Juan 11, 45-56. Cuaresma. Mira la cruz y encontrarás la solución a todos los problemas que te preocupan.
Reflexión
“Conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca todo la nación”. He aquí la frase que envuelve el misterio de la cruz de Cristo, el misterio de nuestra salvación.
Caifás presentaba con esta profecía al nuevo Cordero de la Pascua, Aquel que quitaría el pecado del mundo. Jesucristo ya había dicho que daría su vida en rescate por muchos, y por ello probó el sufrimiento para alcanzarnos la salvación. “Convenía, en verdad, que Aquel por quien es todo y para quien es todo, llevara muchos hijos a la gloria, perfeccionando mediante el sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación”, nos dice el apóstol San Pablo en la carta a los Hebreos.
De esta manera, Cristo nos ha dejado a los cristianos el mejor recuerdo en los momentos de dolor, de alegría, de gozo: el consuelo de su cruz. Sucede que muchas veces los “cristianos” llevamos una cruz sobre nuestro pecho... pero tan solo una cruz externa. Cuando el peso de la cruz cae sobre nuestros hombros, se templa el verdadero corazón del cristiano. Aquel que sabe elevar una mirada de fe y balbucear “hágase tu voluntad, Padre”. La cruz no sólo se presenta en la sangre fecunda que derraman los mártires, sino cuando viene un dolor físico, moral, espiritual... Y así como hay ejemplos de grandes mártires que abrazaron la cruz de Cristo, hay tantos cristianos que se clavan en su dolor viendo el rostro de Cristo, viendo su mano amorosa que viene a modelarlos y fraguar su amor con el dolor. Ven a Aquél que dio su vida por muchos. Pero también puede suceder que en algunos corazones se siembre la actitud de los fariseos que era la tortura de no reconocer a Cristo como su Redentor ¿Por qué tenía que morir el Mesías? “Si eres el Mesías, baja de esa cruz”.
Termino con unas palabras del Card. Nguyen van Thuan, en su libro “Testigos de esperanza”: “Mira la cruz y encontrarás la solución a todos los problemas que te preocupan” Los mártires le han mirado a Él...
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