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Gracias


Maria Beatriz.



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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

20 de septiembre de 2012

La Eucaristía 4.- Sobre el oficio del lector en la Eucaristía


Aspectos prácticos

¨      El lugar para proclamar las lecturas es el ambón; los fieles escogidos como lectores no deben leer desde su puesto.

¨      Es importante que el lector «permita que quien preside la celebración y la asamblea se acomoden en su puesto, se sienten y, cuando haya silencio, empiece a proclamar».[1]

¨      No se lea lo que está escrito en color rojo. No se diga, por ejemplo, «Primera lectura» ni «Salmo responsorial» «Al salmo respondemos» «Salmo de respuesta».
Tampoco deben añadirse palabras, como: «Esta es Palabra de Dios» «Es Palabra de Dios»; dígase: «Palabra de Dios». La razón es que «el lector se identifica tanto con aquello que anuncia, que él mismo se hace Palabra de Dios».[2] Téngase cuidado de no hacer entonación de interrogación, como si se estuviera preguntando: «¿Palabra de Dios?».[3]
El sacerdote, al finalizar la lectura del Evangelio, levanta el leccionario para decir: «Palabra del Señor»; esto no lo hace quien proclama las otras lecturas: debe dejarse el leccionario en el atril.

¨    El lector debe leer pausadamente, articulando con la debida distinción las vocales, consonantes y sílabas de las palabras para hacer plenamente inteligible lo que se lee.

¨    El micrófono estará a una cuarta de distancia de la boca (la cuarta es la medida de la mano abierta y extendida desde el extremo del pulgar al del meñique). Así se evitan circunstancias que impiden una buena comprensión de lo que se lee: por ejemplo, que la «P» suene como un golpe; la «S», como un silbido fuerte; o que se escuche la respiración.

¨      «No es necesario estar pasando la cinta de una hoja a otra; lo mejor es dejarla en su puesto para evitar posibles confusiones en otras celebraciones».[4]

¨      «Al terminar la lectura, haga una pausa de tres segundos antes de decir: «Palabra de Dios».[5]

¨      Es conveniente hacer unos instantes de silencio entre la primera lectura y el salmo, para facilitar la meditación.[6]

¨      «Si hay dos lectores para tres lecturas, el mismo que proclamó la primera hará la segunda y el otro proclamará el salmo»[7] y el versículo anterior al Evangelio. Asimismo, cuando hay una sola lectura, uno proclamará la lectura y el otro el salmo. El cambio de voz del lector al salmista y el espacio de tiempo entre la subida al ambón de estos dos ministros favorece la contemplación de la Palabra; por eso se insiste en que quien proclama el salmo no sea el mismo que proclamó la primera lectura[8], ya que es a todas luces un texto muy diverso.

¨      El versículo anterior al Evangelio suele ir intercalado entre el canto del Aleluya (salvo en cuaresma, que no se dice ni se canta el Aleluya). Como norma general, si se proclama el versículo, el Aleluya debe cantarse; si no, se omite el versículo.[9]

¨      Se recomienda que el salmo se cante. «Si no es posible cantar el salmo, éste debe recitarse del modo más apto en vistas a favorecer la meditación de la Palabra de Dios».[10]

¨      La lectura del Evangelio está reservada al diácono o al sacerdote, lo mismo que la homilía.[11] La homilía nunca la hará un laico[12]. Se recuerda que debe tenerse por abrogada, según lo prescrito en el canon 767 § 1, cualquier norma precedente que admitiera a los fieles no ordenados para poder hacer la homilía en la celebración eucarística. Se reprueba esta concesión, sin que se pueda admitir ninguna fuerza de la costumbre.»[13]

Cualidades de este ministerio

¨    «Las lecturas [...] sean confiadas a un lector o a otros laicos preparados espiritualmente y técnicamente».[14]

¨    La preparación espiritual presupone, por lo menos, una doble instrucción: bíblica y litúrgica. La instrucción bíblica debe apuntar a que los lectores estén capacitados para percibir el sentido de las lecturas en su propio contexto y, para entender a la luz de la Fe el núcleo central del mensaje revelado.

¨    La instrucción litúrgica debe facilitar a los lectores una cierta percepción del sentido y de la estructura de la liturgia de la Palabra y las razones de la conexión entre ésta y la liturgia eucarística.

¨    «La preparación técnica debe consistir en que los lectores sean cada día más aptos en el arte de proclamar delante del pueblo, ya sea de viva voz, ya sea con ayuda de los instrumentos modernos de amplificación de voz».[15]

¨    Se requiere de práctica y de talleres para proclamar la Palabra, en vez de leerla, simplemente.[16] «La proclamación es un anuncio solemne, una declaración».[17]

¨    Es necesario diferenciar las lecturas para hacer una entonación adecuada de ellas: no es lo mismo recitar un cántico o un salmo que narrar una historia o leer una exhortación. Conviene que sean nombrados lectores quienes ya distinguen estos estilos literarios y el modo adecuado de proclamarlos.

[1] Actualidad litúrgica, Boletín del Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal, nº 34, p. 21
[2] Actualidad litúrgica, Boletín del Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal, nº 35, p. 22
[3] Cf. Ídem
[4] Actualidad litúrgica, Boletín del Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal, nº 35, p. 21
[5] Ídem
[6] Cf. Insitutio Generalis Missalis Romani, 3ª ed, 56 y 128
[7] Actualidad litúrgica, Boletín del Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal, nº 35, p. 23
[8] Cf. Liturgia y espiritualidad, revista vinculada al Instituto Superior de Liturgia y al Instituto de Teología Espiritual de Barcelona, enero de 2001, año 32, nº 1, que cita al Insitutio Generalis Missalis Romani, 3ª ed, 56
[9] Cf. Actualidad litúrgica, Boletín del Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal, nº 35, p. 23
[10] Insitutio Generalis Missalis Romani, 3ª ed, 61
[11] Cf. Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, Instrucción Inæstimabile Donum, 2-3
[12] Cf. La bandeja para la Comunión de los fieles se debe mantener, para evitar el peligro de que caiga la hostia sagrada o algún fragmento.64
[13] Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos,  Instrucción Redemptionis Sacramentum, nº 65
[14] Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, Instrucción Inæstimabile Donum, 2
[15] Actualidad litúrgica, Boletín del Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal, nº 35, p. 19-20
[16] Cf. Actualidad litúrgica, Boletín del Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal, nº 36, p. 10
[17] Actualidad litúrgica, Boletín del Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal, nº 35, p. 18

 Tomado del libro:
CELEBRAR BIEN LA EUCARISTÍA. 1ª edición. Bogotá. Colombia. Ediciones San Pablo, 2004.

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