Meditación: Mateo 2,13-15.19-23
La Sagrada Familia de Jesús, María y José
San Mateo nos presenta una hermosa imagen tras otra del extraordinario nacimiento del Niño Jesús y de los esposos que lo recibieron con amor. Con toda razón hemos de considerar el matrimonio de la Virgen María y San José como un excelente modelo de pareja que recibió inmensas bendiciones de Dios. Pero el Señor valora no solamente a la Sagrada Familia, sino a todas las familias; les ofrece su protección y su bendición y las invita a acogerse a su cuidado para librarlas del pecado y de los males del mundo, especialmente de los ataques contra la unidad familiar.
Cada día, Dios nos manda que amemos y respetemos a nuestros padres, a nuestros hermanos y hermanas, a nuestros hijos e incluso a nosotros mismos. Lamentablemente, las heridas causadas por el pecado han dejado trastornada el alma humana, llenándola de asperezas y cicatrices espirituales que obstaculizan o interrumpen la corriente del amor en el seno familiar. El Señor quiere sanar estas heridas, incluso las que han persistido durante generaciones. Dios es todo amor y ha venido a perdonarnos y enseñarnos a perdonar.
En un día como hoy, cuando la gracia divina fluye libremente hacia todas las familias, les sugerimos a nuestros lectores que examinen su vida familiar y busquen la guía del Señor: ¿Quieres experimentar las bendiciones de Dios en tu familia? Honra a tus padres. ¿Te sientes hastiado de todo? Deja de pensar en ti mismo y trata de ayudar a otras personas demostrándoles un genuino afecto. ¿Tratas a tus hijos o a tus padres con dignidad y respeto? Fomenta en tu familia una actitud de oración, respeto y amor al Señor y al prójimo. ¿Te cuesta imponer autoridad sobre tus hijos? Dales buen ejemplo. ¿Quieres mejorar la relación con tu esposa o esposo? Ponte en el lugar de ella o él y ofrécele ayuda aunque no te la pida.
Por encima de todo, perdona, ten paciencia y actúa con bondad. La oración familiar es una excelente y eficacísima fuente de bendiciones para la familia. Así se crea un ambiente hogareño en el que el Señor se siente bien recibido.
“Señor mío, Jesucristo, te entrego todas mis cargas y sentimientos negativos acerca de mi familia. Permite que tu amor fluya hacia todos mis familiares. Te pido por todas las familias, que tu amor caiga sobre todo tu pueblo y llene todos los corazones que se sienten vacíos, aburridos y solitarios.”
Eclesiástico 3,2-6.12-14
Salmo 128,1-5
Colosenses 3,12-21
Tomado de: la_Palabra.com
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