Lectura del profeta Isaías 22,19‑23
Colgaré de su hombro la llave del palacio de David
Así dice el Señor a Sobná, mayordomo de palacio: "Te echaré de tu
puesto, te destituiré de tu cargo. Aquel día, llamaré a mi siervo, a Eliacín,
hijo de Elcías: le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes;
será padre para los habitantes de Jerusalén, para el pueblo de Judá. Colgaré de
su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo
que él cierre nadie lo abrirá. Lo hincaré como un clavo en sitio firme, dará un
trono glorioso a la casa paterna."
Palabra de
Dios
REFLEXIÓN
LA CORRUPCIÓN ARRUINA AL PUEBLO
Isaías, rompe su dinámica a la hora de pronunciarse en contra de
situaciones injustas en las que se mueve un país, una institución, un pueblo,
un grupo… pues entiende que hay que combatir esa forma de hacer o de pensar; en
este momento cambia la dinámica y se dirige directamente en contra de una
persona que está siendo el reflejo de lo que hace el conjunto y que, junto con
otras circunstancias, están dando lugar al hundimiento del pueblo.
A inicios del s. VI la situación cambió radicalmente con la entrada del
poder del imperio de Babilonia que pretendió someter a todos los pequeños reinos y tribus
existentes en el territorio, de los que Jerusalén no era más que una pequeña
fortaleza que había que conquistar.
Ante esta situación, Isaías se dirige al rey Ezequías y a toda la clase
dirigente que no se mueven por otro objetivo que por engordarse y vive confiada
en su seguridad del trono y del poder; la imagen quedaba clara y patente en los
ministros que se consideraban reyes en cualquiera de las funciones que realizaban,
sobre todo cuando no estaba el rey.
En este momento Isaías, rompiendo la dinámica normal, se lanza en contra de
una persona concreta que está siendo el reflejo de lo que está ocurriendo:
Sobna, es un alto funcionario extranjero de la casa real de Ezequías; parece
que no se contentó con llevar la banda del rey, sino que quiso sentirse rey y
se mandó construir un mausoleo subterráneo en lo alto de una montaña que se
divisaba desde todas partes, mientras el pueblo se debatía en la miseria.
Estas manifestaciones de arrogancia ponían en evidencia la decadencia del
sistema, la corrupción y la ruina en la que estaba cayendo la institución
Isaías se lanza contra este ministro presuntuoso, denunciando todas las
arbitrariedades y atropellos que había cometido y anunciándole cuál sería su
fin: "Te
echaré de tu puesto, te destituiré de tu cargo. Aquel día, llamaré a mi siervo,
a Eliacín, hijo de Elcías: le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré
tus poderes” y pondrá a otro más competente y con otras metas distintas, que
vele por la seguridad y el bienestar del pueblo: “Colgaré de su hombro la llave
del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie
lo abrirá. Lo hincaré como un clavo en sitio firme, dará un trono glorioso a la
casa paterna."
Cuando leemos un pasaje como éste, es imposible sustraerse a ver retratada
la realidad en la que nos movemos y vivimos, en la que, viendo al pueblo
debatirse en una crisis atroz, producida por ellos mismos, hay dirigentes
sindicales, llamados a luchar por los derechos de los obreros y de los pobres y
en cambio se dedican a saquearlos, cayendo en los mismos vicios de megalomanía
que estos ministros de Ezequías; vemos a los ministros que se blindan sueldos escandalosos, mientras el pueblo se debate en la
miseria y ocupando puestos en los que nunca mueven un dedo y se llevan unos
sueldos astronómicos, mientras al pueblo se le divide, se disgrega y se le
desangra sin derechos de ningún tipo.
Lo más triste de todo esto es que, cuando la voz de algún profeta
grita ¡justicia! rápidamente se la apaga con la ayuda de todos los medios de
comunicación, puestos al servicio de los impostores.
Salmo
responsorial: 137
Señor, tu
misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
Te doy
gracias, Señor, de todo corazón; /
delante de
los ángeles tañeré para ti, /
me postraré
hacia tu santuario, /
daré
gracias a tu nombre. R.
Señor, tu
misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
Por tu
misericordia y tu lealtad, /
porque tu
promesa supera a tu fama; /
cuando te
invoqué, me escuchaste, /
acreciste
el valor en mi alma. R.
Señor, tu
misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
El Señor es
sublime, se fija en el humilde, /
y de lejos
conoce al soberbio. /
Señor, tu
misericordia es eterna, /
no
abandones la obra de tus manos. R.
Señor, tu
misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
Lectura de
la carta del apóstol S. Pablo a los Romanos 11,33‑36
Él es el
origen, guía y meta del universo
¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios!
¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció
la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para
que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria
por los siglos. Amén.
Palabra de
Dios
REFLEXIÓN
LOS PLANES
OCULTOS DE DIOS
S. Pablo, retoma el tema de la elección de la que ha sido objeto el pueblo
por parte de Dios, con el que ha hecho una alianza de amor, en la que Dios se
ha comprometido a tenerlo como el preferido entre todas las naciones de la
tierra, sin exigirle a cambio nada y, sin embargo, el pueblo se ha permitido el
lujo de despreciar a Dios y no reconocerlo, matando a Jesús y no aceptándolo
como Mesías, el salvador que todos han venido esperando.
Esta situación, para Pablo sobrepasa todos los límites de la imaginación y
no le queda más alternativa que ponerse en las manos de Dios, pues confiesa que él
no conoce el plan de Dios frente a este descalabro y no sabe a dónde puede conducir, pues aquí se
rompen todos los esquemas humanos.
Cuando nosotros miramos también la realidad de hoy y la situación a la que
estamos llegando y la forma cómo todo se desenvuelve y miramos al futuro, nos
ocurre como a Pablo: esto nos sobrepasa y no queda más remedio que concluir de
la misma manera: si miramos el camino que hemos cogido, estamos ciertos que
esto desemboca en el caos, pues de una opción por la mentira, por la corrupción
y la muerte no se puede esperar otra cosa que la misma muerte y la infelicidad.
Entonces, no nos queda otra salida que confesar, que solo Dios ha de saber en
sus planes a dónde piensa llevar todo
esto.
La verdad es que puede sonar a catastrofismo, pero es que en la realidad vemos
constantemente que se opta por la muerte, a todos los niveles, y no se deja
respirar a la vida. Un ejemplo concreto nos presentaba esta mañana la Tv. decía
que se ha descubierto un fármaco contra la hepatitis, que la cura radicalmente.
El fármaco está producido, lleva ya casi un año y está encontrando una gran
cantidad de problemas para que salga al mercado por el precio que va a tener y
por quién lo va a pagar… mientras tanto, en España están muriendo ciento y pico
mil personas con hepatitis cada año teniendo la solución ahí preparada pero no se ponen
de acuerdo quién la va a comercializar. ¿A dónde puede derivar esta forma de
hacer y de vivir? Solo queda la esperanza de que Dios rompa los planes de los
poderosos
Lectura del
santo evangelio según S. Mateo 16,13‑20
Tú eres
Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó
a sus discípulos:
"¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?"
Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que
Jeremías o uno de los profetas."
Él les preguntó: "Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?"
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de
Dios vivo."
Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no
te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el
poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos;
lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la
tierra, quedará desatado en el cielo." Y les mandó a los discípulos que no
dijesen a nadie que él era el Mesías.
Palabra del
Señor
REFLEXIÓN
¿POR DÓNDE
ANDAMOS?
Jesús está viendo cómo se mueven, lo que piensan, cómo miran el futuro,
cuáles son sus expectativas… pero está viendo también cuáles son los modelos
que tienen y a los que miran: hay gente que tiene unas ansias de poder
impresionantes; Jesús y los apóstoles se
encuentran a la mitad del camino y Jesús quiere saber cómo respiran y qué
perspectivas tienen con Él
Ahora se encuentran en territorio lejano, fuera de las influencias del
poder central, en un extremo de la Palestina, en Cesárea, una ciudad fundada
por Herodes Filipo a unos 40 Kms. Al norte del lago de Tiberíades.
Jesús quiere saber qué opina la gente de esta tierra distante de Él y de su
mensaje y hace un sondeo entre sus discípulos: “Quién dice la gente que soy
yo?”
Es interesante escuchar las respuestas: la gente lo percibe correctamente:
“Es un profeta” y el grupo de los íntimos lo reconocen como el Mesías, el Hijo
de Dios.
El problema que ambas partes tienen es el mismo: tanto la gente como los
discípulos tienen un esquema ya prefabricado de lo que es un profeta y de lo
que ha de ser el Mesías y quieren que Jesús lo asuma. Da la sensación que todo
lo que ha venido diciendo y haciendo no ha servida de nada, la gente sigue en
sus trece sin dejar que entre en crisis el concepto que ya tienen.
Recuerdo que un día vino una mujer a que le bendijera un recipiente de unos
40 litros de agua; decía que quería soplar las ubres de sus vacas. Estuve
dándole una catequesis sobre el agua bendita durante una hora y media; por más
que le decía ella solo quería su agua y cuando terminé me respondió a todo lo
que yo le había dicho: “entonces,
padrecito ¿me va a bendecir el agüita?”
Da la sensación que a Jesús le ocurre algo parecido, por eso les pide a
todos que guarden silencio y continúa hablándoles de que ha de sufrir y ha de
morir… pero esto no está en sus cálculos ni en sus expectativas.
Efectivamente, Jesús es el Mesías, pero no el Mesías triunfalista y
poderoso que ellos tienen en la cabeza y en el corazón, que les va a dar un
puesto en la administración. También Jesús es el profeta, pero no el que ellos
tienen en la cabeza, que anuncia el poder y la fuerza de la religión, de la
ideología y de la ley, en cambio, Jesús es EL PROFETA del amor, de la justicia,
de la verdad, de la paz… Él no defiende a ninguna religión, a ninguna
institución, a ningún poder.
Las tres lecturas nos están poniendo en situación para que nos demos cuenta
cómo los esquemas, los objetivos, los designios de Dios son completamente
distintos a los mantenidos por los hombres que suelen estar apoyados en
intereses concretos que, a su vez, apoyan otras instituciones o ideologías. D. Melitón Bruque Garcia Párroco de S. José, Linares |
No hay comentarios:
Publicar un comentario