.
V. El Señor envía su mensaje a la
tierra.
R. Y su palabra corre veloz.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que enviaste un ángel
al centurión Cornelio para que le revelara el camino de la salvación, ayúdanos
a trabajar cada día con mayor entrega en la salvación de los hombres, para que,
junto con todos nuestros hermanos, incorporados a la Iglesia de tu Hijo,
podamos llegar a ti. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: TÚ QUE ERES CRISTO, EL
ESPLENDOR Y EL DÍA.
Tú que eres, Cristo, el esplendor y
el día,
y de la noche ahuyentas las
tinieblas,
Luz de Luz que a tus fieles
cual luz te manifiestas,
te pedimos, Señor, humildemente
esta noche que estés de centinela,
en ti hallemos reposo
y la paz nos concedas.
Si se entregan al sueño nuestros
ojos,
en ti vigile el corazón alerta,
y rogamos tus hijos,
Señor, que nos protejas.
Defensor nuestro, míranos, rechaza
al enemigo cruel que nos acecha
y, a quienes redimiste
con tu sangre, gobierna.
A ti, Cristo, Señor del universo,
y a ti, Padre, alabanza
dondequiera,
y al Amor, por los siglos
loores. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Si me olvido de ti,
Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.
Salmo 136, 1-6 - JUNTO A LOS
CANALES DE BABILONIA.
Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia
de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.
Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión.»
¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha;
que se me pegue la lengua al
paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha.
Ant 2. Te doy gracias, Señor,
delante de los ángeles.
Salmo 137 - HIMNO DE ACCIÓN DE
GRACIAS DE UN REY
Te doy gracias, Señor, de todo
corazón;
delante de los ángeles tañeré para
ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre;
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
Que te den gracias, Señor, los
reyes de la tierra
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es
grande.
El Señor es sublime, se fija en el
humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu izquierda contra la
ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores
conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te doy gracias, Señor, delante
de los ángeles.
Ant 3. Digno es el Cordero
degollado de recibir el honor y la gloria.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4,
11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de
recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no
existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y
abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua,
pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro
Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y
la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y
la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Digno es el Cordero degollado
de recibir el honor y la gloria.
LECTURA BREVE Col 3, 16
Que la palabra de Cristo habite
entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría;
exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de todo corazón, con salmos,
himnos y cánticos inspirados.
RESPONSORIO BREVE
V. Me saciarás de gozo en tu
presencia, Señor.
R. Me saciarás de gozo en tu
presencia, Señor.
V. De alegría perpetua a tu
derecha.
R. En tu presencia, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Me saciarás de gozo en tu
presencia, Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Haz, Señor, obras grandes por
nosotros, porque tú eres poderoso y tu nombre es santo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA
EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del
Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador;
porque ha mirado la humillación de
su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas
las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus
fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de
corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de
bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros
padres-
en favor de Abraham y su
descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Haz, Señor, obras grandes por
nosotros, porque tú eres poderoso y tu nombre es santo.
PRECES
Invoquemos a Cristo, que da fuerza
y poder a su pueblo, diciendo:
Señor, escúchanos.
Cristo, fortaleza nuestra, concede
a todos tus fieles, a quienes has llamado a la luz de tu verdad,
que tengan siempre fidelidad y
constancia.
Haz, Señor, que los que gobiernan
el mundo lo hagan conforme a tu querer,
y que sus decisiones vayan
encaminadas a la consecución de la paz.
Tú que con cinco panes saciaste a
la multitud,
enséñanos a socorrer con nuestros
bienes a los hambrientos.
Que los que tienen en su mano los
destinos de los pueblos no cuiden sólo del bienestar de su nación,
sino que piensen también en los
otros pueblos.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Cuando vengas en tu día a ser
glorificado en los santos,
da a nuestros hermanos difuntos la
resurrección y la vida feliz.
Todos juntos, en familia, repitamos
las palabras que nos enseñó Jesús, y oremos al Padre diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Puestos en oración ante ti, Señor,
imploramos tu clemencia y te pedimos que nuestras palabras concuerden siempre
con los sentimientos de nuestro corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde
de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso
nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final
de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros
pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y
omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi
gran culpa.
Por eso ruego a santa María,
siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a
vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios,
nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga
misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA
PONIENTE
Cuando la luz del sol es ya
poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco fue el amor en nuestro
empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un
sueño
tu gran amor que todo lo
engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra
suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y
camina.
Jesús, Hijo del Padre, cuando
avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. No me escondas tu rostro, ya
que confío en ti.
Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y
SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi
súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente
frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la
fosa.
En la mañana hazme escuchar tu
gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de
seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame
vivo;
por tu clemencia, sácame de la
angustia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No me escondas tu rostro, ya
que confío en ti.
LECTURA BREVE 1Pe 5,8-9
Sed sobrios, estad despiertos:
vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar;
resistidle, firmes en la fe.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo
mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo
mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo
mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE
SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en
paz,
porque mis ojos han visto a tu
Salvador,
a quien has presentado ante todos
los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Ilumina, Señor, nuestra noche y
concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y
podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos
conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA
VIRGEN
Dios te salve, Reina y Madre de
misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos
de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y
llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos
misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
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