Hola amigos, bienvenidos a este sitio que solo busca compartir todo aquello que llega a mi buzón, y nos ayuda a crecer en nuestra fe católica..
(casi todo es sacado de la red)

Si alguien comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia o que se retire, por favor, que me lo comunique y lo hago inmediatamente. Gracias.

Espero que os sirva de ayuda y comenteis si os parece bien...


Gracias


Maria Beatriz.



SI AL CRUCIFIJO Tu quita un Crucifijo y nosotros pondremos mil

En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

15 de agosto de 2014

LECTURAS DEL DÍA 13-08-2011


13 de Agosto 2011. sábado de la XIX Semana del riempo ordinario. (Ciclo C) 3ª semana del Salterio.Mes dedicada a la siempre Virgen María. Santa Clara, virgen, Memoria obligatoria. SS. Susana mr, Rufino ob, Alejandro ob. beato Juan E, Newmann ob. SS. Latinoamericanos:Clara, Martín de Tours

"Jesucristo es el Evangelio viviente del Padre. No tenemos otro nombre ni otro camino mediante el cual podamos salvarnos. Pero no podemos falsear el Evangelio, ni podemos hacer una relectura del mismo conforme a nuestros intereses".


LITURGIA DE LA PALABRA

Josué 24,14-29 Escoged hoy a quién queréis serviR
Salmo responsorial: 15. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Mateo 19,13-15.No impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielo


PRIMERA LECTURA
Josué 24,14-29.
Escoged hoy a quién queréis servir
En aquellos días, Josué continuó hablando al pueblo: "Pues bien, temed al Señor, servidle con toda sinceridad; quitad de en medio los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto; y servid al Señor. Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir: a los dioses que sirvieron vuestros padres al este del Éufrates o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis; que yo y mi casa serviremos al Señor." El pueblo respondió: "¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! El Señor es nuestro Dios; él nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto; él hizo a nuestra vista grandes signos, nos protegió en el camino que recorrimos y entre todos los pueblos por donde cruzamos. El Señor expulsó ante nosotros a los pueblos amorreos que habitaban el país. También nosotros serviremos al Señor; ¡es nuestro Dios!"

Josué dijo al pueblo: "No podréis servir al Señor, porque es un Dios santo, un Dios celoso. No perdonará vuestros delitos ni vuestros pecados. Si abandonáis al Señor y servís a dioses extranjeros, se volverá contra vosotros y, después de haberos tratado bien, os maltratará y os aniquilará." El pueblo respondió: "¡No! Serviremos al Señor." Josué insistió: "Sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido servir al Señor." Respondieron: "¡Somos testigos!" Josué contestó: "Pues bien, quitad de en medio los dioses extranjeros que conserváis, y poneos de parte del Señor, Dios de Israel." El pueblo respondió: "Serviremos al Señor, nuestro Dios. y le obedeceremos."

Aquel día, Josué selló el pacto con el pueblo y les dio leyes y mandatos en Siquén. Escribió las cláusulas en el libro de la ley de Dios, cogió una gran piedra, y la erigió allí, bajo la encina del santuario del Señor, y dijo a todo el pueblo: "Mirad esta piedra, que será testigo contra vosotros, porque ha oído todo lo que el Señor nos ha dicho. Será testigo contra vosotros, para que no podáis renegar de vuestro Dios." Luego despidió al pueblo, cada cual a su heredad. Algún tiempo después murió Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de ciento diez años.
Salmo responsorial: 15
R/.Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
 
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: "Tú eres mi bien." El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. R.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,  hasta de noche me instruye internamente.  Tengo siempre presente al Señor,  con él a mi derecha no vacilaré. R.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia,  de alegría perpetua a tu derecha. R.
SANTO EVANGELIO
Mateo 19,13-15
No impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos
En aquel tiempo, le acercaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y rezara por ellos, pero los discípulos los regañaban. Jesús dijo: "Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos." Les impuso las manos y se marchó de allí. 
Palabra de Dios



Comentario de la primera lectura: Josué 24,14-29 Escoged hoy a quién queréis servir.
Leemos hoy la continuación de la gran asamblea de Siquem. Se va a celebrar una nueva Alianza.

-Josué decía: "Temed al Señor, servidle en la integridad y la fidelidad. Apartaos de los dioses a los que sirvieron vuestros padres, más allá del Eufrates y en Egipto. Servid al Señor."

Lo primordial no es pues una ceremonia; es un compromiso .

-Pero si no os parece bien servir al Señor, elegid hoy a quien queréis servir...

¡Decidíos por Dios o contra Dios! FE - DECISIÓN!

¿Nos damos cuenta de que nuestra Fe es una decisión, una opción radical? un dilema riguroso: o esto... o aquello...

Josué subraya aquí la libertad de esa elección.

También nuestro mundo moderno reafirma que la fe ha de ser libremente elegida: y cada vez menos una herencia que se recibe, casi sin darse cuenta de ello. Creer en Jesucristo será, cada vez más, una decisión tomada después de haber intentado vivir sin El. Ser creyente será cada vez más «vivir con Dios», conociendo lo que significaría «vivir sin Dios » .

Elegid ser un "fiel creyente" o un «ateo» con pleno conocimiento de causa.

-Yo y los míos queremos servir al Señor.

Al proponer una opción clara, Josué no permanece neutral. Hace una elección. ¡Cuán lejana se halla esta postura del «dejad que hagan... dejad a cada uno ir a su albur... todas las religiones son buenas...»

-El pueblo respondió: «antes morir que abandonar al Señor para servir a otros dioses. Es el Señor quien nos hizo subir a nosotros y a nuestros padres del país de Egipto, esa casa de esclavitud... El es nuestro Dios."

La fe se apoya en una experiencia. Israel recuerda. Nuestra fe también se apoya sobre acontecimientos históricos.

Ayúdanos, Señor, a hacer más firme nuestra adhesión a Ti con el recuerdo de todos los beneficios recibidos a lo largo de nuestra vida.

Cada una de nuestras eucaristías es un memorial del pasado: recordamos tu muerte, Señor resucitado... En la esperanza del futuro: y esperamos tu venida...

-Josué continuó: «Pues entonces, apartad los dioses del extranjero que hay entre vosotros e inclinad vuestro corazón hacia el Señor Dios de Israel.

La fe no es sólo una adhesión mental a unos puntos doctrinales. Es una actitud activa que mueve por entero al ser humano: se trata, en efecto, de renunciar a los dioses falsos y engañosos que el hombre se da a sí mismo y de prendarse del único Dios verdadero y absoluto.

-Aquel día Josué pactó una alianza para el pueblo. Le impuso un estatuto y un derecho en Siquem. Escribió todo esto en el libro de la Ley de Dios. Tomó una gran piedra y la plantó al pie de la encina que hay en el Santuario del Señor y dijo: «Mirad esta piedra será testigo contra vosotros, pues ha oído todas las palabras que el Señor nos ha dicho... Para que no reneguéis de vuestro Dios...»

El hombre necesita símbolos. Erige una estela como prueba de la solidez de su compromiso. Decide ser fiel hacia y contra todo.

Sin embargo conocemos su fragilidad: Israel no cesará de acumular infidelidad sobre infidelidad. También tendrá que contar con el perdón de Dios.
Comentari alSalmo responsorial: 15. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
 Pido permiso para confesar a media voz mi alegría y así no molestar

¡Cuántas complicaciones por un grito de alegría! Parece imposible. Pero una oración de abandono confiado, de alegría, de paz, de seguridad, que quiere simplemente cantar las dulzuras de la intimidad divina, crea una serie considerable de rompecabezas a los intérpretes más cualificados.

Los v. 3-4 son una verdadera cruz para los exegetas. Además de la traducción que hemos hecho se podría haber hecho otra:

Los santos de la tierra, hombres excelentes, tienen todos mi favor (v. 3).

También los últimos dos versículos plantean grandes problemas: ¿se indica claramente la fe en una vida eterna o no?

De este modo un salmo de abandono confiado en el Señor desencadena una multitud de problemas llenos de dificultades y hace enloquecer la pluma de los estudiosos. Lo cual nos indica que si es difícil «entrar» en el sufrimiento de alguien, es aún más difícil «entrar» en la alegría de un hombre.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien» (v. 1-2).

Después de este arranque, que constituye el tema principal de toda su oración, el salmista debería haberse defendido: «Y protege mi alegría de las indiscreciones ­y de las vivisecciones­ de los estudiosos». Naturalmente, no pensó en ello.

Un individuo que ha apostado todo por Dios

Pero, ¿quién es este individuo? Aquí la mayoría de los intérpretes están de acuerdo. Se trataría de un sacerdote al servicio del templo. De sus labios brota uno de los más bellos cantos de confianza y de paz que se han cantado jamás.

No se limita a gritarnos su propia alegría. Nos da también la clave de ella. Vuelto hacia el Señor puede decir: «Tú eres mi bien» (v. 2).

El rasgo característico de este individuo es el de uno que ha apostado todo por Dios. Se ha «jugado» hasta su vida por él.

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano (v. 5).

Ha aprendido un «ejercicio de piedad» fundamental: «Tengo siempre presente al Señor» (v. 8). Los resultados de este «ejercicio piadoso» son evidentes:

Con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena (v. 8-9).

No se para a hacer inventario de lo que está en manos de los demás. El tesoro que le espera está en buenas manos (v. 5).

Tampoco se dedica a repasar la lista de las cosas que le faltan, a las que ha renunciado. Está demasiado ocupado en descubrir la belleza de lo que el Señor le ha regalado:

Me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad (v. 6).

No bastará toda la vida para la exploración de este «lote» que le ha tocado en suerte. 1 Ciertamente no es, como sería hoy, fácil calificar ­o descalificar según las categorías en boga­ «un asegurado», en el sentido más banal del término. Su vida no está exenta de pruebas, de dudas y de peligros. La «seguridad» de Dios no elimina los propios riesgos de toda aventura humana y religiosa.

Apunta su desánimo al ver como se corre desenfrenadamente tras los ídolos (v. 4). Soledad, deserción en masa, competencia despiadada de los «ritos» más llamativos y más fáciles, el gusto inextinguible por la vanidad.

Pero él no cede ante soluciones fáciles. No se deja impresionar por las modas. No es conformista. No está dispuesto a correr tras naderías. Ni quiere rifar su propio corazón y llenarlo de bagatelas. Sabe que su Dios es terriblemente celoso.

Yo no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios (v. 4).

Es el rechazo intransigente de todos los ídolos en sus formas más variadas y fascinantes.

Pero no está inmune ni siquiera de dudas, inquietudes, equivocaciones. El versículo 7: «hasta de noche me instruye internamente» nos hace imaginar que no está asegurado contra el insomnio.

Sin embargo, no es presuntuoso. Sabe a quién dirigirse. Sabe orar para descubrir los planes de Dios para él: «Bendeciré al Señor que me aconseja» (v. 7).

La muerte es sólo para los egoístas

Incluso cuando se encuentra zambullido en un grave peligro, tiene una certeza:

Porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha (v. 10-11).

En este punto no me siento con fuerzas para embrollarme en las opiniones de los estudiosos acerca del alcance de estos dos versículos: es decir, si el salmista expresa una fe explícita en la vida eterna.

Para mí se trata de una intuición psicológica de la seguridad de uno que ama y por eso «siente» que la muerte no puede separarle de esa persona amada. Y como Dios es esta persona amada su omnipotencia puede extenderse sobre la vida y sobre la muerte. Estamos en la lógica del amor. El amor que desarma a la muerte: un tema vivo en cierta literatura contemporánea. Un novelista pone en boca de Cristo estas palabras:

Sí; esto es el milagro. Quien ame a los demás como yo he amado, después de la muerte vivirá...

Y el ángel del sepulcro dice: él no puede permanecer en la muerte; la muerte es el castigo del egoísmo, se apodera sólo de quien elige existir para si solo (L. Santucci).

Nos queda la expresión final:

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha (v. 11).

Quizá estas palabras molesten a más de un lector de nuestro tiempo. Parecerán dulcemente consoladoras.

El hecho es que, quizá, nos estamos avergonzando de hablar de la alegría. Afirmaba Bertrand Russel: «Lo único que necesita hay el hombre para elevarse es abrir el corazón a la alegría y dejar que el miedo continúe rechinando los dientes como un fantasma entre las sombras del pasado olvidado».

De acuerdo, con tal de no olvidar la primera fuente de la alegría; con tal de no perder tiempo detrás de todos los ídolos que van pregonando sus baratijas.

Yo digo al Señor: «Tú eres mi bien» (v. 2).

Un sacerdote reivindica la alegría de ser verdadero

Un sacerdote del antiguo testamento no duda en divulgar la propia gloria. Pienso que le será lícito a un sacerdote del nuevo testamento, que interpreta este salmo, abrir un paréntesis personal.

Hoy se sabe todo, o al menos se cree saber todo sobre el sacerdote: crisis, exigencias, dificultades, inquietudes, sufrimientos y dichas.

Libros y periódicos, películas y asambleas, encuestas y noticias, revistas especializadas o no, intentan desvelar la problemática sacerdotal de hay que está a la búsqueda de su identidad en un mundo que se ha trasformado rápidamente.

Comprendo todo. Sería ridículo ­e incluso perjudicial­ ignorar que existen problemas complejos, malestar y fatigas no pequeñas.

Entiendo incluso a aquel predicador encargado de hablar en la jornada por las vocaciones. Había seguido el esquema clásico: el sacerdote es indispensable para la sociedad. Ahora bien, nos encontramos ante una preocupante falta de sacerdotes. Se había dirigido en primer término a los padres y les había suplicado que respetasen y no obstaculizasen jamás una eventual vocación religiosa de sus hijos. Después, dirigiéndose a los jóvenes, les rogaba que prestasen atención a la llamada del Señor, porque es imposible que esta llamada tenga menos fuerza hoy que en tiempos pasados.

Había puesto toda su fuerza, su convicción y su... voz. Cuando entraba en la sacristía, acalorado todavía, mientras se pasaba la mano por la frente sudorosa, se le oyó mascullar:

Menudo oficio...

Entiendo todo.

Pero en tiempos de reivindicaciones quisiera únicamente reivindicar por mi parte el derecho a la alegría. Sí, pido permiso para confesar sumisamente mi alegría. Alegría de ser sacerdote en este tiempo tremendamente incómodo. Mientras no se duda en hablar públicamente de las propias crisis y sufrimientos, no veo por qué se deba tener tanto pudor para hablar de la propia alegría. Por eso me parece un deber de honradez, al comentar este salmo, manifestar a media voz, para no molestar a nadie, mi alegría.

Alegría de quien puede proclamar una palabra. Una palabra que le molesta y le serena, le inquieta y le conforta, le hace daño y le cura, le amedrenta y le da valor. Alegría de quien puede partir el pan todos los días entre los hermanos. Alegría de quien ­para no citar más que un ejemplo­ ha podido celebrar la eucaristía entre unos centenares de presidiarios, unidos alrededor de un altar improvisado en un oscuro corredor de la cárcel, custodiado por una implacable fila de rejas. Era el 11 de mayo de 1969. Porto Azzurro, Isla de Elba. Una fecha fundamental de mi sacerdocio. La acción de gracias se ha convertido en lágrimas. Y he sido capaz de balbucir: «Aunque sólo me hubiese hecho sacerdote para esta hora, valía realmente la pena... Gracias, Señor». Podría aún continuar... Pero que nadie crea que mi vida es coser y cantar y que mi camino está siempre iluminado por un haz de luz. Conozco momentos de equivocaciones, de desilusión, de desánimo. Alguna vez me sorprendo incluso mirando de reojo «el trozo de tierra» de los otros. Pero después, al hacer el inventario de lo que he recibido, me veo obligado a reconocer que «me ha tocado un lote hermoso» y a gritar que «me encanta mi heredad» (v. 6).

Es un lote que exteriormente puede parecer modesto y limitado. Pero me sobra. Es suficiente. Tengo mi cruz. Y también la de muchos otros. Puedo cultivar mis esperanzas y mis alegrías. Pero también las esperanzas y alegrías de los demás. Contiene mis afanes. Pero también las penas, los sufrimientos y las angustias de tantos otros hermanos. En definitiva estoy seguro de no mentir cuando exclamo:

Me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad (v. 6).

Me viene a la mente el título de un libro del sacerdote escritor J. Montaurier: «La alegría de ser verdadero». Pienso que se aplica especialmente al sacerdote. El sacerdote es verdadero cuando desaparece. Cuando detrás de sí deja adivinar, trasparentar a Alguien. Nuestro papel es el de ser «signos». «Significar» es ciertamente un papel ingrato porque deja subsistir la inquietud, la duda de la propia opacidad. Además nunca se sabe si se llega a hacer algo en el corazón del hombre.

Cuando se es «signo» no es posible jamás hablar de éxito, de conquistas, y ni quisiera tener una contabilidad que tranquilice en los momentos de desaliento. El éxito es siempre el éxito de otro 3.

Sin embargo es ésta precisamente la fuente más segura de la alegría de un sacerdote. Desaparecer ­la gloria del «siervo inútil»­, hacerse trasparente, para dejar entrever la presencia de otro. Con esta clave creo que hemos de leer el v. 1 del salmo: «Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti».

Este «refugiarse» no es una evasión, una solución cómoda impuesta por el miedo. Es simplemente la «verdad» del sacerdote. De quien puede gritar la propia alegría de ser verdadero.

(Creo que no habré hecho enfadar a nadie por haber hablado de mi alegría, si he reivindicado públicamente el derecho a confesar a media voz mi alegría). Pero el salmo es para todos. Porque la alegría, la paz, la seguridad afectan a todos. El salmo 16 nos propone un test para la verificación de nuestra alegría.

Yo digo al Señor: «Tu eres mi bien» (v. 2).

Hagamos la prueba de repetir cientos, miles de veces esta frase. Especialmente la última palabra: «Tú eres mi bien».

Puede suceder que un cierto momento el disco se raye y que oigamos un chirriar estridente.

Signo inequívoco de que nuestro corazón alberga muchas baratijas. Que además de «apostar» por el Señor, hemos «apostado» también por la vanidad, el vacío, el éxito, el prestigio y por mil bagatelas más...

Por tanto, no hemos de admirarnos de que nuestra alegría haya sido hecha pedazos. Y que los pedazos que fatigosamente recogemos nos hieren las manos...
Comentario del Santo Evangelio: Mateo 19,13-15.No impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielo
Acercaron a Jesús unos niños, para que les impusiera las manos y rezara por ellos. Me imagino esa escena: madres que llevan a sus hijos pequeños... Jesús los acaricia... a la vez que ora por ellos... el niño sonríe, o se enfada.

En todo gesto de amor, pasa una gracia divina.

Jesús amaba a los niños.

-Pero los discípulos les regañaron.

En la mentalidad judía, aun siendo el niño una bendición, se le consideraba oficialmente como un ser insignificante que no adquiere total importancia hasta su entrada adulta en la sinagoga, a los doce años.

Era corriente esa mentalidad: ¡los mismos apóstoles acostumbraban a regañar a los chiquillos! Jesús no está de acuerdo. Para El, un niño cuenta, es alguien.

-Jesús les dijo: "...Dejad a los niños y no les impidáis que vengan a mí porque de los que son como éstos, es el reino de los cielos." Los primeros cristianos muy pronto interpretaron estas palabras como una toma de posición de Jesús en favor del bautismo de los niños pequeños.

Hoy vuelve a plantearse esa cuestión y no sin razón, pues se insiste en la importancia de la "fe" implicada en el sacramento... y algunos padres reconocen no tener la fe necesaria para educar a su hijo en el mínimo de vida de Iglesia capaz de alimentar a su hijo... entonces, prefieren esperar a que el hijo decida cuando tenga la edad.

Incluso en el caso de que esta actitud sea la única prudente, conviene no olvidar la frase de Jesús en el evangelio. Con pretexto de "libertad para cuando sea mayor" ¿no sucede a veces, en ciertos casos, que se influye sobre la libertad de los hijos pero en sentido inverso, "impidiéndoles" participar en algunos actos religiosos que ellos, en su conciencia infantil, desearían? Los descubrimientos recientes de la psicología están en la misma línea de Jesús al revelar ¡la importancia de los "primeros años" para la orientación de toda una vida! y, después de todo, ¿quién puede decir todo aquello de que son capaces los niños?

-El reino de los cielos es de los que son como ellos...

Jesús los pone como ejemplo a los mayores.

En primer lugar en el sentido de que no tenemos derecho a excluirlos arbitrariamente del Reino misterioso del Padre al que sin duda están en mejor concordancia que nosotros.

Y luego, en el sentido, también, de que nada es más opuesto al Reino de Dios como la suficiencia orgullosa y razonadora de ciertos adultos que quieren juzgarlo todo según su propia norma. Se consideran centro del mundo.

Su punto de vista es el único verdadero. Y ¡ellos, pobres, no creen mas que lo que comprenden! Jesús había dicho: "Bendito seas Padre... porque si has escondido estas cosas a los "sabios y entendidos" se las has revelado a los "pequeños" (Mateo 11, 25) Es éste, sin duda, el sentido que hay que atribuir a la invitación de adoptar un "espíritu de infancia".

El niño espontáneamente concuerda con el misterio.

Cuanto más técnico va siendo nuestro mundo matemático, científico y programático... la palabra de Jesús resulta tanto más actual: Cada vez será mas necesario conservar ¡un rincón de infancia en el corazón, un rincón de poesía, un rincón de ingenuidad y de frescor, un rincón de misterio.

Evidentemente no se trata aquí de abogar para la regresión a los infantilismos.

Danos, Señor, el verdadero espíritu de infancia.

a) Jesús atendía a todos, y con preferencia a los más débiles y marginados de la sociedad: los enfermos, los «pecadores». En esta ocasión, a los niños que le traen para que los bendiga. A los apóstoles se les acaba pronto la paciencia.

Su frase es toda una consigna: «dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mi».

Y no es sólo por amabilidad. Le gusta ponerlos como modelos de la actitud que deben tener sus discípulos, como ya vimos el martes de esta misma semana «de los que son como ellos es el Reino de los Cielos».

b) Por una parte, volvemos a recoger la lección que Jesús nos da poniendo a los niños como modelos: la sencillez, la limpieza de corazón, la convicción de nuestra debilidad, deben ser nuestras actitudes en la vida humana y cristiana.

Pero esta breve página nos interpela también sobre nuestra actitud hacia los niños. En tiempos de Jesús, no se les tenía muy en cuenta. Ahora ha aumentado claramente el respeto que la dignidad de los niños despierta en la sociedad. En la Iglesia, tal vez, sea la época en que más se les atiende pastoralmente.

A algunos autores, como el protestante O.Cullmann, les parece descubrir en este pasaje de Mateo («no impidáis a los niños acercarse a mí») una alusión al Bautismo de niños: ya en el primer siglo, los niños de familias cristianas eran bautizados, con la garantía de vivir en un clima en que sería posible luego crecer en su fe personal.

La familia cristiana, y toda la comunidad, deben sentirse responsables de evangelizar a los niños, de transmitirles la fe y el amor a Dios. Las ocasiones de esta atención para con los niños son numerosas: el Bautismo, la catequesis como iniciación en los valores cristianos, los demás sacramentos de la iniciación (Confirmación y Eucaristía), las Misas dominicales más pedagógicamente preparadas para niños, los diversos ambientes de su educación cristiana etc.

Ahora los niños no ven a Jesús por la calle para acercarse a él a que les bendiga. Nos ven a nosotros. Y nosotros tenemos que conducirles hacia el amor de Jesús, con todas las consecuencias.
Comentario del Santo Evangelio: Mateo 19,13-15,  para nuestros Mayores. No impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielo
v. 13: Le acercaron entonces unos chiquillos para que les impusiera las manos y rezara por ellos; los discípulos les regañaban,

Estos chiquillos, presentados por gente innominada, continúan los de 18,2-5 (cf. 14: «los que son como ellos»; 18,5: «un chiquillo como éste»). Son, por tanto, figura de los discípulos que toman por norma el servicio.

vv. 14-15: pero Jesús dijo: Dejad a los chiquillos, no les impidáis que se acer­quen a mí: porque los que son como ellos tienen a Dios por rey. 15Les impuso las manos y siguió su camino.

La frase «porque los que son como ellos tienen a Dios por rey» (para la traducción, cf. 5,3) pone la actitud de los «chiquillos», la de servicio, en relación con la primera y última bienaventuranza. La opción por la pobreza (5,3), que elimina toda causa de injusticia, y la fidelidad a ella (5,10), son la plataforma para dedicarse a un servicio eficaz de los demás (cf. 5,7.9).

De nuevo se presenta la infancia como signo y figura del buen discípulo. Este texto no debe confundirse con el del capítulo 18,1-5; 6-9. La intención no es la misma: en el capítulo 18 se trataba de hacerse como los niños y no escandalizarlos; aquí el texto acentúa un conflicto de Jesús con los que lo rodean: asombrados ven cómo el Maestro se detiene, acoge a los niños y los bendice. La sintonía de los niños con Jesús invita a reflexionar sobre el carácter del Maestro.

Al subir a Jerusalén para sufrir, Jesús se detendrá varias veces a lo largo del camino para acercarse a los humildes, a los enfermos, y esto ante la extrañeza de la gente y de los discípulos. La seriedad de su camino hacia Jerusalén y las implicaciones que tiene, no lo separan de los pequeños; no se deja envolver por una soledad dolorosa y llena de vanagloria. Jesús no sólo se detiene y reprende a los discípulos, sino que hace de su gesto una enseñanza. "Dejen que los niños vengan a mí", no es sólo una invitación a hacerse como niños, sino una declaración y una verdadera promesa hecha a todos los que son como ellos que son parte del Reino.

El texto de hoy nos invita a "venir a Jesús", es decir, a creer en él, lo cual nos lleva a poseer el Reino, entrar en él o recibirlo como un niño: con su avidez de amor gratuito, que nada ofrece a cambio más que la propia pequeñez.

El pasaje evangélico de la liturgia nos presenta a un grupo de niños, resaltando la diversa reacción asumida frente a ellos de un lado por Jesús, y de los discípulos por otra.

Frecuentemente somos tentados de comprender el simbolismo de los niños en el marco de la pureza o inocencia. Las imágenes que desfilan frente a nuestros ojos suelen ser las de artículos infantiles de limpieza y de su eficacia o conveniencia para su higiene.

Sin embargo, ya desde Isaías, el ámbito bíblico conecta la salvación a niños débiles, amenazados por la suciedad y la mortalidad infantil que todavía podemos encontrar en grandes áreas del planeta.

El niño en esas condiciones se convierte en tipo de salvación precisamente porque desposeído de fuerza tiene que colocar su fuerza en otro. Los niños son prototipo de fe y de confianza en Dios mucho más que de inocencia o de pureza.

Esta debilidad confiada es el motivo que impulsa a quienes acercan los niños a Jesús. Recurren para que se les imponga las manos y para que Jesús rece por ellos. En los dos actos quienes los conducen comprenden la impotencia que aqueja a los niños.

Con el mismo descuido con que en el pasaje anterior un hombre despide a su mujer, la reacción por parte de los discípulos es la de “regañar” a los niños (v.13b). No son capaces de comprender que el amor fiel debe ser recibido de Jesús.

Sólo aquellos que conscientes de la propia debilidad buscan ser recibidos por Jesús son los que pueden integrar la nueva realidad salvífica del Reino. Sólo desde la propia debilidad aceptada y asumida es posible reconocer el señorío de Dios sobre la historia humana. Los autosuficientes y aquellos que consideran que lo pueden todo están imposibilitados de reconocer la realidad de gracia que se ha hecho presente en Jesús de Nazaret.

Por ello, Jesús exige (v.14) que no se impida a los desvalidos e impotentes el acercamiento a su persona. La conclusión del pasaje manifiesta la concesión de la petición que se le había hecho: “les impuso la mano” (v.15).

Contagiados por la mentalidad del éxito, los integrantes de la comunidad eclesial son tentados frecuentemente a buscar la compañía de quienes son los poseedores de bienes, fuerzas o cualidades. Como los discípulos quisieran “regañar” a los impotentes y a los desvalidos de este mundo.

Frente a esta actitud, es necesario recordar siempre los gestos de acogida de Jesús que por nuestra mentalidad se nos hacen difícil de aceptar. En toda persona desprotegida y débil y, sólo en ella, es posible encontrar la fuerza de Jesús. Ellos por “la imposición de las manos” reciben el poder de Dios. La oración de Jesús que en su impotencia necesitan es la fuente de donde deriva su fortaleza ante Dios.

La comunidad cristiana debe acoger a estos seres porque gracias a ellos puede ser expresión adecuada del designio salvador. La opción por ellos es reflejo de su comprensión y aceptación del Reinado de Dios. Este exige, para ser recibido un cambio profundo de actitudes y comportamientos, una profunda conversión producida por la gracia del Reino.
Comentario del Santo Evangelio: Mateo 19,13-15, de Joven para Joven. No impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielo
El evangelista Mateo nos ha ofrecido ya otra escena en la que aparece Jesús con los niños (cf. 18,1-5). En aquella ocasión los niños juegan un papel funcional. Entran en escena para simbolizar la actitud que deben tener los que desean pertenecer al reino: deben hacer como niños. Y la cualidad esencial que en ellos se destaca es la humildad, la impotencia frente a la vida, la necesidad que tienen de sus padres... Todo ello debe poner de relieve la actitud del ser humano frente al reino, ante el cual todos nos hallamos en la misma situación de imposibilidad, de impotencia, de mendicidad sustantiva: de Dios nace la iniciativa y su gracia se derrama sobre el ser humano cuando éste se siente así de pequeño; como es en realidad. La mención de los niños ahora es diferente, aunque Adrian Leske, exegeta canadiense piensa que este pequeño interludio está colocado aquí deliberadamente, antes de la historia del joven rico, como recordatorio de que sólo se puede entrar en el reino por la humildad, que se debe de tener. Los peregrinos, que habían sido testigos de las curaciones de Jesús, quieren que bendiga a sus hijos, pero los discípulos parecen haber olvidado la lección que el Maestro les había dado antes acerca de la grandeza en el reino (18,1-4).

O. Cullmann en su estudio sobre el bautismo en el nuevo testamento ha descubierto la clave de interpretación de este pasaje en la palabra de Jesús: “no se lo impidan”. Sería una expresión técnica en relación con el bautismo (3,14; Hech 8,36; 10,47). La sentencia de Jesús justificaría así el bautismo que era concedido a los niños. El Bautismo como la puerta de entrada en el reino. La discusión sobre si el bautismo debía concederse o no a los niños estaría zanjada así desde las palabras de Jesús.

Por otra parte, la bendición que Jesús da no tiene nada de mágico. Su bendición se halla en relación con el reino: Dios se da incluso a los más pequeños y a los que se hacen como ellos. La bendición propia del reino es todo lo contrario a la maldición y Jesús aparece en los evangelios como el superador de toda maldición, el vencedor de Satanás (4,1ss; 6,13).


Este pasaje sobre los niños no debe confundirse con aquel del martes pasado. El punto clave es distinto. Allá se trataba de la conversión que exige hacerse como niños pues sólo así se puede entrar en el reino como hijo de Dios que depende de él para todo. Lo característico de la mención de los niños en esta ocasión no es su funcionalidad o simbolismo, sino su significado personal. Se trata de ellos por ellos mismos, no por su significado. De su pertenencia al reino.

El rito de la imposición de manos y la bendición de los niños era común en la época (y que se ha transmitido hasta nuestros días). Lo hacían los padres, pero se pedía también la bendición de los rabinos famosos (entre nosotros pedimos al sacerdote le rece “los evangelios”). En esta ocasión acuden a Jesús con los niños, para que los bendiga, teniendo en cuenta la fama que el joven rabino de Galilea había adquirido con su enseñanza y los milagros que realizaba. A todo ello se unía la fama de Jesús como persona de oración. Era maestro de oración y, según nos dicen los evangelistas, acudía a ella con frecuencia (14,23).

La acción de los discípulos de impedir que los niños se acercaran a Jesús muestra la incomprensión de éstos al ministerio de Cristo. Jesús es aquel que acoge a los pequeños para ofrecerles el reino. En la antigüedad (y en muchas partes en la actualidad) los niños no eran considerados seres significativos en la sociedad. Jesús por el contrario los hace los privilegiados para obtener el reino de Dios, lo incluye con alegría y cariño en la vida de la comunidad cristiana. Tienen su lugar y su misión. Con esto incluye y privilegia dentro de la comunidad a los marginados, despreciados, desconocidos y excluidos de la convivencia humana. ¡De éstos es el Reino de los cielos!. La Iglesia y nuestra asamblea litúrgica no debe excluir a nadie pues perdería su característica de católica, de universalidad de salvación. “Estos pequeños” están y deben estar al centro de la familia, de la Iglesia y de la sociedad. Se les debe respeto, justicia, cuidado y amor pues tienen dignidad como personas; tienen derechos que deben ser defendidos: la vida, la salud, adecuadas condiciones de vida, integridad física y afectiva; derecho a la verdad, a la educación, a la diversión; derecho a conocer y amar a Dios. Quien acoge a uno de estos pequeños acoge a Jesús. ¡Ay de aquél que le impida a los otros ir a Jesús!

Muchas veces nos exhorta Jesús a la infancia espiritual, porque ella es el camino único para llegar a El (18, 3). Santa Teresa del Niño Jesús extrajo esta espiritualidad como esencia del Evangelio y Benedicto XV la llama "el secreto de la santidad".
Elevación Espiritual para este día
Pedimos a nuestro Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo para cumplir su voluntad, su designio de salvación para la vida del mundo. Nosotros somos radicalmente impotentes para ello, pero, unidos a Jesús y con el poder de su Espíritu Santo, podemos poner en sus manos nuestra voluntad y decidir escoger lo que su Hijo siempre ha escogido: hacer lo que agrada al Padre (cf. Jn 8,29). Adheridos a Cristo, podemos llegar a ser un solo espíritu con él y, así, cumplir su voluntad: de esta forma ésta se hará tanto en la tierra como en el cielo (Orígenes). Considerad cómo Jesucristo nos enseña a ser humildes, haciéndonos ver que nuestra virtud no depende sólo de nuestro esfuerzo, sino de la gracia de Dios. El ordena a cada fiel que ora que lo haga universalmente por toda la tierra. Porque no dice: “Que tu voluntad se haga” en mí o en vosotros, sino: «En toda la tierra», para que el error sea desterrado de ella, que la verdad reine en ella, que el vicio sea destruido en ella, que la virtud vuelva a florecer en ella y que la tierra ya no sea diferente del cielo.
Reflexión Esperitual para el día
Del mismo modo que una gavilla cogida por el centro se prolonga hacia sus extremos, así la vida de María está concentrada en torno a su «sí», que le confiere sentido y forma, y desde aquí se despliega tanto hacia atrás como hacia adelante. Su «sí» da pleno sentido a cada momento, a cada gesto, a cada oración de la Madre del Señor. Esta es, en efecto, la naturaleza de un «sí»: liga a quien lo pronuncia, pero le concede al mismo tiempo plena libertad de realización. También la infancia de María está esclarecida por la luz de su «sí». La infancia representa siempre un momento preparatorio de concentración en vistas a la acción decisiva que seguirá en una segunda fase, y será, en el caso de María, nada menos que el «sí» capaz de determinarlo todo.

Su «sí» es, sobre todo, gracia. No representa sólo su respuesta humana a la propuesta de Dios; es una gracia tan grande que es, al mismo tiempo, la respuesta divina a toda su vida. María pronuncia la respuesta esperada por la gracia y acepto así la llamada de Dios. Su aceptación significa para ella ponerse a disposición de esta llamada con una entrega plena; entregarse con toda la fuerza y con la profundidad de su ser y de sus facultades.

Dios no ha concedido a nadie un poder de colaboración más grande que el que concedió a María. La sierva se vuelve Madre, y la Madre, Esposa. Desde este momento en adelante, el Fiat se extiende a todos: se convierte en un bien de la Iglesia en forma de oración al Padre que adquiere su carácter católico y eucarístico; así como en su difusión cuando el Hijo entrega a los hombres su oración personal al Padre, recibida de la Madre. Ella está viva en cada Fiat particular que se pronuncia en la comunidad del Señor.
El rostro de los personajes, pasajes y narraciones de la Sagrada Biblia y del Magisterio de la Santa Madre la Iglesia

¡¡CARTAS VERDADERAS PARA DIOS, ESCRITAS POR NIÑOS!!


Querido Dios,

Yo pensaba que el naranja no pegaba
con el lila hasta que vi un atardecer, cuando se ponía el
sol, que hiciste el Martes.
Fue espectacular!

Eugene



Querido Dios,

De verdad que Tu querías que así fuera la
jirafa o fue un accidente?

Norma



Querido Dios,

En vez de permitir que las personas se murieran
y tener que hacer otras nuevas, porque
no te quedas con las que tienes ahora?


Jane


Querido Dios,

Quien dibuja las lineas alrededor de los países?

Nancy


Querido Dios,

Fui a un matrimonio y ellos se
besaron dentro de la iglesia.
Hay algun problema con eso?

Neil


Querido Dios,

Gracias por mi hermanito,
pero yo oré mucho por un perrito.

Joyce


Querido Dios,

Llovió el tiempo todo durante nuestras
vacaciones y mi papá quedó muy bravo!
El dijo algunas cosas sobre Ti
que las personas no deberían decir, pero yo
espero que Tu no vayas a golpearlo.

Tu amigo (pero no puedo decir quien soy).


Querido Dios,

Por favor, mandame un poney.
Yo nunca te pedi nada antes,
Puedes revisar.

Bruce


Querido Dios,

Quiero ser igualito a mi padre
cuando sea grande, pero no con
tanto cabello en el cuerpo.

Sam


Querido Dios,

Pienso tanto en Ti de vez en cuando
aún cuando no estoy orando.

Elliott


Querido Dios,

Seguro que es muy dificil para Ti
amar a todas las personas en el mundo.
En mi familia hay solo cuatro personas
y nunca logro...

Nan


Querido Dioss,

De todas las personas que trabajaban
para Ti, prefiero Noé y David.

Rob


Querido Dios,

Mis hermanos hablan de nacer
de nuevo, pero suena raro.
Están bromeando, cierto?

Marsha


Querido Dios,

Si miras para mi en la iglesia
este Domingo, Te voy enseñar
mis zapatos nuevos.

Mickey


Querido Dios,

Leí que Thomas Edison hizo la luz.
Pero en la iglesia nos enseñaron que fuiste Tu.
A mi me parece que el tipo Te robó la idea.
Atentamente,

Donna


Querido Dios,

Quizá Cain y Abel no se
hubieran matado
si tuvieran su propio cuarto.
Esto funciona con mi hermano.

Eddie


Querido Dios,

No me parece que alguien pudiera
ser un mejor Dios que Tu.
Bien, solo quiero que sepas que no
estoy dicendo esto porque eres Dios.

Charles +

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